Lo del fin de semana pasado fue un bulto mediático, una manera de llamar la atención y mostrar músculo con esteroides para demostrar fuerza.
¿Cuánto costó la marcha-caravana organizada por el Partido de la Liberación Dominicana y su candidato presidencial, Abel Martínez, en “protesta” por el alto costo de la vida y otras demandas?
No lo sé con exactitud. Pero debió costar mucho dinero, porque los partidos, sobre todo el PLD, han degradado y corrompido la actividad política, de tal manera que nadie se coloca una gorra, levanta una bandera o pega un afiche de ningún partido o candidato, si no hay dinero de por medio, si no está garantizada la “logística”, es decir, el dinero.
Lo del fin de semana pasado fue un bulto mediático, una manera de llamar la atención y mostrar músculo con esteroides para demostrar fuerza, no frente al gobierno del presidente Luis Abinader, sino frente a la Fuerza del Pueblo y su líder Leonel Fernández, con quien compite a brazos partidos por el primer lugar opositor.
La marcha del PLD no fue más que una escaramuza, una chercha donde hubo muchas bebidas alcohólicas, mucho dinero repartido entre los asistentes, en papeletas de 500 y 1000 pesos por persona, pica-pollo, botellas de agua, gaseosas y cerveza. Era más un “teteo” que una protesta, una “gira” gratis para conocer la capital y ver lo hermosa que la tiene la alcaldesa Carolina Mejía.
Los videos corren por las distintas redes sociales mostrando a la gente pobre y humilde botando las gorras, tirando las banderas en las calles, después haber recibido su dinero, su pica-pollo, su botella de agua, su litro de ron y su cerveza.
Una marcha multitudinaria como la que hizo el PLD es muy costosa. Hay que alquilar los autobuses porque el partido ya no está en el poder. Por económica que resulten, por favores que puedan hacerle algunos sindicatos favorecidos durante los 8 años de Danilo Medina, hay que pagar el combustible, la dieta del chófer, etc. Además, hay que “recoger” a la gente en los barrios. Esa parafernalia cuesta. Y cuesta mucho.
Quiere decir que, desde el punto de vista político, la marcha del PLD no le hizo ningún daño al gobierno, porque, insisto, el propósito no era hacer daño, no era demostrar la impopularidad del presidente Abinader. Pero no importa amigos, el PLD tiene dinero para hacer una marcha similar todos los fines de semana. En ese partido el dinero sobra. No creo que la marcha-caravana le haya sumado un punto al candidato Abel Martínez, que en algún momento de su vertiginosa carrera política tendrá que explicar el origen de su incalculable fortuna.
Recuerdo con nostalgia los años 70 y 80 cuando militaba en la Línea Roja del 1J4, cuando tenía que sacar de mi escaso salario para contribuir con el partido, una especie de diezmo político que, con mucho gusto hacía todos los meses, al igual que los demás compañeros. La política no era un negocio, era un compromiso, una causa, un anhelo por ver la patria liberada y alcanzar nobles propósitos. A nadie se le pagaba por su militancia. Nadie exigía un centavo; al contrario, exponíamos la vida cotidianamente en la lucha contra la dictadura “Yankee-Balaguerista” del doctor Joaquín Balaguer, por alcanzar nuestros objetivos liberadores.
Así era la militancia en los partidos, incluso los del sistema, como el Partido Revolucionario Dominicano, el Partido de la Liberación Dominicana, mientras eran dirigidos por el doctor José Francisco Peña Gómez y el profesor Juan Bosch, sin duda dos dirigentes políticos de probada honradez personal. Incluso en el Partido Reformista, de Joaquín Balaguer, hubo determinados niveles de decencia, a pesar de las muchas “indelicadezas”. (Los tres líderes históricos murieron sin que sus hijos, esposas y otros parientes heredaran fortuna, lo que no se podrá decir de los jefes del PLD, tras su partida de este mundo)
No sé cuánto costó la marcha-caravana del PLD del pasado domingo, para echarle una vaina a Leonel, pero de una cosa estoy seguro: costó mucho dinero; dinero que no se obtuvo mediante una rifa de un carro Lada, de 50 pesos el boleto, como en el pasado. Era dinero del pueblo, lanzado al aire para los pobres infelices muertos de hambre de la política.