Los museos y bibliotecas albergan objetos valiosos, que deben mantenerse en condiciones de temperatura y humedad controladas para evitar su degradación.
Por Ricardo Parada.
Pinturas, libros, colecciones, archivos son bienes de gran valor histórico y económico, que reaccionan a los cambios de temperatura y humedad, especialmente si están hechos de materia orgánica. Una obra en un edificio antiguo o en un espacio muy húmedo, en poco tiempo, mostrará signos de deterioro, causados por microorganismos, bacterias, hongos e insectos. Los visitantes de museos y bibliotecas pueden no darse cuenta de la tecnología necesaria para mantener las colecciones intactas y duraderas a lo largo de los años, pero de ello depende la conservación preventiva de las obras, para que el público pueda descubrirlas y apreciarlas.
La importancia de conservar manuscritos, libros, grandes obras maestras universales, entre otros objetos, radica en la construcción de una cultura y en el momento en el tiempo que representan las piezas, por lo que es común el uso de vidrios especiales para mantenerlas protegidas, muchas veces lámparas antirreflejantes, con mínima radiación ultravioleta, entre otros dispositivos para mantenerlas alejadas del polvo y elementos que pudieran degradarlas.
Para ello, también se diseñan sistemas de tratamiento del aire, de forma que su circulación pueda mantener un nivel constante de temperatura y humedad relativa. Las oscilaciones en la medición de estos parámetros (humedad relativa y temperatura) pueden hacer que los marcos de madera, por ejemplo, se contraigan y expandan, causando deformaciones.
Otro factor relevante, especialmente cuando las obras son en préstamo, son las condiciones contractuales minuciosamente detalladas, como las especificaciones para mantenerlas en un ambiente con un nivel de humedad del 50% +/- 5 y una temperatura de 20 °C +/- 2, incluso más aún cuando los aparatos de medición y el número de aparatos varían de un museo de arte a otro, además de las condiciones climáticas de cada país.
El control de parámetros se puede dedicar al lugar de trabajo, mediante transmisores de temperatura y humedad HMT333 de Vaisala, generalmente cuando el objeto tiene un valor económico significativo, o al medio ambiente, con el objetivo de compensar las fluctuaciones y mantener estables a todos los agentes externos que puedan actuar. Sobre la conservación.
Los sistemas HVAC como aliados
Existen, sin embargo, formas de medir parámetros y estabilizar ambientes a partir de sistemas HVAC, que requieren registros de condiciones ambientales para garantizar la vida útil de las colecciones. Esto se debe a que el edificio, especialmente si es antiguo, puede acelerar el proceso de degradación de los archivos y el envejecimiento de las obras que alberga.
La medición de variables críticas contribuye a que la calidad ambiental y el factor de riesgo arquitectónico se mitiguen, manteniendo bajo control las causas del deterioro. Hoy en día, la tecnología disponible para control y monitoreo incluye sensores de medición portátiles y fijos, que pueden devolver datos de humedad relativa, temperatura, CO2, entre otros parámetros. En un sistema HVAC, estos parámetros transfieren información automáticamente y alimentan los sistemas de ventilación para una gestión eficiente del edificio, mejorando la salud general del edificio.
En las bibliotecas y museos, el público sólo tiene acceso a las salas de exposición, que por lo general están limpias y en buen estado para recibir a los visitantes. Otros ambientes destinados a reserva técnica, restauración o refugio temporal, sin embargo, también necesitan un buen mantenimiento y vigilancia, para la conservación de las piezas. Toda esta complejidad es invisible para el público, pero esencial para lograr que el visitante tenga una experiencia increíble al cumplir el deseo de ver un cuadro famoso u otras obras de inestimable valor histórico y artístico.
Autor: Ricardo Parada, Ingeniero de Aplicaciones de Ventas de Vaisala, multinacional finlandesa líder en mediciones industriales, ambientales y climáticas