La Policía hija de la dictadura de Trujillo, debió desaparecer con la dictadura.
Si, como dijo el comisionado presidencial para la Reforma de la Policía Nacional, José -Pepe- Vila del Castillo, la corrupción en la institución comienza en la jefatura y termina en el ultimo raso, algo que todos sabíamos, pero que pocos tuvimos el coraje de decir- los cambios debieron comenzar justamente por los altos mandos.
No creo -una opinión muy particular- en la Reforma de la Policía; creo en “otra Policía”; en cambiar la vieja Policía, represiva, criminal y corrupta, por una nueva Policía, profesional, bien pagada, bien entrenada y educada sobre valores éticos y morales propios de un país democrático.
Claro, para esa nueva Policía precisamos de una nueva sociedad, respetuosa de las leyes y de la autoridad que la representa. Una nueva Policía para una nueva sociedad, donde la gente no se aparque donde le de la gana, donde los carriles de las vías se respeten, etc., etc., etc.
La Policía hija de la dictadura de Trujillo, debió desaparecer con la dictadura. Los trujillistas siguieron gobernando el país después de asesinado el sátrapa. De hechos ellos propiciaron los cambios posteriores para que nada cambiara en la relación de poder que se mantiene en la actualidad. ¡Trujillo sin Trujillo! Algo que las fuerzas progresistas que surgieron durante la “Era de Trujillo”, tanto en el país como en el exilio, no parecieron entender.
Los trujillistas hicieron rápidamente el “crossover” tan pronto mataron al tirano; como camaleones se acomodaron a la nueva realidad sin sufrir mayores daños. Se dividieron y se apropiaron de todo cuando le pertenecía al “jeje”, que era todo el país. La República Dominicana era una finca propiedad de Trujillo, junto con sus habitantes. El que se oponía a ser vasallo, peón, esclavo o sirviente era encarcelado, asesinado o exiliado. Trujillo no permitía oposición ni daba dispensas.
¿Como pretendemos hacer la reforma de una policía que nació en 1936; creada por un militar como Trujillo, formado por Estados Unidos, a imagen y semejanza de la época en pleno auge de la doctrina Monroe, (América para los americanos, quiso decir, para nos estadunidenses), bajo los mismos esquemas políticos y jurídicos?
Una reforma policial como la que pretende hacer el presidente Luís Abinader, encontraría muchos obstáculos, tanto dentro como fuera de la propia institución del orden público. Y de hecho así ha sido. Las bandas que operan dentro de la policía desde siempre, apoyados por grupos de poder político y económico, han intentado sabotear los esfuerzas del mandatario, del comisionado Pepe Villa y del ministro de Interior Jesús -Chu- Vásquez, a quienes no le caben más críticas ni más epítetos ofensivos y calumniosos.
Algunos amigos me dicen que es imposible una reforma policial sin la propia Policía, que es necesario involucrar a la institución como estructura orgánica. No sé -lo confieso- hasta donde eso sea posible con una oficialidad tan maleada y corrompida. La policía, con el tiempo, se convirtió en una banda armada, más peligrosa que muchas de las bandas de civiles, y que muchos de los delincuentes suelen caer en dudosos “intercambios de disparos”.
Me pregunto, ¿cómo limpiar la policía? ¿Cómo sacar las manzanas podridas, las “malas reses”? ¿Será posible? Me temo que no, si, como dice Pepe Vila del Castillo, la institución está corrompida desde arriba hasta abajo, desde la jefatura hasta el último raso?
No sé porque algunos ex jefes de la Policía se han sentido ofendidos o aludidos con las responsables declaraciones del comisionado para la reforma. ¡No hay motivo! En cualquier caso, el que esté libre de pecado que lance la primera piedra y acuda a los tribunales.
¡Es su derecho! Mientras tanto, podemos iniciar una investigación sobre las declaraciones juradas de bienes de los aludidos, y sobre el origen sus bienes. Igualmente sería interesante saber cómo, con salarios muy bajos, muchos que ocuparon puestos de relevancia en la Policía pudieron -ni magos que fueran, al igual que los funcionarios de los gobiernos del PLD- adquirir fincas, villas, apartamentos de lujo, mansiones, tener esposas e hijos en los mejores escuelas y universidades, con amantes igualmente de lujo, más caras que Carlos Batista Matos. ¡Muero por saberlo! ¿Alguien se anima?