El informe Latinobarómetro 2023 que documenta la deriva autoritaria en la región debería ser alarma que convoque a la discusión y reflexión.
Crecen los desafectos de la democracia en América Latina y los partidos políticos en vez de una vigorosa defensa ante la inminencia del desastre asumen prácticas que empujan a los ciudadanos a peligrosos caminos de las autocracias populistas.
El informe Latinobarómetro 2023 que documenta la deriva autoritaria en la región debería ser alarma que convoque a la discusión y reflexión, pero la partidocracia está siempre muy apurada en las urgencias electorales o las intrigas coyunturales.
Se veían venir y ya se han instalado algunos autócratas con asombrosos índices de popularidad debido, lo señala el informe, al crecimiento del número de ciudadanos dispuestos a sacrificar democracia por “resultados” frente agobiantes temas como el auge de la delincuencia. “En algunas circunstancias un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático”, simpatiza un 17 por ciento.
Bukele asumió el poder en El Salvador con mismos votos que los legisladores, pero a los pocos días, acompañado de militares entró al congreso para anularlo, modificó la Constitución, achicó el ámbito municipal y reina con apoyo popular nacional y una amplia simpatía de jóvenes y adultos de la región.
El caso de Ortega y la espiritista en Nicaragua es el colmo del absurdo, en el que los prisioneros políticos (algunos por atreverse a aspirar a puestos de elección) son “beneficiados” con deportación y despojados de su nacionalidad. Héroes de la revolución sandinista son víctimas del acto de barbarie.
En Latinoamérica bajó a menos de la mitad el apoyo a la democracia (48 por ciento) y en República Dominicana crece el autoritarismo (en 8 por ciento y crece la indiferencia en un 2 por ciento.
Los partidos políticos, obligados en la ley nos impone financiarlos (más de 3 millones este año) a dedicar un 10 por ciento de esos recursos a la educación de los afiliados, incumplen el mandato y poco hacen para profundizar la democracia.
Forzosamente consignan en las leyes estatutos igualitarios, pero hacen mil escaramuzas para escamotear derechos a sus militantes, incluso enfrentan ferozmente a la Junta Central Electoral cuando esta recuerda en comunicados o resoluciones el sagrado derecho de las bases.
En la gestión de Estado, pese a que la Constitución del 2010 hizo obligatoria la enseñanza de la Carta Magna en todos los niveles educativos y privados, todavía el magistrado Milton Ray Guevara parece ladrar a la luna en su reclamo y solo ha conseguido firmas de acuerdos (para cumplir la Constitución. ¡Dios!) y muchas promesas.
Empero, las fuentes más importantes en el desapego democrático están en los incumplimientos de los gobiernos en la satisfacción de los necesidades y requerimientos más elementales de la población.
Y eso que las siglas partidarias en República Dominicana comparada con la región han sido fuertes, aún con los cambios de color y la muerte en vida de algunas para dar paso a otras. Los dos hijos del PRD, por ejemplo.
Los partidos políticos deberían tomar esos datos y cruzarlos con la encuesta de la Asociación de Jóvenes Empresarios (ANJE) para que despierten sobre la gravedad de la salud de la democracia.
Aunque aquí ha faltado talento a algunos loquitos y aventureros, en cualquier momento podríamos ser sorprendidos por un autócrata populista camuflado hoy en partidos del sistema.