El silencio y la reclusión lo podrían hacer caer en la irrelevancia y perder buena parte del apoyo que a pesar del resultado electoral ha conseguido.
MADRID, 15 Nov. (EUROPA PRESS) -El silencio y la reclusión que él mismo se ha impuesto ha hecho que varios aliados del aún presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, hayan comenzado a dudar de su figura como líder de la oposición y le han conminado a ejercer como tal.
Desde la cúpula de su formación, el Partido Liberal (PL), han criticado duramente el ostracismo voluntario de un Bolsonaro al que han hecho saber que el tiempo de "lamer las heridas" causadas por su derrota en las elecciones ya acabó, cuenta el diario 'O Globo'.
Sus detractores sostienen que, en caso de continuar con esta actitud, podría caer en la irrelevancia y perder buena parte del apoyo que a pesar del resultado electoral ha conseguido. Una postura que contrasta con la de algunos de sus seguidores, que continúan protestando por el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva.
La decisión de no acudir a la reunión del G20 que está teniendo lugar estos días en Bali, Indonesia, ha sido también criticada por sus aliados, que consideran que debería haber usado su agenda internacional para contrarrestar la influencia de un Lula, al que se verá esta semana en Egipto en la cumbre del clima de Naciones Unidas (COP27).
Dentro del PL existe la queja generalizada por la apatía mostrada por Bolsonaro tras conocer los resultados de unas elecciones cuyos resultados no ha reconocido abiertamente. En el partido defiende que es hora de pasar página y que se erija en líder de la oposición de cara a una posible candidatura en 2026.
El propio Lula ya manifestó la semana pasada que ya era hora de que "el presidente reconozca públicamente su derrota, reflexione y si se preparará de aquí a unos años para ser candidato otra vez", ya que "nadie creerá el discurso golpista de uno que perdió las elecciones".
Ni siquiera Bolsonaro ha salido para responder las críticas de su rival. Desde su derrota el pasado 30 de octubre, el líder ultraderechista se ha encerrado en la residencia oficial, el Palacio de la Alvorada, donde ha estado recibiendo a sus ministros y aliados, y ha limitado sus comparecencia en redes sociales.