UNICEF advierte un aumento del 30% en la desnutrición aguda grave"
PUERTO PRÍNCIPE, Haití.- La tierra de Haití, con su historia vibrante y su pueblo resiliente, está siendo testigo de una cruel realidad que amenaza la vida de su más vulnerable. La violencia armada, como una sombra oscura y despiadada, ha extendido su manto de destrucción, dejando tras de sí un rastro de hambre y desesperación.
En medio de esta tormenta implacable, el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) ha levantado una voz de alarma, revelando una verdad desgarradora. El hambre, ese monstruo silencioso que acecha a los niños indefensos, ha encontrado un terreno fértil para proliferar en esta nación caribeña. El número de pequeños que sufren desnutrición aguda grave se proyecta para aumentar en un 30 por ciento este año, según los expertos de UNICEF. Una cifra que salta del oscuro abismo de 87.500 a 115.600, como si se presentaran números simples sin rostro.
El verdadero rostro de la tragedia se revela en los ojos cansados y los cuerpos frágiles de los niños haitianos. Uno de cada cuatro de ellos lleva consigo el peso aplastante de la desnutrición crónica, una carga que deja cicatrices físicas y cognitivas en su ser. Y es en Puerto Príncipe, la capital que una vez fue el vibrante corazón de Haití, donde la violencia ha alcanzado proporciones aterradoras. Solo en el pasado mes de abril, más de 600 almas inocentes fueron arrancadas de este mundo, dejando atrás un vacío que solo puede ser llenado por lágrimas y lamentos.
La sombría realidad se agrava aún más en la parte occidental de la capital, un territorio azotado por los grupos armados que siembran el terror a su paso. Aquí, la desnutrición aguda ha aumentado su mano cruel, desgarrado a un desgarrador 7,5 por ciento de los niños, según estimaciones escalofriantes de UNICEF. Los pequeños, que podrían estar riendo y jugando, ahora luchan contra la marea implacable de la desnutrición, sin tener siquiera la oportunidad de un mañana mejor.
Bruno Maes, el valiente representante de UNICEF en Haití, ha compartido su tristeza y frustración ante esta crisis inhumana. "Cada día, más madres y padres se ven impotentes para brindar la nutrición y el cuidado adecuado a sus hijos", lamenta Maes, su voz temblorosa con la carga de la impotencia. "La creciente violencia de los grupos armados les impide llevar a sus hijos a los centros de salud, donde podrían encontrar un rayo de esperanza en medio de la desesperación".
La realidad se vuelve aún más desoladora cuando se suma al panorama actual el brote de cólera, una enfermedad cruel que amenaza con arrastrar más almas hacia la desesperación y la muerte. Si no se toman medidas urgentes, la tragedia se intensificará, y los niños sufrirán un destino inclemente.