Para algunos dominicanos exagerados, el país está viviendo una etapa tan difícil, que podría conducir a una guerra civil. Por las razones que fueren, la República Dominicana es atacada sin misericordia con mentiras y fabulaciones políticas, a fin de que se rompa la cadena democrática desde 1996 hasta estos días.
Presiones locales infundadas, o exageradas y sin necesidad, más las procedentes desde el exterior, por necesidades de potencias supuestamente amigas, están convirtiendo al país en un ‘calderito encendido’.
Aunque para otros dominicanos ‘ná es ná’, todo va bien, nadie nos cambiará y los haitianos no podrán quedarse ni hacerse dueños de nuestros campos y ciudades, aunque cuenten con la ayuda de ‘refuerzos’ extranjeros guerreristas y de algunos locales sin posibilidades de llegar al poder por vía de los votos.
Dicen que las guerras surgen cuando menos se esperan, cuando las autoridades de un país no dialogan y acuerdan con otras del exterior, o cuando grupos locales se llenan de odios. Y recordemos que ‘en las guerras nadie gana’, ni siquiera el que podría tener la razón.
Como dijo este lunes en ‘Esta noche Mariasela’ el presidente Luis Abinader, en todos los gobiernos y países la gente siempre espera que haya seguridad y bajos precios de la canasta familiar.
No negó la actual realidad, pero agregó que con ‘transparencia’, se enfrentan esos y otros muchos problemas, entre ellos la formación de jóvenes en talleres, mejoría de la educación escolar pública, las vías públicas y el mayor de todos que es la crisis haitiana.
Desde fuera, algunas potencias y organizaciones insisten en que nuestro país siga acogiendo a haitianos iletrados, enfermos, embarazadas, niños, jóvenes, estudiantes y ancianos, porque en su país el caldero está hirviendo.
¡Y algunos dominicanos apoyando esa penosa migración impulsada por quienes ellos dicen combatir aquí y donde sea!
Millones de haitianos sin documentos, necesitados de todo, siguen llegando al país, abren negocitos (o se los abren), orinan, defecan, visten lo que encuentran e imponen sus ‘raras’ costumbres en prácticamente todo nuestro territorio.
¡Y así no puede ni debe de ser! ¿O acaso esos criollos no tienen hijos, nietos y bisnietos que aspiran a vivir aquí? ¿O nos vamos a ‘entregar’ para luego tener que mudarnos a USA, a España, a Canadá o a Cuba? ¡Así no se vale, no, así no!
En medio de esta caliente situación recuerdo un trozo de ‘Cimarrón’, la elogiada novela del cubano Miguel Barnet (La Habana, 1940), que recomiendo a todos los lectores:
‘Lo mejor para la guerra es la desconfianza. Para la paz, igual, aunque en la guerra es más necesaria. De los hombres hay que desconfiar. Eso no es triste, porque es verdad. Hay HOMBRES BUENOS y HOMBRES CANALLAS. Ahora, lo difícil es saber una cosa o la otra. Yo me he confundido muchas veces en mi vida’. (Ediciones del Sol, de 1987, Argentina, pág. 166).
27 de junio de 2023.