- Ahora, ¡cuidado que vienen curvas! Derrotados en sus propósitos antinacionales, y desacreditados por la corrupción, los propios cortesanos de Narnia acaban de desintegrar el reino, en una votación (entre ellos), 72 a 29.
Por Héctor Martínez Fernández
En sentido general, y sin ánimo de ofender, los gobiernos de Occidente, a la luz del caso Juan Guaidó, han sido una vergüenza monda y lironda. Veamos:
El 23 de enero del 2019, con 18 días como presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Guaidó se autoproclamó “Presidente Encargado de Venezuela”, tras negarse a aceptar el triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones de mayo de 2018.
Prontamente fue reconocido por el gobierno norteamericano…, republicanos y demócratas de común acuerdo. El presidente Donald Trump lo recibió con honores en la Casa Blanca, y Nancy Pelosi lo hizo en el Capitolio, donde lo felicitó por su “valentía y liderazgo”. También lo apapachó el secretario de Estado Mike Pompeo.
El gallinero europeo, huérfano de dignidad, siguió los pasos de Estados Unidos. Incluso le disparó un ultimátum al presidente Maduro, ordenándole nuevas elecciones…. Vimos sobrecogidos los reconocimientos del Reino Unido, la Unión Europea y sus gobiernos: España, con el “socialista” Pedro Sánchez en primer lugar; Francia, Alemania, Portugal, Países Bajos, etc., y en América: la OEA de Almagro, la Colombia de Iván Duque, el Brasil de Bolsonaro, el Canadá de Justin Trudeau, etc..
Ni corta ni perezosa, la Soberbia Albión, como Drácula tras la sangre, vio en las reservas venezolanas depositadas en el Banco de Inglaterra (31 toneladas de lingotes de oro) una ocasión para ñampiárselas. Mientras tanto, EEUU, fiel a su “democracia”, entregaba a su pichón la multimillonaria empresa venezolana CITGO, filial de la petrolera PDVSA, y la Colombia de Duque hacía lo propio con fertilizantes Monómeros.
Con tan férreo respaldo, Guaidó y sus socios se despacharon haciendo y deshaciendo con los bienes del pueblo venezolano, y creando inestabilidad, sabotajes, sobornos y muerte. A su trono, en Narnia -tierra de fantasía y magia creada por Lewis-, la asistencia llegaba a pedir de boca. Con impunidad absoluta, estos “libertadores” articulan conjuras y agresiones de todo tipo.
Recordemos la intentona golpista, vía “ayuda humanitaria”, patrocinada por Estados Unidos, Colombia, Brasil y los Países Bajos, y la Operación Gedeón (3 de mayo, 2020), incursión armada a territorio venezolano, en la que participó una dotación de mercenarios norteamericanos.
Elliott Abrams, representante oficial de la Casa Blanca en Venezuela llegó a decir que esperaba que el presidente Maduro “no sobreviva al año (2020), y estamos trabajando duro para que eso suceda” (05/08/20).
Ahora, ¡cuidado que vienen curvas! Derrotados en sus propósitos antinacionales, y desacreditados por la corrupción, los propios cortesanos de Narnia acaban de desintegrar el reino, en una votación (entre ellos), 72 a 29.
Por supuesto, órdenes habrán recibido de sus amos, empeñados como están éstos en apropiarse del petróleo venezolano, más ahora que la desacertada política de sanciones contra Rusia ha llevado a Putin a suspender la venta de hidrocarburos… a quienes sin producirlo quieren fijarle precio.
En el fracaso de la conjura contra Venezuela hay que resaltar la fidelidad del pueblo venezolano y sus hombres y mujeres de armas, así como el respaldo decidido de Rusia, China, Irán, Cuba y otros.
(31/12/22)