La postura luce coherente con el respaldo partidario unánime al presidente dominicano ante su participación en la ONU de septiembre del 202.
Corría sangre humana en campos y ciudades de Vietnam, mientras se negociaba en París, sin que disminuyera la moral y claridad de propósitos de los contendores. Sin entrar en odiosas comparaciones y presente la manida expresión sobre lo cortés y lo valiente, resulta lamentable que a numerosos políticos se les imposibilite jerarquizar las contradicciones con sus adversarios.
Es el momento electoral, lo sé. Y eso es penoso porque la politiquería debilita los esfuerzos por las grandes tareas que debe involucrarnos a todos.
El presidente Luis Abinader, al rendir cuentas ante el Congreso Nacional el 27 de febrero último, convocó a un “pacto nacional por la defensa y protección de la soberanía nacional” y 48 horas después ya estaba sentado a la mesa en el Palacio Nacional con representantes de 27 partidos políticos. Estaban representados Fuerza del Pueblo y el Partido Reformista y ausentes Partido de la Liberación Dominicana y Partido Revolucionario Dominicano.
“Les pido a todos”, dijo el mandatario, luego de describir la grave crisis haitiana y el colapso del Estado, “responsabilidad para apartar el problema haitiano de nuestra lucha partidista y que lleguemos a un gran acuerdo nacional, a un pacto de país, que nos comprometa desde nuestras posiciones y que dé una respuesta unánime en la defensa y la protección de nuestra soberanía”.
La postura luce coherente con el respaldo partidario unánime al presidente dominicano ante su participación en la ONU de septiembre del 2021, en la que reclamó ayuda internacional urgente para el vecino país y advirtió que “no hay, ni habrá jamás una solución dominicana a la crisis de Haití”.
La diferencia ahora es la extemporánea campaña electoral, y algunos actores políticos recelan de las intenciones del gobierno y toman distancia ante la sospecha de acciones que entienden beneficiarían la reelección de Abinader.
El PLD, cuyos gobiernos fueron muy criticados en el discurso por Abinader, alegó que no fue invitado al encuentro del miércoles, pero el secretario general, Charles Mariotti se ocupó en precisar que aún convocado, no se hubiese enviado representación “a perder el tiempo”, como en otros llamados oficiales. Dijo que es responsabilidad del Poder Ejecutivo ejecutar la política exterior y migratoria.
Mientras, Francisco Javier García, coordinador nacional de la campaña del “casi candidato” Abel Martínez expresó que se trata de una estrategia propagandística de Abinader y el PRM para distraer a la oposición y a la población.
Manolo Pichardo, quien acudió a la reunión, en representación de la Fuerza del Pueblo, criticó que Abinader no presentara un documento base para orientar la discusión, recordando que algo similar habría ocurrido en las discusiones sobre política exterior en el Consejo Económico y Social.
Otros actores, fuera de toda sospecha de vinculación con el oficialismo, como Minou Tavárez Mirabal, de Opción Democrática y Guillermo Moreno y Fidelio Despradel, dirigentes de Alianza País, participaron en el encuentro.
La convocatoria debería abarcar a entidades de la sociedad civil y a los grupos empresariales vinculados al trabajo de la construcción y a las labores agrícolas. También, a grandes comerciantes, cuyas principales ventas van destinadas a Haití. (Abinader habló de “desnacionalización de los mercados laborales” y retrasos en la tecnificación y modernización en áreas de “producción estratégicas”
Los partidos políticos pueden seguir en la precipitada campaña electoral y un ejercicio opositor sin contemplaciones (tal como lo hacía el PRM cuando no estaba en el poder), pero hay tareas fundamentales que merecen su espacio.