La lectura durante la infancia y la adolescencia favorece el desarrollo cognitivo y promueve una buena salud cerebral
Los niños que empiezan a leer por placer a una edad temprana tienden a obtener mejores resultados en las pruebas cognitivas y a tener una mejor salud mental cuando entran en la adolescencia, según ha descubierto un estudio de más de 10.000 jóvenes adolescentes de Estados Unidos, publicado en la revista 'Psychological Medicine'.
Investigadores del Reino Unido y China descubrieron que 12 horas semanales era la cantidad óptima de lectura, y que ésta estaba vinculada a una mejor estructura cerebral, lo que podría ayudar a explicar los resultados.
Leer por placer puede ser una actividad importante y agradable en la infancia. A diferencia de la comprensión auditiva y el lenguaje hablado, que se desarrollan con rapidez y facilidad en los niños pequeños, la lectura es una habilidad que se enseña y se adquiere y desarrolla mediante un aprendizaje explícito a lo largo del tiempo.
Durante la infancia y la adolescencia, nuestro cerebro se desarrolla, por lo que es una época importante para establecer comportamientos que favorezcan nuestro desarrollo cognitivo y promuevan una buena salud cerebral. Sin embargo, hasta ahora no estaba claro el impacto, si es que lo había, que tendría que animar a los niños a leer desde una edad temprana en el desarrollo de su cerebro, su cognición y su salud mental en etapas posteriores de su vida.
Para investigarlo, investigadores de las universidades de Cambridge y Warwick (Reino Unido) y de la Universidad de Fudan (China) analizaron los datos de la cohorte Adolescent Brain and Cognitive Development (ABCD) de Estados Unidos, que reclutó a más de 10.000 jóvenes adolescentes.
La lectura es una habilidad que se enseña y se adquiere y desarrolla mediante un aprendizaje explícito a lo largo del tiempo.
El equipo analizó una amplia gama de datos, como entrevistas clínicas, pruebas cognitivas, evaluaciones mentales y conductuales y escáneres cerebrales, y comparó a los jóvenes que empezaron a leer por placer a una edad relativamente temprana (entre los dos y los nueve años) con los que empezaron a hacerlo más tarde o no lo hicieron en absoluto. En los análisis se controlaron muchos factores importantes, como el nivel socioeconómico.
De los 10.243 participantes estudiados, algo menos de la mitad (48%) tenía poca experiencia en la lectura por placer o no empezó a hacerlo hasta más tarde en su infancia. La mitad restante había pasado entre tres y diez años leyendo por placer.
El equipo descubrió una estrecha relación entre la lectura por placer a una edad temprana y un rendimiento positivo en la adolescencia en pruebas cognitivas que medían factores como el aprendizaje verbal, la memoria y el desarrollo del habla, y en el rendimiento académico escolar.
Estos niños también presentaban un mejor bienestar mental, evaluado mediante una serie de puntuaciones clínicas e informes de padres y profesores, y mostraban menos signos de estrés y depresión, así como una mejor atención y menos problemas de comportamiento, como agresividad e incumplimiento de normas.
Los niños que empezaron antes a leer por placer también tendieron a pasar menos tiempo frente a la pantalla –por ejemplo, viendo la televisión o utilizando su smartphone o tableta– durante la semana y los fines de semana en su adolescencia, y también tendieron a dormir más tiempo.
Cuando los investigadores analizaron los escáneres cerebrales de la cohorte de adolescentes, descubrieron que los participantes que habían empezado a leer por placer a una edad temprana mostraban áreas y volúmenes cerebrales totales moderadamente mayores, incluyendo en particular regiones cerebrales que desempeñan papeles críticos en las funciones cognitivas.
Durante la infancia y la adolescencia, nuestro cerebro se desarrolla, por lo que es una época importante para establecer comportamientos que favorezcan nuestro desarrollo cognitivo y promuevan una buena salud cerebral.
Otras regiones cerebrales que presentaban diferencias en este grupo eran las que anteriormente se había demostrado que estaban relacionadas con la mejora de la salud mental, el comportamiento y la atención.
La profesora Barbara Sahakian, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cambridge, subraya que "leer no es sólo una experiencia placentera: está ampliamente aceptado que inspira el pensamiento y la creatividad, aumenta la empatía y reduce el estrés".
"Pero además de esto –añade–, hemos hallado pruebas significativas de que está vinculada a importantes factores de desarrollo en los niños, mejorando su cognición, salud mental y estructura cerebral, que son piedras angulares para el aprendizaje y el bienestar futuros".
La cantidad óptima de lectura por placer en la infancia era de unas 12 horas semanales. Más allá de esto, no parecía haber beneficios adicionales. De hecho, se produjo una disminución gradual de la cognición, lo que, según los investigadores, puede deberse a que pasan más tiempo sedentarios y menos en otras actividades que podrían ser enriquecedoras desde el punto de vista cognitivo, como los deportes y las actividades sociales.
"Animamos a los padres a que hagan todo lo posible por despertar el gusto por la lectura en sus hijos a una edad temprana –señala l profesor Jianfeng Feng, de la Universidad Fudan y la Universidad de Warwick–. Si se hace bien, no sólo les proporcionará placer y diversión, sino que también contribuirá a su desarrollo y fomentará hábitos de lectura a largo plazo, que también pueden resultar beneficiosos en la vida adulta".