La política es una ciencia, la más pura después de la filosofía, decía Juan Pablo Duarte. Por lo tanto, debe ser tratada como tal.
Creo conocer al presidente Luís Abinader, no tanto como creía; ni soy de los que afirma que afirman pretenciosamente, “yo lo hice presidente”. Nada de eso, pero si de algo estoy seguro es de su formación familiar, la cual le impide actuar en contra de los valores éticos y morales que le inculcaron sus padres, doña Rosa Sula Corona y el siempre bien recordado José Rafael Abinader, lo cual le imposibilita actuar de espalda a esas directrices.
El Luís Abinader -lo puedo asegurar- es incapaz de reunirse con Danilo Medina para “pactar”, en la sombra, un acuerdo “de aposento” para garantizar la habilitación constitucional del ex mandatario. Es un absurdo, un contrasentido. Un disparate. Un invento de quienes pretenden llamar la atención con algo estrambótico.
Por convicción propia, Abinader no haría eso; segundo, no tiene necesidad política de hacerlo cuando tiene prácticamente garantizada la reelección con una intención de votos que roda el 52% y una aprobación de su gestión cercana al 70%. Con esos números, ¿qué sentido tendría presentar un proyecto de reforma constitucional para habilitar a un muerto político, que no está preso por la debilidad del sistema de justicia dominicano? De hacer tal cosa, el presidente Abinader no ganaría nada, solo perdería. Y Luís, de loco, no tiene nada.
A pesar de los pesares, de las crisis sucesivas que han afectado el país, la estabilidad económica, política y social se mantiene sin mayores inconvenientes. El presidente es como un manager de Grandes Ligas dirigiendo, con bastante éxito, un equipo (Gabinete) que unas veces parece de “Doble AA” y en otras de “Tripe AAA”, pero que no llega a la estatura de su dirigente.
Luís puede, en su condición de presidente de la República, reunirse con todos los líderes de la oposición y con el liderazgo social en sentido general para beneficio del país. Y es bueno que lo haga, pero no tiene que ser de manera oculta. No tendría nada de pecaminoso. No me imagino a Luís Abinader reunido tras bambalina con Danilo para que pueda ser candidato presidencial en el futuro. ¡Jamás! El presidente no cometerá la estupidez de Miguel Vargas con la firma del “Pacto de las corbatas azules” para habilitar a sus enemigos.
La política es una ciencia, la más pura después de la filosofía, decía Juan Pablo Duarte. Por lo tanto, debe ser tratada como tal. Un pacto secreto similar al de las “Corbatas Azules” sería un contrasentido, sin ningún valor táctico o estratégico. Los que eventualmente podría hacer un “pacto” son Danilo y Leonel, que ya tienen experiencia, como en el 2015, pero que fue totalmente incumplido por Danilo. La historia enseña que en política no hay amigos, ni enemigos, solo intereses. Ellos podrían echar a un lado sus enormes diferencias y llegar a un acuerdo electoral, porque saben que separados no podrán vencer al presidente Abinader. Es más, creo que ni juntos podrían derrotar al presidente Abinader.
El PLD tiene un candidato malo y caro, como Abel Martínez, sin formación política, sin arraigo. Sin “nada en la bola”. Leonel es candidato sempiterno, con una altísima tasa de rechazo fruto de sus tres periodos de gobierno y de su complicidad para convertir a Danilo en presidente de la Republica. Lejos de subir en las encuestas, ha bajado. Luís Abinader prácticamente está solo en el escenario. Tiene más adversarios dentro del PRM que fuera. De continuar las cosas como van, seguirá siendo presidente más allá del 2024. ¡Sin duda!