La Policía Nacional seguirá actuando incorrectamente no importa la reforma ni la inversión que haga el Estado.
La seguridad ciudadana es una preocupación de todos los gobiernos en el mundo, sobre todo en los países democráticos, donde la libertad es libertinaje porque todos los ciudadanos tienen derecho a hacer y deshacer, no importa el riesgo ni las consecuencias.
Está comprobado que, a mayor nivel de pobreza y marginalidad, mayor nivel de violencia. Ambos elementos van de la mano.
No invento nada si digo que la seguridad ciudadana es un problema multifactorial; es decir, que encierra muchos elementos, a saber, la educación, el empleo, la vivienda, la salud, etc. ¿Qué se puede esperar de un país donde más del 20% de los jóvenes ni estudia, ni trabaja? ¿Qué se puede esperar de un país que tiene alrededor de un 40% de familias emparéntales, 38% mujeres, 4% hombres? El núcleo familiar disfuncional, sin arraigo. Mujeres solas “criando” a sus hijos, lavando, planchando y cocinando en hogares de clase media, esclavizadas en bancas de apuestas con salarios miserables, dejando a su prole sin ningún cuidado, expuestos a las drogas, el juego de azar y la violencia, residiendo en casas de cartón en patios y callejones, comiendo una o dos veces al día. Ese drama genera violencia constantemente. Y la violencia engendra inseguridad.
Aunque el nivel, tanto de pobreza, como de y pobreza absoluta, han disminuido ligeramente en los últimos dos años, según cifras oficiales, seguimos siendo un país pobre con más del 25% de su población sin acceso a los bienes y servicios fundamentales para una vida digna, una canasta familiar relativamente alta, y un déficit habitacional que supera el millón 500 mil. En los barrios y en los campos hacen falta hospitales, escuelas, centros de formación técnico-profesional, clubes deportivos y culturales, etc. Como dije en el artículo anterior, más de 4 millones de motocicletas recorren nuestras calles sin ningún control convirtiendo las principales ciudades en centros de prostitución, corrupción, anarquía y violencia.
Mientras en Holanda y otros países de Europa están cerrando cárceles, debido a la falta de criminalidad y delitos, porque los ciudadanos tienen sus problemas fundamentales resueltos, en la República Dominicana están construyendo cada vez más cárceles porque la población enjaulada en hacinamientos inhumanos crece constantemente. De casi 27 mil presos, el 61% es preventivo. Las cárceles dominicanas son centros de entrenamientos criminales, donde se trafica con drogas, armas, etc.
No importa cuantos expertos, científicos y genios vengan al país para examinar el tema de la seguridad ciudadana; no importa cuántos anuncios haga el presidente Luís Abinader, la inseguridad ciudadana, los homicidios, los robos, los atracos, las muertes violentas, las violaciones, los embarazos en adolescentes, los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o de sus exparejas, continuarán.
La Policía Nacional seguirá actuando incorrectamente no importa la reforma ni la inversión que haga el Estado. No son suizos, provienen de la violenta sociedad dominicana. De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. La seguridad ciudadana no se resuelve con un decreto, ni con las buenas intenciones que sin dudas tiene el presidente Abinader.
Para resolver el problema de la seguridad ciudadana hay que ir a los barrios, reducir el desempleo, la marginalidad con sus enormes cinturones de miseria; garantizar empleos de calidad, viviendas dignas, educación y salud, rechazando los antivalores que hoy prevalecen en nuestro entorno.
Estamos ante un problema social. La deuda con los pobres es enorme. Hay que pagarla con políticas públicas correctas, con buena educación, con buena salud, con empleos de calidad, con incentivo al deporte y la cultura, insisto. Los valores que predominan actualmente en la sociedad dominicana no son los más adecuados, reitero. Sólo hay que escuchar la radio, ver las redes sociales y los programas de televisión para ver el nivel de degradación. Este es un país violento. Las ciudades son violentas, el sistema de justicia es solo para los ricos. Nuestro país es un país violento. La gente todos los conflictos quiere resolverlos con un arma de fuego, un arma blanca o de cualquier otra naturaleza. Es una cultura difícil de erradicar. En el país hay demasiadas armas de fuego, las cuales al parecer se obtienen con mucha facilidad, legales o ilegales.
Lo siento por el presidente Luís Abinader en sus buenas intenciones. Pero el tema de la seguridad ciudadana lo desborda. No se resolverá a menos que los sectores de poder, incluyendo los poderes mediáticos, junto al gobierno, no inviertan en transformar este país, sacándolo del atraso y el subdesarrollo. Como diría mi viejo y querido amigo Fafa Taveras, este país hay que “refundarlo”. ¿O no?