En lo político, Latinoamérica, acaba de alcanzar un respiro con el triunfo legítimo del carismático líder y ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva.
Mi generación y muchas otras anteriores nos tocó contemplar una Latinoamérica inmersa en guerras y conflictos que atentaban contra la democracia y estabilidad socioeconómica de la región, pero hoy afortunadamente, la distensión y acercamiento parecen dominar en un escenario caracterizado por grandes desafíos que genera el convulsionado y complejo mundo en que vivimos.
Los propios latinoamericanos son quienes deben ponerse al lado de la historia construyendo en sus espacios geográficos la semilla de la unidad, solidaridad y participación porque recursos naturales nos sobran, ya en expansión territorial, yacimientos mineros y acuíferos. Una región que lo tiene todo, ¿qué ha faltado?
Las regiones de Suramérica, Centroamérica y el Caribe tienen más extensiones territoriales que Europa Occidental, incluida, además, la laboriosidad y entrega de sus gentes; entonces, ¿qué ocurre? Más que nada disposición y enfoques hacia objetivos comunes que permitan salir a nuestros pueblos del atraso y superar así la marginalidad y mendicidad que nos abate.
Superar viejos estigmas que nos encasillan como región “subdesarrollada” y que está condenada a vivir siempre del auxilio de empréstitos internacionales y de la buena voluntad de gobiernos amigos. Vayamos de una vez y por toda a la adaptación de medidas transformistas, emprendedoras, inteligentes y emancipadoras que nos incorporen en los esquemas integracionistas, donde logremos ventajas competitivas, aperturas de mercados y captaciones de nuevos capitales con bases de sustentación en el tiempo para así reafirmar aquellas legítimas aspiraciones de los habitantes de América Latina.
En lo político, Latinoamérica, acaba de alcanzar un respiro con el triunfo legítimo del carismático líder y ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, potencializado de ese modo en la libérrima decisión del pueblo brasileño de seguir transitando la ruta de la democracia y del fortalecimiento de sus instituciones.
La rápida reacción de los gobiernos latinoamericanos al reconocer la victoria de Lula despejó inmediatamente cualquier intentona del actual presidente Jair Bolsonaro de no acatar los resultados expresados en las urnas que provocaron su derrota, aunque con un margen estrecho, y ello, contuvo también la peligrosa protesta de los transportistas de cargas y mercancías pesadas que comenzaba a tomar fuerza en el territorio brasileño.
Agenda Propia
Sería bueno que los países de América Latina elaboren sus propias agendas de integración a partir del principio de cooperación y participación en asuntos comunes del intercambio comercial e industrial sin caer en discriminaciones ni exclusiones.
Deberán igualmente redefinir el orden de prioridad en sus relaciones con Estados Unidos y China, dos potencias que conservan una influencia de primera magnitud en la región, tanto por sus niveles de inversiones de capitales al igual que sus indiscutibles preponderancia y dominio en el mapa de la geopolítica mundial.
Lula, quien asumirá el poder el 1 de enero del 2023 en ceremonia oficial en Brasilia, capital de Brasil, a la que se esperan varios mandatarios y personalidades mundiales, podría ser el factor aglutinador en torno a una agenda de prioridades comunes para las economías latinoamericanas.
Tiene en carpeta la recuperación de la región de la Amazonía y la aplicación de políticas orientadas a mejorar las condiciones de vida de sus habitantes indígenas con el consiguiente respaldo de la comunidad internacional, que ve como prioridad preservar esa exuberante belleza natural.
Mecanismos de integración como el MERCOSUR y el CELAC, este último, una estructura intergubernamental de diálogo y concertación política que fue creado el 23 de febrero de 2010, en México, podría jugar un rol importante en la actual coyuntura latinoamericana.
Brasil, la nación con la mayor economía en Latinoamérica y con 215 millones de habitantes, puede liderar el repunte de la región porque Lula cree y promueve la integración y participación de los pueblos de la región, y debe motivarse para que todos los mecanismos que se han creado en los últimos años, como la Alianza para el Desarrollo en Democracia, que conforman República Dominicana, Panamá y Costa Rica.
Esta nueva estructura identificada como ‘Triángulo del Caribe’se constituyó para atraer capitales de inversión que salieron de Asia en medio de la pandemia del coronavirus, y se ha convertido, además, como como el tercer socio comercial más importante de los Estados Unidos.
El tránsito de la postpandemia demanda mucha sagacidad y esfuerzo de los líderes latinoamericanos para la preservación de sus instituciones democráticas y la adopción de políticas económicas orientadas a disminuir la brecha social prevaleciente. Así, toma fuerza, la reflexión del presidente Luis Abinader en la V Reunión de ministros y autoridades de desarrollo social, efectuada en Santo Domingo, cuyo lema de identificación es “Fortaleciendo la Cooperación Hemisférica hacia la Reconstrucción Resiliente y el Desarrollo Social Sostenible en las Américas”.
Allí, Abinader, dijo que los gobiernos de la región han tenido que lidiar con un escenario de una pandemia que paralizó la economía mundial, provocando serios déficits y dificultades de sostenibilidad financiera, reforzando su parecer tras observar que “es bajo estas difíciles circunstancias donde han quedado al descubierto las grandes inequidades sociales y económicas que aún nos afectan, originadas estas por deudas históricas y políticas sociales a menudo insuficientes y poco resilientes, como también el choque climático que representa un alto costo en el PIB de nuestros países”.
Cooperación e intercambio
El presidente de la República Popular de China, Xi Jinping, protagonista de primer nivel en Cumbre del G20 en Nusa Dua, en la isla turística indonesia de Bali, ha sostenido diversos encuentros con sus homólogos de Estados Unidos, Joe Biden y de Francia, Emmanuel Macron, donde la cooperación, intercambio comercial, las tensiones políticas mundiales ante la guerra Rusia-Ucrania y los retos de las principales economías fueron entre otros, los temas abordados por estos líderes.
Jinping y Macron convinieron en fortalecer y ampliar los vínculos comerciales entre sus respectivas naciones y al mismo tiempo “ambos han reafirmado su firme posición en contra del uso de armas nucleares”, según comunicado de prensa del Palacio del Elíseo.
Ambos presidentes coincidieron, además, sobre «acciones de apoyo y financiación a las economías más vulnerables», en tanto, que el líder francés se ha mostrado de acuerdo en la vía de «consolidación de la alianza estratégica entre Francia y China, especialmente en los sectores de aeronáutica, energía nuclear con fines civiles y la agricultura» para lograr «una relación equilibrada y mutuamente beneficiosa».
La plática entre Biden y Jinping fue la más “pesada” por las diferencias de Washington y Beijing en cuanto a las prácticas comerciales de los países que representan, su rivalidad comercial, la estrategia de inversión global de China. El propio mandatario chino dijo que “tenemos que encontrar la dirección correcta” y gestionar “de forma adecuada” las relaciones, afirmó Xi Jinping, quien aseguró que el mundo era “suficientemente grande” para la prosperidad de ambas potencias.
A su vez, Biden, quien arribó a Indonesia, anfitriona de la Cumbre del G20, con la alegría del triunfo de los demócratas en el Senado de Estados Unidos, expuso a los periodistas tras el encuentro con su homólogo chino que “no hay necesidad de una nueva Guerra Fría”.
Artículo de Manuel Díaz Aponte