Ha sido necesaria la intervención de paramilitares federales en la zona del conflicto.
En la localidad de Jaranwala, en la provincia paquistaní de Punyab, el cuerpo de paramilitares federales ha tenido que intervenir tras una oleada de violencia provocada por acusaciones de blasfemia contra un joven cristiano. Una turba violenta quemó varias iglesias, vandalizó un cementerio cristiano y saqueó propiedades, incluyendo la vivienda del acusado.
Los disturbios dejaron una estela de destrucción, con cinco iglesias incendiadas y una vivienda demolida. Líderes religiosos, incluido Tahir Ashrafi, presidente del Consejo de Ulemas de Pakistán, visitaron la zona para abordar la tensa situación. Aunque los paramilitares lograron restablecer la calma, la comunidad cristiana se encuentra profundamente afectada.
El primer ministro en funciones, Anwarul Haq Kakar, expresó su tristeza por la violencia y prometió tomar medidas severas contra quienes ataquen a minorías. A través de la red social X (anteriormente conocida como Twitter), Kakar subrayó el compromiso del Gobierno de Pakistán en apoyar a todos los ciudadanos por igual.
Por su parte, Azad Marshall, presidente y obispo de la Iglesia de Pakistán, compartió en la misma red social su angustia por los hechos. La Comisión de Derechos Humanos de Pakistán denunció que los ataques extremistas han aumentado en los últimos años, describiéndolos como sistemáticos y violentos.
La blasfemia es un asunto sumamente delicado en Pakistán, llevando a que los acusados se conviertan en blancos de grupos extremistas. Los incidentes a menudo resultan en violencia extrema, incluyendo tiroteos y quemas. La Comisión instó a identificar y castigar a los responsables, mientras subrayaba la necesidad de proteger a las minorías religiosas en el país.