La política es una ciencia y un arte de servir de manera vocacional y auténtica.
Por María Angélica Marte
Sí, es cierto que todos tenemos los mismos derechos. Sí es cierto que todos tenemos capacidades y debemos tener oportunidades. Pero los cargos gubernamentales no pueden ser seleccionados a la ligera. Quienes nos van a representar en las distintas cámaras, la presidencia y las alcaldías deben ser elegidos con una seriedad y cuidado similar al que queremos que ellos tengan con los recursos del estado.
Candidatos involucrados en temas de lavado de activos, narcotráfico, escándalos, violencia o destacados por comportamientos no adecuados, no merecen bajo ninguna circunstancia ni excepción, dirigir nuestro país.
Ser ciudadano dominicano y cumplir con una edad de requerimiento no es suficiente ni para aspirar a un cargo, ni mucho menos para ser electo.
La política es una ciencia y un arte de servir de manera vocacional y auténtica. Aunque hemos prostituido la política, no podemos seguir haciéndonos de la vista gorda porque desde hace varios años, estamos apreciando el evidente resultado de tener malos administradores y representantes en el estado.
Fue el insigne escritor Víctor Hugo quien dijo: “Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa”. Y esta frase que da exactamente en el blanco, la complemento con la emitida por el filósofo y político Joseph de Maistre, quien nos sigue recordando que: “Cada pueblo tiene los gobernantes que se merece… o lo que mejor se les parece”.
Los partidos y sus directivas políticas deberían implementar mejores estrategias para seleccionar sus representantes, y deberían de tener capacitaciones constantes para perfeccionar cada vez más a los representantes que ya tienen. Pues una cara del partido deja mucho que decir del mismo partido.
Igual la Junta Central Electoral debería de regular más a los partidos mediante sus leyes y procesos políticos. Es un trabajo de ambos ofrecer mejores candidatos y representantes.
Y nosotros los ciudadanos, si elegimos por carita bonita, por el que de más plata, por cuña o por simple popularidad no fundamentada o por el que me resuelva mis problemas. Así mismo, de manera proporcional tendremos candidatos egoístas, egocéntricos, individualistas, deshonestos, con poca materia gris que ofrecer y en definitiva, unos completos charlatanes que van a buscar lo suyo, antes que el bien colectivo. Estamos a tiempo.
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La autora del artículo es estudiante de la carrera de Derecho en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.