Ha habido duras críticas al endeudamiento y cuestionamientos a fórmulas oficiales de inversión como los fideicomisos y las alianzas público privadas.
– ¿Cómo ves la cosa?
– ¿Cómo quieres que la vea?
La pregunta es frecuente en personas con inquietudes sobre la situación política y la perspectiva electoral este 2023, víspera de las elecciones municipales y presidenciales y con la patana proselitista a toda marcha.
En realidad, muchos vinculados a partidos o candidaturas buscan que se avalen sus preferencias. Por eso, en ocasiones, respondo con otra interrogante al detectar la intención del interlocutor.
Los opositores privilegian las dificultades económicas y los números de organismos internacionales sobre retroceso o ralentización de crecimiento de las grandes economías, que impactan a la nuestra.
Igualmente imputan improvisación en temas de seguridad ciudadana, educativos y económicos al gobierno y enfatizan los tropiezos de la administración abinaderista para la ejecución presupuestaria en áreas fundamentales para la dinámica económica.
Ha habido duras críticas al endeudamiento y cuestionamientos a fórmulas oficiales de inversión como los fideicomisos y las alianzas público privadas.
Y la inversión social gubernamental, enfatizada en el último año, ha sido vista con sesgo proselitista.
El gobierno y su partido Revolucionario Moderno cerraron el año insuflando positividad a los gobernados después de dos navidades de mermado espíritu festivo por los embates covidianos.
Esta vez el dinero fluyó, como advertía la promoción de la necesidad de “una brisita” y agregaron medidas de impacto económico y social bien recibidas, y un adicional cariñito populista al convertir en no laborable este lunes.
Abinader y su equipo han rehuido a la palabra crisis ( solo llegan a “retos”) y pintan un panorama venturoso pese al complicado escenario internacional, sabedores de que si apaga el motor económico el avión nacional busca tierra inmediatamente. (Organismos de calificación de riesgo mejoraron el rating del país).
El mandatario reunió el viernes 23 a su consejo de ministros y directores (frustrando viajes al exterior de algunos funcionarios con maletas preparadas) en la que pasó balance a las ejecutorias del 2022 e “instruyó a las principales entidades gubernamentales, principalmente a las destinadas a obras públicas y edificaciones, a que en el primer trimestre del 2023 intensifiquen la inversión de capital en rubros vinculados a la construcción” con el objetivo de “estimular aún más el crecimiento económico del 2023 que se estima será de 4.5 por ciento; también uno de los mayores de la región latinoamericana”.
A partir de enero, explicó José Ignacio Paliza, Administrativo de la Presidencia, como vocero del encuentro, “tenemos una ruta crítica de inauguraciones en las que, en diversas áreas, vamos a poder darles respuesta a muchas de las problemáticas sociales en gran parte del territorio nacional, para que el pueblo pueda gozar de mayor bienestar y mantener el ritmo de crecimiento económico”.
Desde el litoral opositor han denunciado que en el presupuesto nacional se privilegió la partida de la Presidencia de la República para hacer inversiones con fines electorales, que incluiría, afirman, la captación de adversarios con énfasis en el ámbito municipal.
La camorra política entre en una fase de durezas en las que no se hacen concesiones y en el que la verdad se relativiza. Ya vimos hace unos días algunas muestras en el Congreso Nacional pese al “espíritu de la navidad”. Quedan algunos capítulos de discordia en las discusiones de las leyes electoral y la de fideicomiso.
Las distorsiones permean también lo mediático a diez meses de las primarias de los partidos, doce de las elecciones municipales y 14 de las presidenciales y congresuales.
Y algo sumamente preocupante es que el árbitro, Junta Central Electoral, registra recursos económicos insuficientes y carece de las reformas electorales sometidas a tiempo para una efectiva regulación del proceso.
Y con el agravante de que amenaza una contra reforma…