El año electoral más costoso a nivel federal se produjo en las votaciones de medio tiempo de 2018, que ascendió a $7.1 billón de dólares.
Uno de los procesos electorales de medio tiempo más costosos registrados en los Estados Unidos, fueron los celebrados el pasado martes 8 de noviembre para escoger o ratificar a los miembros de la Cámara de Representantes y el Senado.
El gasto en que incurrieron los candidatos demócratas y republicanos en esas elecciones sobrepasó los $7,500 millones de dólares, de acuerdo con un estudio realizado por la organización norteamericana no partidista Open Secrets.
La exorbitante suma donada por empresarios y organizaciones a políticos estadounidenses a través de los Comités de Acción Política (PAC), ha roto todos los records a nivel estatal y federal, en comparación a otras contiendas electorales similares en años anteriores.
Activistas y simpatizantes afiliados a los partidos demócrata, republicano e independientes, realizan también cuantiosas aportaciones que alcanzan sumas multimillonarias.
El límite máximo permitido es de $2,900.00 por donante individual, mientras que las corporaciones pueden llegar hasta $5,000 pero siempre a través de las PAC.
Todos los aportes económicos a las campañas de los candidatos son supervisados por la Ley Federal de Campañas Electorales (FECA), la que estable un límite y obliga a que las contribuciones financieras sean de conocimiento público.
El año electoral más costoso a nivel federal se produjo en las votaciones de medio tiempo de 2018, que ascendió a $7.1 billón de dólares. Las de este 2022 podría subir a más de $9 billones al final de la contienda del 6 de diciembre en el estado de Georgia, para definir quién se queda con los dos escaños en disputa para el Senado.
Los más beneficiados de estas altas sumas invertidas en campaña para promover a políticos de uno y otro bando fueron los medios audiovisuales (televisión/radio), así como las influyentes plataformas digitales en el internet, y periódicos de circulación nacional.
Luego de anunciarse una segunda vuelta electoral en el estado de Georgia para elegir el ganador entre el aspirante al Senado federal Herschel Walker (R) y el senador Raphael Warnock (D), quien busca la reelección, una lluvia de solicitudes de donaciones ha comenzado a llegar a los celulares de los afiliados de cada partido en EE.UU.
Avance de los republicanos
Es increíble cómo los demócratas y los medios de comunicación que les son adeptos están tratando de minimizar y manipular los resultados que a todas luces han sido negativos a la administración del presidente Joe Biden y su Partido Demócrata.
Lo más trascendental para los adversarios del expresidente Donald Trump es que la conquista que logró su partido en la Cámara de Representantes y el Senado no fue de la magnitud que el líder republicano había pronosticado.
Si bien es cierto que no hubo un “Tsunami Rojo” con respecto al número de votos a obtener en estas elecciones, la cantidad de escaños conquistados en ambas cámaras reflejan que los republicanos le quitaron una parte del poder político muy importante a los demócratas.
Aunque no lo admitan, la realidad es que Biden y su partido ya no tienen mayoría absoluta en el Congreso de los Estados Unidos.
Con este duro revés político en el Congreso, el proyecto reeleccionista de Biden comienza a derrumbarse tras perder el dominio en la Cámara de Representantes, e ir a una segunda vuelta electoral el 6 de diciembre en Georgia para definir quién se queda con mayoría en el Senado federal.
Los últimos resultados dados a conocer indican que los republicanos lograron ganar 49 escaños en el Senado y los demócratas 48. Mientras que en la Cámara de Representantes hasta el momento los resultados indican 211 escaños para los republicanos y 193 para los demócratas.
En los próximos dos años de gobierno, a Bidense le hará mucho más difícil lograr poner en práctica muchas iniciativas importantes que le servirían de plataforma política para aspirar por una extensión de su periodo gubernamental más allá del 2024.
El mandatario estadounidense llegó a su segundo año de administración demócrata con una popularidad en baja cercana al 40%.
Muchos de sus proyectos, como el cambio climático y el aumento económico a programas sociales para beneficiar a personas de bajos recursos, podrían ser entorpecidos por los republicanos desde ambas cámaras.
La imposibilidad de frenar el aumento de los precios de la gasolina, la dificultad para bajar el índice de la criminalidad a nivel nacional, el incremento de los precios de los productos alimenticios y de la vivienda están entre los principales factores del descalabro político sufrido por la administración demócrata bajo el liderazgo de Biden.
Biden ha manifestado que hará todo lo posible, dentro de lo legal, para que Donald Trump no vuelva a la Casa Blanca si este decide aspirar de nuevo a la presidencia.
Si los republicanos asimilan con detenimiento que las mayorías de los candidatos que propuso Trump en estas elecciones de medio tiempo perdieron, indica que el líder republicano ya no tiene la influencia necesaria para lograr objetivos políticos de importancia.
Los republicanos deben reconsiderar que esta derrota personal de Trump no es una buena señal, por lo es hora de dar la oportunidad a otro miembro del partido en las próximas primarias internas que pueda enfrentar con éxito una posible reelección del presidente Biden.
Y para esos fines cuentan con dos figuras políticas bien conocidas, como son el gobernador Ronald DeSantis y el senador Marcos Rubio, ambos reelectos en sus cargos en el estado de la Florida, dispuestos a enfrentar como candidato presidencial a Biden, o a cualquier candidato demócrata en 2024.