Los partidos de mayoría dominante en muchas ocasiones generan artificiosamente estas situaciones.
Los proyectos de ley más sensitivos y controvertidos deberían ser introducidos por la Cámara de Diputados para ganar tiempo y evitar aprobaciones apresuradas y atropellantes.
Con el proyecto de Régimen Electoral se repite lo ocurrido con la iniciativa que se convirtió en la Ley de Extinción de Dominio: meses prácticamente perdidos en el Senado para luego veloces y agitados consensos en la llamada cámara baja.
En el camino se estrecha la vía y arribamos a la criticable “ley posible” que genera tantos Frankenstein que hacen sudar a los cirujanos del Tribunal Constitucional.
Los partidos de mayoría dominante en muchas ocasiones generan artificiosamente estas situaciones, pero parece que en la actualidad tiene mucho que ver con falta de liderazgo o de compromiso en el Senado.
Las comisiones senatoriales, según el reglamento, tienen como “función viabilizar la concertación, profundizar en los trabajos y recomendar la toma de decisión del Pleno, a partir del estudio, consulta, consenso”, pero la capacidad y disposición de armonizar y tender puentes del líder de la cámara es fundamental para concretar acuerdos que posibiliten la aprobación de los proyectos.
El presidente del Senado, Eduardo Estrella luce ausente en este esfuerzo, de mayor visibilidad cuando Alfredo Pacheco, líder de los diputados logra en días consensos que no fueron posibles en meses.
Pacheco, es dirigente del gobernante Partido Revolucionario Moderno (PRM), que sustentó la candidatura de Estrella, presidente de la agrupación Dominicanos por el Cambio, a la senaduría por la provincia de Santiago.
A Estrella se le ha criticado su asidua presencia en actividades oficiales, sin vinculación con su labor congresual en distintos puntos del país.
Su presencia resalta en consejos de gobierno, como si tratase de un ministro de la administración abinaderista, así como en inauguraciones de obras oficiales, tiempo vital para la gestión congresual.
El presidente Abinader parece sentirse cómodo y acostumbrado a la presencia del senador y aliado en actos de gobierno, que hasta lo envió a representarlo en la toma de posesión del presidente brasileño Lula da Silva el uno de enero último, pese a ser cabeza de otro poder del Estado. (Al país le convenía que Lula y Abinader estrecharan sus manos. En su ausencia, la vice o el canciller).
Mientras Estrella distrae todo ese tiempo en actividades del gobierno, las tareas faltantes en el Senado para evitar quejas de actores sociales y aprobaciones de proyectos con precarias mayorías son saldadas en la Cámara de Diputados por Pacheco, que se pone al frente personalmente de los esfuerzos consensuales. Paradójico.
En el caso del proyecto de Ley de Extinción de Dominio, la aprobación senatorial provocó todo tipo de quejas de senadores y sectores interesados, que luego Pacheco escuchó en 72 horas para una aceptación unánime de los diputados. Al retornar la pieza al Senado, luego del consenso trabajado, entonces logró unanimidad. ¿Cómo fue posible? Dedicando tiempo a lo que es fundamental.
Ahora con la ley electoral ha ocurrido algo similar. Después de meses en el Senado, se logró una aprobación que dejó fuera más de 40 puntos que habían sido consensuados en sesiones del Consejo Económico y Social, lo que generó quejas de la Junta Central Electoral, partidos políticos y entidades de la sociedad civil, entre otros actores.
Pacheco, de nuevo, ha llamado “a todo el mundo” para escuchar sus planteamientos. Ya acudieron JCE, Tribunal Electoral, Finjus, partidos políticos y se adelanta cambios.
Pacheco, evidentemente lidera el Congreso Nacional, mientras Estrella sigue a la sombra de Abinader , buscando, dicen, apoyo nuevamente para la senaduría por Santiago.
Abinader apoyó dos reelecciones de Estrella en la presidencia del Senado a contrapelo de los senadores del PRM.