Entre deudas y compromiso, Edward llega al punto de desilusión que llegamos todos. América, el gran país del cual le hablaron, tenía una cruda realidad.
Jason Prats.
Pembroke Pines, Florida.- Edward que no bien quiso salir de Santiago a Estados Unidos, ahora se quedaba por compromisos con el corazón, ahora con responsabilidades que trascendían los deseos de la juventud, Edward se ve en la necesidad de buscarse un segundo empleo. Y lo encuentra en lo que ya sabía hacer. No. No en el beisbol o lavando carros, sino en otro McDonald’s.
“Empezaba mis días a las 5am. Llevaba mi novia a la escuela y de ahí a trabajar en los McDonald’s, hasta las 11 de la noche. Al otro día, repetir lo mismo. Esos fueron años bien difíciles. Época de recesión yluego el estallido financiero del 2008. Edward apenas ganaba poco más de siete dólares la hora. Mucho trabajo, poco dinero y bien cansado. Tanto que, una noche, ya de regreso a casa, se duerme y se accidenta. Su novia quien le acompañaba, no se percata. El vehículo es pérdida total. “Jason, lo tuve que dejar ahí mismo.”
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Entre deudas y compromiso, Edward llega al punto de desilusión que llegamos todos. América, el gran país del cual le hablaron, tenía una cruda realidad. Te martillaba hasta reducirte a lo mínimo. Muy diferente a la promesa que emite. Y ahí, los pensamientos de regresar a RD comienzan a aumentar. Hasta que alguien le ofrece aprender a cortar pelo en una barbería.
Se compra una “maquinita” y les ofrece cortes gratis a sus compañeros de McDonald’s, para poder practicar. Es en Gentlemen’s Cuts, donde inicia un destino de vida con mayor gratificación. Graciosamente nos describe, que parecía un “sonso”. “Me tenían parado ahí nada más viendo. Ningún cliente quería darme un chance, ya que era novato. Me tenían en la barbería como el muchacho de los “mandao”. Y me pasémuchos días sin hacer ni uno.”
La primera clientela de Edward fueron los señores mayores de la comunidad y los desamparados de la calle. Los “homeless”. Aquellos que amanecen sin saber que van a hacer, más que sentarse en el conten o dar vueltas buscando limosna. A esos, le ofrecía $5 dólares para que entraran a la barbería y se dejaran recortar de él. El les pagaba el pela’o.
Con cada paso del abejón, su clientela fue subiendo hasta que le toco hacer su primer “fade”. Ese día logró por primera vez,hacer US$100 en un día. Saliendo de ahí, con gratitud y asegurando dejar la puerta abierta, pone la renuncia en McDonald’s. “Me reté yo mismo: porque solo me quedaban dos caminos. Uno. O triunfaba como barbero, o dos, regresaba pa’Santo Domingo.”
- Así como dirigió durante años las curvas de otros, ahora dictaba los cortes de su emprendimiento. Continúo astutamente trabajando en crecer su clientela. Sin sentarse a esperar a que estos llegaran a él, Edward salía por varias plazas y supermercados cercano ofreciendo cortes de pelo. “Venga y déjeme pelarlo”, les decía.
La disciplina que mostró desde niño, sacando la energía, para la escuela, la finca y la pelota, hasta trabajar en dos McDonald’s de turno completo, ahora se compensaba con la oportunidad de abrir su propia barbería, a penas a dos años de su primer corte. “Hay que confiar en el proceso de Dios”, puntualiza Edward. “Yo dije, a mis dos años debo tener mi barbería propia… pero esto no fue lo que Dios tenía planeado para mí.”
Esperando un año por permisos municipales, impide ese sueño y terminan cerrando el negocio sin haber atendido un solo cliente. Intenta un par de ensayos más, que tampoco cuajan. Sin embargo, continuó buscando como diversificarse. Desde comprar máquinas dispensadoras “vending machines”, hasta negociar con vehículos de subastas. Siempre mandando señales al porvenir a ver que picheo le lanza.
Su novia desde la adolescencia, Elizabeth, hoy su esposa, es enfermera de profesión y madre de sus dos MVP, Matías y Matthew. Siento que ese es el equipo para el que juega hoy. Y ella, el coach que siempre quiso tener. Nos dice, “Jason, ella siempre ha estado ahí.” Y si algo ha aprendido de Estados Unidos y la vida, es que aun teniendo una meta clara de lo que queremos lograr, hay que seguir el camino. Eso siento que me dice. Que la vida le ha tirado muchas curvas. Y que sigue esperando su picheo. Ese que no le han cantado, pero que terminará por permitirle dar un palo. Pero por el momento, sigue cortando. Aunque parezca estar en 3 y 2, con dos en base en el noveno.
Jason Prats