Las políticas de fomento e incentivo al turismo, se las supone caducas porque son políticas validas en la etapa inicial de la industria sin chimeneas.
Los medios de comunicación audiovisuales del país se encuentran, por estos días, invadidos por informaciones sobre el desplazamiento de una gran masa de comunicadores hacia Madrid, España, o, mejor dicho, hacia la Feria Turística de Madrid conocida como Fitur.
De entrada, la noticia parece auspiciosa, sin embargo, una mirada técnica detenida, permite observar que se trata de un derroche de recursos sin un objeto definido, a no ser el de que la banca nacional entregue en préstamos a potenciales inversionistas, recursos que aquí escasean cuando lo que se debería procurar es atraer inversiones frescas, es decir divisas de allende los mares.
Por otra parte, la promoción ha de hacerse en potenciales mercados emisores de inversionistas y de corrientes turísticas, sin embargo, se observa que, al parecer, el objeto es convertir a cada ciudadano dominicano en inversionista del sector turismo y en turista.
De ante mano, se sabe que, esto es un despropósito, entonces ¿qué se busca con esta promoción avasallante? La respuesta es simple: el gobierno busca posicionarse como una entidad que está trabajando arduamente por el desarrollo del país en materia de turismo.
Es decir, hay un propósito electoral en ello. Se sabe que el presidente de la república busca repostularse, se sabe que el ministro de turismo tiene aspiraciones presidenciales o, al menos, un sector económico lo promueve y financia. De modo que, con probabilidad, se está confeccionando la boleta electoral presidencial y vice presidencial del partido de gobierno. Dicho de otro modo, se está violando la ley electoral pues no se está en periodo de promoción electoral.
Desde el siglo pasado, los organismos internacionales especializados en buena técnica turísticas, vienen sugiriendo al país que el MITUR sea convertido en un órgano técnico que diseñe y ejecute la política pública en materia de turismo de la nación alejado de la política vernácula, se ha planteado que, el MITUR sea una especia de banco central del turismo, en el sentido de que pueda, de forma independiente,planificar a corto, mediano y largo plazos, la estrategia de desarrollo del sector. El gobierno del cambio, sigue pues sin cambiar nada, es decir haciendo más de lo mismo.
Las políticas de fomento e incentivo al turismo, se las supone caducas porque son políticas validas en la etapa inicial de la industria sin chimeneas, está claro que República Dominicana quemó ya esas naves, ahora requierede puntos institucionalizantes, por ejemplo, trabajar duro en materia de seguridad turística, de urbanismo, de ecología, de propuestas gastronómicas, de fomento a la agroindustria, de paisajismo urbano y rural, de organización territorial y, muy particularmente, en la formación de los gobiernos locales para que, de más en más, sean estos los que manejen la actividad turística. Es sintomático, por ejemplo, que el gobierno del Distrito Nacional, carezca de política turística, pero también Puerto Plata, Higüey, Samaná, etc. Sin la toma de conciencia sobre estos puntos, es difícil convertir al país en una nación turística, si se entiende por tal, aquel que es capaz de poseer una población flotante igual o mayor a su población local a la vuelta de cada año.
Mientras el turista no pueda desplazarse a donde quiera fuera de los resorts y consumir lo que desee la meta estará lejos; mientras el urbanismo criollo sea un desorden vial que no esté construido pensando en el caminante, mientras no se posea ciudades amigables con el turista, no podremos llegar a la meta.
El gobierno debe saber que el ministerio de Medioambiente es parte del MITUR en el sentido de que deben armonizar sus objetos respectivos el uno con el otro respetando sus espacios. Desde esta perspectiva, resulta obvio, que lo de Pedernales está mal diseñado y peor ejecutado, por solo citar un caso, sin hablar de ballenas jorobadas y otras especies o recursos renovables `cuyos hábitats están siendo destruidos en desconocimiento absoluto de su potencial como recursos turísticos. El saneamiento ambiental, el manejo de desechos, etc., pueden ser convertidos en atractivos mutuamente rentables y vendibles como oferta turística siempre que se persigan objetivos institucionales y se erradique la politiquería.
La oferta gastronómica es otro renglón que debe ser explotado al máximo porque siendo como somos, una isla continente, la oferta puede ser variada y vendible desde el conuco hasta la mesa. Ya el país cuenta con varias escuelas de cocina en sus universidades y con alguna conciencia en materia de respeto al consumidor o turista. Por tanto, se puede pasar de la infraestructura y la estructura a la superestructura turística de forma inteligente. Ya no estamos para elefantes blancos, estamos para provocar corrientes turísticas constantes que puedan, individual y colectivamente, venir directamente al país y encontrar lo que buscan con garantía de seguridad y de buen servicio.
La respuesta del sector agrícola y ganadero a las demandas del hotelería ha sido más que eficiente, sin embargo, el MITUR nada hace por presentar indicadores, ni por estabilizar los ingresos del sector. Esto ocasiona distorsiones en el mercado porque las estadísticas permiten al productor qué y cuanto producir orientado hacia ese mercado. Así como introducir las innovaciones que fueren de lugar; esto incluye la oferta en cuanto a idiomas, pues lenguas como el ruso, el chino, el turco, etc., deberían integrar al turismo no solo a la agroindustria sino a la educación misma. Por tanto, llevar a Madrid a comunicadores que están teniendo su primer contacto con el sector, al tiempo que se descuidan áreas esenciales, constituye una improvisación mayúscula. Es decir, equivale a una ignorancia no programa de las necesidades del sector.
A manera de ejemplo, puede afirmarse que, si la invitación a comunicadores hubiere sido hecha a síndicos y regidores, a gobernadores, a productores, a ganaderos e incluso a políticos locales, los resultados podrían ser tangibles e inductores a reales políticas públicas para el sector. Recuérdese que, cuando se habla de inversión público-privada, como desea el gobierno que se haga, cuando se desea que no se mire hacia atrás, es porque tenemos la vista hacia el horizonte muy clara. Y este no parece ser el caso.
Ojalá que la Fitur 2023, sea el último año de improvisación en la promoción turística y el último en turismo electoral en el MITUR. Un órgano técnico, no debe esperar a poseer demandas desde los gobiernos locales para introducirlos en el sector, es al revés, debe propiciar que estos entiendan que el derrame económico que genera la actividad turística les conviene, por tanto, no se trata solo de inducir sino de convencer. Antes esto era impensable porque el país carecía de organizaciones de concienciación sobre los derechos del turista consumidor, pero ya estamos a buen puerto. Al grado de que, desde el Estado se trabaja en la puesta en marcha de una amplia política pública de calidad. Es decir, se trabaja no ya en la conciencia de consumo, sino en garantía de la calidad de la oferta desde el Estado mismo. El Consejo Dominicano para la Calidad (CODOCA), el Instituto Dominicano de la Calidad (INDOCAL), et., junto a la ley que los rige dan fe de ello. DLH-21-1-2022