Una barriga vacía no sabe de democracia, de corrupción, ni de valores, simplemente, busca saciar su hambre allí dónde cree encontrar nutrición.
El Partido Revolucionario Moderno no es solo el partido en el poder, es el partido que prometió modernizar la administración pública nacional. Sin embargo, su gestión al frente de la cosa pública guarda mayor relación con las prácticas arcaicas del viejo y clientelar PRD que, con la que se entiende, debería sostener un partido del siglo XXI. Así como el gobierno de Hipólito Mejía fue el gobierno de “los compadres”, el de Salvador Jorge Blanco, el gobierno de “la oligarquía”, el de don Antonio Guzmán, el gobierno de “los terratenientes”; el de Luis ha sido sindicado como el gobierno de los “popíes”, término popular que hace referencia a que es un gobierno conformado, esencialmente, por los hijos de los ricos nacidos a la sombra del PRD gobierno. Es decir, los hijos y los nietos del perredeísmo histórico, no han sido capaces de superar las viejas prácticas clientelares de sus padres y de sus abuelos.
Por otra parte, siguen siendo tradicionales en cuanto a gobernar exclusivamente para el frente oligárquico. Llama poderosamente la atención, las dispensas que se ha otorgado a los grupos del poder factico, en materia de exenciones tributarias, mientras se aplasta a los pobres, mientras se ignoran las necesidades del frente popular. Dicho con otras palabras, el esquema conservador balaguerista de gobernar para sostener los privilegios de los ricos sigue siendo la norma.
Sin dudas, el PRM pagará un precio electoral incuantificable por su traición al ciudadano que creyó en su mensaje, lo peor es que, por ejemplo, la lucha contra la corrupción ha sido solo simbólica, es decir, ha perseguido calmar las ansias de justicia de las masas, del ciudadano de a pie, pero sin tocar la raíz del problema, porque, como se observará, el artífice principal de la corrupción anterior a Luis, sigue gozando de una inmerecida libertad, mientras ciudadanos comunes se pudren en las cárceles por delitos menores. Es por ello que, se ha llegado a sostener que hay cierto grado de instrumentalización o uso político en la persecución de la corrupción.
La primera consecuencia de la traición a la ciudadanía del gobierno de Luis, en materia de corrupción e institucionalidad, será el ajuste de cuentas que le propinarán las propias bases del PRM, donde existe una real rebelión contra los incumplimientos del gobierno a, por ejemplo, el objeto de los ciudadanos que se expresaron claramente, en la Marcha Verde. Los dirigentes de bases le probarán a los popíes, quienes son el poder electoral al interior de esa agrupación política. No porque Guido Gómez o Ramón Alburquerque hayan señalado oportunamente las falencias del gobierno, sino porque estos dirigentes se sienten directamente usados y traicionados: votaron por un cambio real y una modernidad que no han visto llegar.
Los técnicos y empleados del Metro de Santo Domingo están viendo la modernidad del gobierno del PRM al mismo estilo de Desiderio Arias, a la manera de la Manigua; igual opinión tienen los empleados del Consejo Estatal del Azúcar (CEA), los maestros, los médicos, en fin, toda la empleomanía compuesta por servidores públicos ha visto su derecho constitucional a un empleo calificado conculcado. Mientras que, por otra parte, la ciudadanía, los usuarios de servicios públicos, observan incrédulos, el deterioro no solo progresivo sino sistemático de la calidad de los servicios públicos. En un momento histórico donde de la estabilidad weberiana de la burocracia pública viene acompaña de la necesidad de calidad en el servicio como superación del régimen de la burocracia institucionalizada. Teóricos muy bien fundados sostienen que la calidad depende, no del cambio del servidor calificado, sino de la capacidad de un servidor técnicamente capacitado para profundizar en su saber y adaptarse a los cambios o retos que plantean los constantes cambios tecnológicos. Esto implica que, en sí mismo, el despido de personal público implica un daño irreparable a los servicios a ser prestados a los contribuyentes.
Las tandas de apagones en el sector eléctrico que sufre la población, así lo muestran; igual, el desastre en la seguridad social, la denominada Ley Peña Gómez de la seguridad social 87-01, ha sido olvidada por los supuestos seguidores del más grande líder de masas del país. Esta ley deja sin seguridad social, sin seguro de salud, al desvinculado. Los burócratas del sistema creen más en el contenido de reglamentos desconocidos por la población que, en la letra de la ley y de la constitución; así, llegan al grado de postergar la seguridad social en salud y en pensiones hacia más allá de 2028, como si la salud fuese algo que pusiese esperar. El paso de la seguridad colectiva al régimen de la seguridad individual, es visto como una estadística de la cual la humanidad del sistema queda desterrada. La abyección al modelo neoliberal de seguridad social ha calado tan hondo que, en la propia universidad del estado caracterizada por una supuesta apuesta por lo social, a toda prueba, se observa cierta indiferencia frente a lo social. Desde esta perspectiva, puede proclamarse la victoria del modelo neoliberal, lo que no queda claro es, si su éxito implica paz social, estabilidad democrática y gobernabilidad.
Claro, el gobierno parece haber quemado las naves, los valores desaparecen hasta no diferenciarse de aquello que se combatió y le dio el poder. Ahora busca igualarse a los anteriores. ¿Cómo reaccionará la ciudadanía a ello? Algunas mentes preclaras aducen que la balanza sigue inclinándose positivamente hacia el gobierno. La pregunta es ¿hasta cuándo? Porque, bien vistas las cosas, una nación que suele ser conservadora, ante iguales, tiende a inclinarse hacia los más conservadores, porque siempre se busca mirar hacia atrás, cuando los valores nuevos a nadie convencen al ser ponderados junto a un pasado que, casi siempre terminar por ser preferente a un presente con futuro incierto o con más de lo mismo.
Una barriga vacía no sabe de democracia, de corrupción, ni de valores, simplemente, busca saciar su hambre allí dónde cree encontrar nutrición. Incluida en la violencia e incluso, en la delincuencia, la cual tiende tendencia a aumentar. La inflación dice estar controlada, de momento, pero los precios siguen al alza, los salarios y el desempleo a la baja. Como si fuese poco, se acerca el DR-CAFTA y las previsiones siguen ausentes o son invisibles. Es decir, planificación para el bienestar social no aparece a la vista del hombre común. Lo que sí queda claro es que los hombres de poder aumentan sus caudales mientras piden a la población paciencia con una reforma fiscal a la vista que empeorará las cosas. Esto así, porque a nadie podrá convencerse de que el Estado requiere de más recursos cuando queda claro que solo trabaja para engordarse a sí mismo y pagar la deuda externa. DLH-13-7-2023