El bolsonarismo aisló al gigante del cono sur y se desligó en sus cuatro años de los acuerdos institucionales de integración en materia de política exterior.
En su discurso de toma de posesión para su tercer mandato presidencial en Brasil, Luis Inácio Lula Da Silva, planteó su política exterior focalizada en devolverle a su país el liderazgo en sus relaciones internacionales, con prioridad en Latinoamérica.
Su juramentación, el 1 de enero de 2023, en Brasilia, capital de la República Federativa de Brasil, estuvo rodeada de simbolismo, comenzando con la entrega de la banda presidencial por una comisión de diversos sectores sociales del pueblo brasilero.
En la explanada del Palacio Do Planalto, sede del Poder Ejecutivo, estuvieron protagonizando la ceremonia el líder indígena brasileño y ambientalista Raoni Metuktire; un operario metalúrgico, un hombre con parálisis cerebral, un niño marginado y Aline Sousa, una mujer negra de 33 años, y cartonera desde los 14.
Ante la ausencia del saliente presidente Jair Bolsonaro, quien abandonó días antes Brasily confirmara que ni él ni su vicepresidente, Hamilton Mourao, participarán en la ceremonia de investidura, el protocolo del nuevo gobierno optó por un ceremonial sinigual en la historia brasileña.
El diario O Globo, recordó en una crónica, que “la de hoy fue la primera vez desde 1985 que un presidente saliente no entregó la banda presidencial a su sucesor. Ese año, el último presidente de la última dictadura militar, el general Joao Figueiredo, se rehusó a participar en la ceremonia de investidura de José Sarney, quien recibió la banda de parte de un funcionario del Planalto”.
Lula, previo al acto formal de juramentación, hizo un recorrido por las avenidas adyacentes a la sede gubernamental, a bordo de un vehículo descapotado, mandando así un mensaje de cercanía del mandatario y que acabó con las especulaciones de que se desplazaría en un automóvil blindado y cerrado, debido a las amenazas por parte de extremistas.
La Policía de Brasil dijo que detuvo a un hombre con un cuchillo que buscaba ingresar a la explanada de Brasilia.
“El hombre venía de Río de Janeiro para participar del evento y durante una revisión fueron encontrados fuegos de artificio y un cuchillo”, expuso un comunicado de la institución oficial.
Política Exterior
Las nuevas autoridades brasileñas (periodo 2023-2027) se proponen como prioridad reformular la política exterior de la República Federativa de Brasil, para lo cual, el presidente Lula dijo que buscará devolver a Brasil a la escena internacional. “Nuestro protagonismo retomará la integración a partir del Mercosur, con la revitalización de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y otras instancias soberanas", expresó.
Al respecto, el mandatario designó como ministro de Relaciones Exteriores a Mauro Vieira (Río de Janeiro 71 años), diplomático de carrera, quien ocupó esas funciones en el mandato de Dilma Rousseff entre 2015 y 2016.
Vieira, fue, además, representante de Brasil en las embajadas de Buenos Aires y Washington y también lideró la delegación de su país en la ONU.
Observadores de la realidad actual de Brasil, tras la salida del poder del gobierno de Bolsonaro, coinciden en que la recuperación de la política exterior conlleva un trabajo arduo enfocado en una visión “altiva y activa”.
El bolsonarismo aisló al gigante del cono sur y se desligó en sus cuatro años de los acuerdos institucionales de integración en materia de política exterior, medio ambiente y programas de cooperación suscritos con países de América Latina y otras latitudes del mundo.
Con la asunción de Lula al solio presidencial, se restablecen las relaciones bilaterales, comerciales y políticas con el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.
Conciencia Política
En su discurso de juramentación, el líder del Partido de los Trabajadores de Brasil, valoró la conciencia política de los brasileños, indicando que, “si estamos hoy aquí es gracias a la conciencia política de la sociedad brasileña y al frente democrático que formamos a lo largo de esta histórica campaña electoral”.
Dijo, asimismo, que la democracia fue la gran vencedora de esta elección, superando la mayor movilización de recursos públicos y privados jamás vista; las más violentas amenazas a la libertad de voto, la más abyecta campaña de mentiras y odio y conspirar para manipular y avergonzar al electorado.
“Nunca antes se habían malversado tanto los recursos del Estado en beneficio de un proyecto autoritario de poder. Nunca la máquina pública estuvo tan alejada de los controles republicanos”, sentenció Lula Da Silva.
De obrero a jefe de Estado
El otrora líder metalúrgico, que dio sus primeros pasos en Sao Bernardo Do Campo, donde está el complejo industrial más importante del estado de Sao Paulo, recordó que, con su arribo al poder por primera vez en 2002, se demostró que un representante de la clase trabajadora sí podía dialogar con la sociedad para promover el crecimiento económico de manera sostenible y en beneficio de todos, especialmente de los más necesitados.
Y exclamó: “Quedó demostrado que sí era posible gobernar este país con la más amplia participación social, incluyendo a los trabajadores y los más pobres en las decisiones presupuestarias y de gobierno”.
Lula Da Silva tendrá que afrontar grandes retos en este tercer mandato presidencial que acaba de inaugurar, y ello lo ejemplariza con las siguientes palabras: “El diagnóstico que recibimos del Gabinete para la Transición de Gobierno es espantoso.
De inmediato, puntualizó, que, “vaciaron los recursos de salud. Desmantelaron la Educación, la Cultura, la Ciencia y la Tecnología. Destruyeron la protección del Medio Ambiente. No dejaron recursos para comedores escolares, vacunas, seguridad ciudadana, protección forestal, asistencia social”.
Igualmente, el jefe de Estado en su mensaje de toma de posesión puntualizó: Desorganizaron la gobernabilidad de la economía, el financiamiento público, el apoyo a empresas, emprendedores y el comercio exterior. Dilapidaron empresas estatales y bancos públicos; entregó el patrimonio nacional. Los recursos del país fueron saqueados para satisfacer la codicia de los rentistas y accionistas privados de las empresas públicas.
Frente a ese escenario, Lula, recordó que ninguna nación se ha levantado ni puede levantarse sobre la miseria de su pueblo.
¿Bolsonaro ante la Justicia?
El presidente de la República Federativa de Brasil, Luis Inácio Lula Da Silva, advirtió que debe haber consecuencias judiciales contra quienes dejaron el país sin protección de vacunas para encarar la pandemia de la Covid-19, cuando su antecesor Jair Bolsonaro en más de ocasión minimizó la agresividad y peligrosidad del mortal virus, aduciendo de que se trataba de una “simple gripe”.
Alrededor de 700 mil brasileños murieron por causa del coronavirus y Lula, entiende, que al igual que la devastación de un 30% de la Amazonia, fueron acciones “genocidas” promovidas desde el poder por las anteriores autoridades.
Aunque los partidarios de Bolsonaro tienen una notable presencia en las cámaras legislativas, lo que obligará al gobierno a negociar con los parlamentarios opositores para así viabilizar la aprobación de muchas de las iniciativas legales emanadas del Poder Ejecutivo, nadie subestima el extraordinario pragmatismo de Lula.
Si fue capaz de estructurar un frente opositor y una maquinaria electoral suficiente para sacar del poder al excapitán del Ejército brasileño, nadie duda de que ahora sabrá lidiar ante las presiones promovidas por sus opositores.
La experiencia política, sagacidad, liderazgo y capacidad de diálogo de Lula para manejarse con sus adversarios saldrán a relucir en este tercer mandato, y, ya hubo, un anticipo cuando expuso en su discurso inaugural: “Reafirmo, para Brasil y para el mundo, la convicción de que la Política, en su más alto sentido – y a pesar de todas sus limitaciones – es el mejor camino para el diálogo entre intereses divergentes, para la construcción pacífica de consensos. Negar la política, devaluarla y criminalizarla es el camino de las tiranías”.
Lula tendrá un mandato complejo y deberá asumir grandes retos en la reconstrucción de Brasil, para lo cual, es fundamental la unificación del PT en torno a una agenda gubernamental que priorice el consenso.
Su vicepresidente, Geraldo Alckmin, es un ducho de la política brasileña y que estuvo al frente de la comisión de traspaso de mandato conjuntamente con las anteriores autoridades.
El presidente Lula en su discurso de asunción al poder reafirmó su compromiso con los más empobrecidos de Brasil, y, anticipó, que dedicará sus energías para que su país sea dueño de sí mismo y dueño de su destino.
“Tiene que volver a ser un país soberano”, enfatizó
Artículo de Manuel Díaz Aponte