Se reporta que a partir de 2013, se ha producido un aumento exponencial, con 210 satélites lanzados ese año, 600 en 2019, 1200 en 2020 y 2472 en 2022.
El crecimiento exponencial de la cantidad de satélites y misiones espaciales ha generado preocupación en las Naciones Unidas, lo que ha llevado a la organización a buscar un marco regulatorio para la explotación del espacio exterior.
Según un informe que recoge IPS Noticias titulado "Para toda la humanidad: el futuro de la gobernanza del espacio ultraterrestre", publicado por la Secretaría General de la ONU, se ha observado una diferencia significativa en dos etapas distintas.
En un primer momento, entre 1957 y 2012, el número de satélites lanzados al espacio se mantuvo estable, con un promedio de 150 satélites al año. Sin embargo, a partir de 2013, se ha producido un aumento exponencial, con 210 satélites lanzados ese año, 600 en 2019, 1200 en 2020 y 2472 en 2022.
Es por eso que el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, ha aconsejado la creación de nuevos marcos legales para abordar el crecimiento de la actividad espacial en áreas como las comunicaciones, la exploración de recursos, el turismo y la investigación.
Guterres ha destacado la necesidad de abordar de manera concertada los riesgos emergentes derivados de la congestión en la órbita terrestre baja y la competencia en el espacio, involucrando a todas las partes interesadas que actualmente exploran y utilizan el espacio.
En su llamado a la concertación, Guterres ha enfatizado la importancia de mantener el liderazgo de los Estados en los procesos intergubernamentales. Los Estados han acordado que el espacio ultraterrestre debe ser utilizado con fines pacíficos y en beneficio de todos, y han reconocido la necesidad de fortalecer la gobernanza global en esta área.
Es por eso que el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, ha aconsejado la creación de nuevos marcos legales para abordar el crecimiento de la actividad espacial en áreas como las comunicaciones, la exploración de recursos, el turismo y la investigación.
La dinámica de la actividad espacial ha estado impulsada por el desarrollo de las nuevas tecnologías. La reducción de los costos de lanzamiento ha facilitado la participación del sector privado en la exploración y explotación del espacio.
Debido al impacto tecnológico, el número de satélites inscritos ante la Unión Internacional de Telecomunicaciones ha alcanzado los 1,7 millones, y se espera que se lancen al espacio hasta principios de 2030.
En cuanto a los costos de lanzamiento, se ha observado una disminución significativa. En 1970, el costo promedio de lanzar un kilogramo de carga útil a la órbita terrestre baja era de 18 000 dólares ajustados por la inflación, mientras que en la actualidad no supera los 8000 dólares.
En términos de participación, el número de países con al menos un satélite en órbita ha aumentado considerablemente. Si en 1970 eran menos de 10 países, en la actualidad suman 91.
Ante este escenario de crecimiento acelerado de la actividad espacial, la ONU busca establecer un marco regulatorio que promueva el uso pacífico, sostenible y equitativo del espacio ultraterrestre, asegurando la protección de los recursos espaciales y evitando la congestión en las órbitas terrestres. Esto podría ser posible en la Cumbre del Futuro, que se llevará a cabo en septiembre de 2024.
El aumento rápido del número de misiones privadas relacionadas con las comunicaciones, la explotación de recursos, el turismo espacial y la investigación científica es un aspecto destacado en el informe.
Se señala que los compromisos de países como Estados Unidos, China y Rusia han impulsado el regreso de las misiones tripuladas al espacio lejano. Además, naciones como Europa, India y Japón están desarrollando vehículos espaciales capaces de transportar seres humanos.
En cuanto a los satélites de comunicaciones, se resalta su importancia para la observación de la Tierra. Los datos e imágenes proporcionados por estos satélites permiten a los científicos establecer políticas energéticas y climáticas, rastrear la deforestación, vigilar zonas protegidas contra la caza y la pesca ilegal, evaluar cambios en la biodiversidad y monitorear desastres naturales como inundaciones, sequías y terremotos.
En términos de participación, el número de países con al menos un satélite en órbita ha aumentado considerablemente. Si en 1970 eran menos de 10 países, en la actualidad suman 91.
Se destaca también el potencial de la comunicación satelital para conectar a internet a comunidades aisladas, así como las posibilidades que ofrecen los sistemas mundiales de navegación por satélite en el desarrollo económico de aviones, buques, automóviles y otros medios de transporte.
En cuanto a la investigación y los experimentos científicos en órbita, se menciona que han conducido a numerosos avances en áreas como la biología, la ciencia de materiales, la hidrología y el desarrollo de medicamentos.
Sin embargo, junto con las oportunidades, existen riesgos si no se establece un régimen unificado de sostenibilidad espacial o nuevos marcos de gobernanza entre los Estados. Por ejemplo, el aumento exponencial de satélites requiere una mejor coordinación del tráfico y el establecimiento de una plataforma internacional para vigilar los riesgos de colisiones y accidentes y mitigar sus consecuencias.
Además, no hay mecanismos o organismos internacionales encargados de supervisar y eliminar los desechos espaciales. Se estima que actualmente existen al menos 24,000 desechos orbitales, incluyendo fragmentos y vehículos espaciales. También falta un marco internacional para regular la exploración y explotación de los recursos espaciales.
El informe destaca la presencia de minerales valiosos en la Luna y los asteroides, lo que plantea incentivos económicos para su explotación. Sin embargo, esto también conlleva el riesgo potencial de conflictos, por lo que es necesario llegar a un consenso sobre la gobernanza en esta área.
La creación de nuevos marcos legales podría ser facilitada por la Comisión sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos, establecida por los Estados miembros de la ONU en 1959.
Este nuevo marco internacional no solo serviría para regular la explotación de recursos y prevenir la militarización del espacio, sino que también evitaría el aumento de los desechos espaciales y protegería la infraestructura civil fundamental.