Continuar con ella, es avanzar, suspenderla es retroceder.
Por Felipe Guerrero
Consciente de los retos que a lo largo del tiempo ha tenido en el mundo la educación superior, el cual en República Dominicana alcanzó su clímax, podemos aducir que el confinamiento provocado por el Covi-19, justamente, puso a pruebas la capacidad de resiliencia de los centros de enseñanza superior en nuestro país. Pues, en tiempo récord, se vieron compelidos a capacitar un personal docente y de soporte técnico, en su mayoría migrantes digitales y que surgieron como entelequia para vencer los obstáculos de espacio y tiempo y superar múltiples barreras geográficas.
Este fenómeno fue clave para que miles de estudiantes, logren alcanzar sus sueños de graduarse de una carrera, ya que su poder adquisitivo impedía el desplazamiento desde los lugares más incognitos del país hasta los centros educativos, para recibir la docencia presencial. Además, que los estudiantes, por la falta constante de ofertas de asignaturas, se veían, atrapados, sin poder avanzar en su carrera, formando así, un cuello de botella en las universidades, lo que en su mayoría se convertía en deserciones de las aulas.
No obstante, durante el tiempo de pandemia y post-covi, fueron muchos los que lograron, vía la interconexión con las diferentes aplicaciones, que por el momento se convirtieron en su mejor salvaguarda y al final les hizo compañía hasta ver realizados sus sueños.
Para tales fines, bastó con tener una conexión de internet y un ordenador, tableta o móvil, lo que sirvió para superar las barreras de tiempo, porque les ahorró a los estudiantes horas que se empleaban antes, en los desplazamientos para acudir a los centros presenciales, y porque la metodología de clases virtual y las técnicas docentes modernas permitieron que se aprenda más en menos tiempo.
A partir de este fenómeno, la educación superior se ha visto obligada a cambiar drásticamente, pues según referencias, hasta antes de la pandemia, sólo el 2% de las universidades estaban digitalizadas. Por tal razón, los centros académicos de educación superior que no se adapten al cambio tendrán serias dificultades.
A partir de este fenómeno, la educación superior se ha visto obligada a cambiar drásticamente, pues según referencias, hasta antes de la pandemia, sólo el 2% de las universidades estaban digitalizadas.
En este futuro digital habrá distintos formatos de aprendizaje para universidades, presenciales y remotas, donde coexistirán modelos tradicionales, como el de Harvard, y disruptivos, como el de Minerva o Khan Academy. “La docencia virtual rompe barreras sociales, físicas y culturales, y facilitan la formación continua a lo largo de toda la vida, algo muy necesario en un entorno que cambia permanentemente”, la transformación digital es el eje de cualquier propuesta formativa.
Por otro lado, las universidades que quieran sobrevivir, presenciales o no, tendrán que adaptarse a las exigencias del estudiante de hoy, que es nativo digital y será el 75% de la fuerza laboral en 2025.
Se impone el modelo Netflix de enseñanza, es decir, los mileniales y posmileniales exigen una formación adecuada a sus hábitos de vida. Con más que razones, muchos expertos afirman que, la transformación digital de la educación superior ya ha empezado: “Las universidades deben digitalizarse para seguir cumpliendo su función social generadora de inclusión e igualdad”.
Sin lugar a duda, las economías emergentes y de manera especial en nuestro país, pueden obtener grandes beneficios de ese proceso ya en marcha. Pues carecemos de buenas infraestructuras, pero contamos con excelentes redes de comunicación por internet que nos permiten una experiencia educativa satisfactoria, una palanca imprescindible y necesaria para el progreso.
Nos atrevemos a asegurar que, para una universidad como la Primada de América, garantizar la calidad de la enseñanza, es su prioridad. No obstante, para ello se requieren importantes inversiones en formación del profesorado, en tecnologías punteras (inteligencia artificial, realidad virtual, big data, etc.) y en desarrollo de las metodologías docentes. La UASD ha destinado muchos recursos en la habilitación de la plataforma y la migración de datos de los perfiles de los estudiantes y profesorado.
Las clases remotas permiten mantener la continuidad académica, brindando a los estudiantes la oportunidad de seguir avanzando en su formación sin tener que desertar.
Por lo que prima, no la eliminación de las clases remotas, abortando una inversión tan significativa, sino recopilar y analizar pormenorizadamente las opiniones de los alumnos para mejorar la calidad de la enseñanza y contenidos académicos, agregando, además, la creación de mecanismos de control que obliguen a los profesores, bajo esta modalidad, a cumplir con su labor docente y atienden personalmente las necesidades del estudiante. Para nadie es un secreto que utilizar metodologías de enseñanza virtual, es estar a la vanguardia de las tendencias mundiales. La educación en línea permite crear entornos de aprendizajes de alto rendimiento”.
En conclusión, la mera eliminación o suspensión de las clases virtuales, en cualquier centro de educación superior, puede ser un retroceso. Pues, las clases remotas permiten mantener la continuidad académica, brindando a los estudiantes la oportunidad de seguir avanzando en su formación sin tener que desertar. El alto costo de la educación se convierte en una barrera para muchos, especialmente aquellos de bajos ingresos, lo cual puede llevarlos a abandonar sus estudios para buscar empleo y cubrir sus necesidades económicas.
El autor es MM en Marketing.
Asesor en Marketing Político.
Consultor de negocios.
Profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD