Los ciudadanos ya no se sorprenden ante los constantes casos violentos que se registran en el país.
La violencia, en todas sus formas y orígenes, ha tomado por asalto a la sociedad dominicana, convirtiéndose en una epidemia que no parece tener una respuesta clara por parte del Estado. Los conflictos derivados de la delincuencia común, así como los enfrentamientos entre familiares, amigos y colegas, han dejado a la República Dominicana sumida en la desesperación. Los organismos responsables de combatir esta situación no parecen estar respondiendo de manera efectiva y urgente a los desafíos actuales.
En las últimas semanas, la violencia ha alcanzado niveles dramáticos y trágicos. A pesar de los esfuerzos de las autoridades, la violencia sigue siendo una constante en la vida diaria del país. Los medios de comunicación informan diariamente sobre un número considerable de casos violentos, lo que ha llevado a que los ciudadanos casi pierdan la capacidad de sorprenderse.
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En un lapso de tan solo diez días, se registraron 13 muertes violentas en el país, sin mencionar los numerosos incidentes en los que las víctimas resultaron heridas. Uno de los episodios más destacados ocurrió la noche del 25 de junio, cuando Michelle Vásquez González, subjefa del departamento de Transportación de la Corporación del Acueducto de Puerto Plata (Coraaplata), fue asesinada.
Michelle Vásquez González fue sorprendida por dos desconocidos que se desplazaban en una motocicleta frente a su residencia, cerca del liceo José Dubeau. Al resistirse a ser despojada de una cadena de oro y otras pertenencias, fue víctima de tres disparos a quemarropa. Los delincuentes huyeron dejándola tirada en el pavimento de la avenida José Eugenio Kunhart, en Puerto Plata.
Tres días después del intento de asalto, uno de los responsables fue abatido durante un enfrentamiento armado con la Policía Nacional. Amfri José Rómulo, conocido como "El Cojo", de 20 años de edad, fue identificado como el autor del delito. Rómulo se enfrentó a una patrulla policial con una pistola calibre nueve milímetros en el sector Rafey, en Santiago.
En ese mismo día y en la misma ciudad, Teodulio Morillo, un militar pensionado de 73 años, fue mortalmente herido durante un asalto en su vivienda ubicada en el paraje Gran Parada de la carretera general Gregorio Luperón. Morillo sufrió trauma craneoencefálico, una herida en la región occipital derecha y asfixia por estrangulación mecánica.
La cadena de crímenes continuó, y la muerte llegó a Ramón Antonio Félix, quien fue interceptado y baleado por desconocidos mientras viajaba en motocicleta en el tramo carretero Nagua-El Factor, en la provincia María Trinidad Sánchez.
También en esa misma fecha, César Abreu Marmolejos, de 49 años, fue asesinada por su cuñado, Orlando Burgos Batista, de 54 años, durante un tiroteo en una gallera, y otros hechos violentos que preocupan a la población.