El 61% de los jóvenes considera que poseer habilidades o conocimientos no sirve de nada si no se pueden respaldar con una titulación académica.
Más de la mitad de los jóvenes temen que sus profesiones sean reemplazadas por la tecnología, según revela un informe que recoge los resultados de una encuesta con estudiantes de Latinoamérica. En específico el 53% de los jóvenes encuestados expresan preocupación por la posibilidad de que sus carreras sean obsoletas debido al avance tecnológico.
Sin embargo, a pesar de esta inquietud, el 52% de los encuestados cree que el sistema educativo está adaptándose lo suficiente a los cambios en el mercado laboral para preparar a los estudiantes para los empleos del futuro.
Estas conclusiones se basan en una encuesta que recoge Europa Press realizada entre el 27 de marzo y el 3 de abril de 2023, en la que participaron 1.600 estudiantes de entre 14 y 29 años, de países como España, Chile, Brasil y México.
Los datos están contenidos en el estudio '¿Por qué estudiamos?', realizado por la Fundación SM a través del Observatorio de la Juventud en Iberoamérica.
Además, cuatro de cada cinco jóvenes perciben que la sociedad valora más el tener un título que el ser una persona bien formada.
El informe también destaca que el 61% de los jóvenes considera que poseer habilidades o conocimientos no sirve de nada si no se pueden respaldar con una titulación académica.
Además, cuatro de cada cinco jóvenes perciben que la sociedad valora más el tener un título que el ser una persona bien formada.
A pesar de esta percepción, tres de cada cinco jóvenes afirman que sus profesores han fomentado su interés por aprender.
Motivación por el estudio
En cuanto a la motivación para estudiar, el informe revela que el 77% de los jóvenes se sienten apasionados por lo que están estudiando.
No obstante, más de la mitad de ellos admiten que habrían elegido una formación diferente si tuvieran garantizada la estabilidad económica en el futuro.
En términos de motivaciones, los jóvenes enfatizan el deseo de dedicarse a lo que les gusta (29%) y las oportunidades de empleo (23%) como factores principales en su elección de estudios. Estos motivos tienen una importancia mayor que el interés por aprender, formarse o cambiar el mundo.
Vinculación con demandas del mercado
El estudio también analiza la opinión de los jóvenes sobre la oferta académica en relación con las necesidades del mercado laboral.
En este apartado el 79% de los jóvenes de clases socioeconómicas altas y medias altas considera que las plazas académicas deberían estar vinculadas a las demandas del mercado laboral, en contraste con el 66% de los jóvenes de clases bajas y medias bajas.
"La necesidad de insertarse al mercado laboral es más urgente por apoyar a las familias o mantenerse por sí mismo", ha destacado la coordinadora de investigación y evaluación educativa en Fundación SM, Ariana Pérez Coutado, durante la presentación del estudio.
Elecciones académicas
El informe destaca las opiniones de dos estudiantes en relación con sus elecciones académicas. Carmen, una alumna de primero de bachillerato, explica: "Elijo la carrera de Ingeniería Informática y Administración de Empresas por su proyección futura y las oportunidades laborales que brinda. También me gusta Administración de Empresas y así no me limito a una sola carrera, sino que la complemento de cara al futuro".
Por su parte, Jimena destaca que las salidas profesionales son importantes, pero también enfatiza la importancia de tener vocación y estudiar lo que uno desea para su futuro.
Crítica a los docentes
El informe también revela que el 75% de los jóvenes considera que la falta de vocación por parte de los profesores tiene un impacto negativo en los estudiantes. Esta crítica se intensifica a partir de los 21 años.
En este sentido, los jóvenes de clase media son los más críticos con la capacidad de los docentes para fomentar el interés por aprender y actualizar sus metodologías de enseñanza.
En comparación con los jóvenes encuestados de Chile, México y Brasil, los españoles son los más críticos con la capacidad de los docentes para fomentar el interés por aprender y actualizar su metodología de enseñanza.
El 82% de los encuestados opina que la educación debería enfocarse más en el desarrollo de habilidades prácticas y aplicables en el mundo laboral.
En este sentido, el 82% de los encuestados opina que la educación debería enfocarse más en el desarrollo de habilidades prácticas y aplicables en el mundo laboral.
Por otro lado, los consultados indican que los servicios de orientación académica facilitan una información "muy generalista".
Esta última consideración es más acentuada en los estudiantes de la clase media baja-baja que reconocen que recibieron menos apoyo emocional y asesoramiento en técnicas de aprendizaje que los jóvenes de clase alta-media alta.
Adaptación de formación al mercado laboral
Además la mayoría de los encuestados opina que la formación profesional se adapta más rápidamente que la formación universitaria a las demandas cambiantes del mercado laboral. Un 78% se expresa en este sentido.
Sin embargo, se observa una diferencia significativa entre los grupos de edad. Los jóvenes de entre 18 y 20 años muestran una menor proporción de acuerdo, con un 66% de ellos señalando la adaptabilidad de la formación profesional.
Por otro lado, los jóvenes de 25 a 29 años son los más convencidos, con un 83% de ellos reconociendo la rápida adaptación de esta modalidad educativa.
Estos resultados sugieren que la percepción de la formación profesional puede variar en función de la etapa de la vida en la que se encuentre cada individuo.
La percepción de la formación profesional puede variar en función de la etapa de la vida en la que se encuentre cada individuo.
A pesar de las ventajas reconocidas por la mayoría, el estigma relacionado con el reconocimiento social de la formación profesional aún persiste, especialmente entre los menores de 18 años. Este grupo de edad muestra una mayor presencia de prejuicios en cuanto a la valoración social de este tipo de educación. Además, también son menos propensos a estar de acuerdo con la idea de que la educación pública debe estar al margen de las consideraciones económicas.
Estos hallazgos ponen de manifiesto la importancia de abordar los estigmas asociados a la formación profesional y de promover una comprensión más amplia de su relevancia en el mercado laboral actual.
Además, sugieren la necesidad de fomentar una educación pública que se adapte a las necesidades económicas sin sacrificar la calidad y la pertinencia de los programas educativos.