Las perspectivas para 2023, indicó, apuntan a un crecimiento de 1 por ciento de la economía brasileña.
BRASILIA, 12 dic (Xinhua) — La economía de Brasil vivirá en 2023 grandes desafíos, marcados por la incertidumbre en el escenario internacional, la necesidad de mantener la inflación bajo control y dar continuidad a la retomada del crecimiento, según los especialistas consultados por Xinhua.
En especial, el foco debe estar en la búsqueda de un equilibrio entre las promesas de fortalecer las políticas sociales y la cuestión fiscal, para evitar un aumento de la deuda pública, en un año cuando el nuevo equipo económico liderado por Fernando Haddad, de tendencia "desarrollista", sustituirá al equipo saliente del ministro Paulo Guedes, un liberal ortodoxo.
Para Roberto de Goes Ellery Junior, profesor de Economía de la Universidad de Brasilia, la actividad económica de este año se benefició de políticas de estímulo vinculadas a la tentativa de reelección del presidente Jair Bolsonaro, derrotado por Lula da Silva en las elecciones de octubre.
"Fue un año aparentemente bueno, pero que puede tener un costo alto más adelante, como ya ocurrió otras veces en la historia brasileña. El resultado fiscal con aumento de la recaudación lo veo con preocupación, porque buena parte es resultado de la inflación", afirmó.
Los efectos de ese aumento de los gastos, al mismo tiempo, pueden traer problemas "porque a nadie le gustan tasas de interés altas, ni la inflación, ni la desvalorización del cambio".
Luís Antonio Paulino, profesor de Economía de la Universidad Estatal Paulista (Unesp), consideró que el ritmo de crecimiento brasileño, bastante positivo este año, debe ser impactado el año próximo por las incertidumbres en el escenario internacional.
"En 2022, el crecimiento de Brasil debe ser del 2,8 por ciento, por encima de la media de los países desarrollados, pero por debajo de la media mundial y de los países emergentes", dijo.
"Lo que sostuvo el crecimiento económico en 2022, a pesar de los problemas, fue la recuperación de las actividades pospandémicas, especialmente en el sector de servicios, a medida que se suavizaron las restricciones impuestas por la pandemia de COVID-19″, agregó.
Las perspectivas para 2023, indicó, apuntan a un crecimiento de 1 por ciento de la economía brasileña.
"En el sector manufacturero, la reconstitución de las existencias por parte de la industria también está contribuyendo a sostener la actividad económica del sector. Pero es poco probable que estos factores positivos sigan operando en 2023, lo que hace que todas las proyecciones para 2023 sean peores que las de 2022″, afirmó.
Sergio Rosa, especialista en Políticas Públicas y Gestión Gubernamental del Gobierno Federal, señaló que la economía brasileña atravesó desde 2016 fuertes cambios resultantes de políticas de corte neoliberal.
"Se produjo una desorganización de la producción económica, con una evidente falta de coordinación de las actividades, con repercusiones directas en los resultados, especialmente los derivados de las políticas sociales de renta básica para la población más necesitada", dijo.
Todo esto, subrayó, se vio amplificado después por la pandemia de la COVID-19 y el conflicto en Ucrania.
"El balance del desempeño de la economía brasileña en los últimos seis años es de reestructuración, acompañada de una desorganización de la producción y del sistema de crédito, debido principalmente a las nuevas tecnologías bancarias", apuntó.
El regreso del Partido de los Trabajadores (PT) al poder abre la posibilidad de políticas de mayor coordinación e integración productiva.
"Las perspectivas con el gobierno de Lula son muy favorables para dotar al Estado brasileño de un fuerte ejecución de las leyes, asociado a un aumento de su capacidad de coordinar la producción con las políticas sociales y de integrarse ventajosamente en la nueva matriz de cadenas globales de valor agregado", consideró. Fin