Una mirada crítica al contenido del artículo 216 de la Constitución permite establecer que pocos son los partidos políticos nacionales que se aferran al mandato constitucional.
Por David La Hoz
Los partidos políticos tienen un origen glorioso en la República Dominicana, si se parte de la perspectiva de que el primer partido político del país fue la Trinitaria, creado por Juan Pablo Duarte en la clandestinidad, con el objeto de crear el Estado Dominicano, propósito que fue logrado con creces; luego de obtenida la independencia, el partido de los trinitarios fue influyente pero, no logró asumir el poder político porque el segundo partido, el conservador o de los hateros, se impuso al contar con una mayoría social leal e impulsar el autoritarismo y la represión política. Es la llamada primera república. Así como José Núñez de Cáceres es considerado precursor del Estado Dominicano sucumbiendo su proyecto frente a Haití, los trinitarios lograron separarse de Haití por razones atendibles expresadas en el Manifiesto del 16 de enero de 1844, real Acta de Separación y primera constitución del país. El partido de Núñez de Cáceres es el mismo de los hateros, pero, para su época tenía un fuerte componente pro español.
Durante la Segunda república, contada a partir de la victoria en la Guerra de la Restauración de la república contra España, dos nuevos partidos dominaron el escenario: el Restaurador o partido Azul y el rojo o partido conservador. El primero seguidor de la postura independentista de los trinitarios y, el segundo, heredero del conservadurismo de los hateros. Es en este periodo, cuando los partidos políticos empiezan a configurarse con las características que todavía presentan. Es decir, como partido personalista cuyo ideario se trasmuta en función de los objetivos personales de su dirigencia.
De modo que, no siempre se sabía quién era azul y quien rojo y viceversa. Es en esta época, donde Juan Bosch centra su análisis sobre la impronta de la pequeña burguesía en la historia política nacional. Impronta que todavía se mantiene gravitando en el parnaso político criollo. Este periodo finaliza en 1899 con el tiranicidio a Ulises Heureaux (Lilís). Iniciado el siglo XX, inicia la era de los Quiquises, bajo la denominación de Bolos y coludos. Aquí los atisbos de liberalismo y de nacimiento del capitalismo jugaran a la ruleta rusa y el endeudamiento externo será la marca distintiva de la época hasta provocar la Primera Intervención de Estados Unidos en la isla. Y, como si fuese poco, finalizaría con la instauración del régimen de Trujillo. En este periodo, el capitalismo inicia su génesis y se expresa en las llamadas “gente de primera” que, serán desplazados de los poderes ecónomo y político por Trujillo.
Hacia el fin de la era de Trujillo, Juan Bosch crea el PRD como partido de los “Hijos de Machepa” con el objeto de que la gente de tercera que, nunca había participado en política, entrase a ella como sujeto social capaz de dirigir el Estado. Pero, la gente de primera que había conseguido desplazar a Trujillo no lo hizo para abrir paso a los de tercera, sino para retornar al poder. Es por ello que, el gobierno constitucional de Bosch fue echado del poder y, si bien intentó volver con la Revolución del 65, las tropas de Estados Unidos y de la Organización de Estados Americanos (OEA), lo impidieron. Es el Movimiento constitucionalista el mayor legado del PRD en este momento histórico porque en realidad, se lucha por el respeto a la constitución.
La impronta de Balaguer de los brazos de las tropas interventoras daría al país ocasión de abrir un abanico político donde la izquierda, la derecha y el centro crearían una amalgama de partidos políticos de fuerte carga ideológica bajo la fuerte represión de la era de la Guerra Fría. Este periodo llegó hasta el año de 1989, año en que cayó el Muro de Berlín y con el mismo la Guerra Fría. A partir de ahí, las utopías de izquierda dejaron de tener sentido y, su espacio pasó a ser ocupado por el neoliberalismo entonces en boga hasta la fecha. Los partidos políticos dominicanos demostraron poseer una evidente debilidad ideológica pues no fueron capaces de reciclarse en este periodo, a diferencia de otras organizaciones de izquierda del continente Latinoamericano.
El resultado ha sido que, la derecha ha gobernado, tanto durante la Guerra Fría como en la etapa posterior a la misma, denominada “Era de la Globalización.” Ahora se habla de “Era de la desglobalización o de la Multi pluralidad”. La izquierda sigue buscando su espacio político, pero sin encontrarlo. De modo que, la teoría neoliberal se ha hecho hegemónica y común a todos los partidos. Dentro de este contexto el acierto mayor de los partidos de izquierda ha sido el asumir una línea política constitucionalista y pro Estado Social y Democrático de Derecho.
Pero cada vez, es más tenue la línea que separa a la izquierda de la derecha. Por eso es que, la constitución y los derechos sociales siguen siendo su fuerza programática. La función esencial de los partidos actuales consiste en defender la constitución, el orden constitucional o, más propiamente dicho, los objetivos constitucionales de la constitución, el programa constitucional, como garantía de que la democracia antes que debilitarse, se fortalezca.
Una mirada crítica al contenido del artículo 216 de la Constitución permite establecer que pocos son los partidos políticos nacionales que se aferran al mandato constitucional, consisten en garantizar democracia interna en los partidos políticos, la participación efectiva de los ciudadanos y contribuir al fortalecimiento de la democracia. Podría decirse que los partidos operan a la inversa de la función que les asigna la constitución, situación que, eventualmente, significa que el órgano regulador de los partidos políticos no les está supervisando adecuadamente.
Incluso, hacia el proceso de 2024, no se ve con claridad que el ente regulador y organizador de las elecciones esté dando garantía de que los partidos acaten el mandato constitucional. Esto equivale a decir que la institucionalidad democrática criolla es todavía débil. DLH-2-8-2023