Cada actor político busca brillar tratando de sacar ventajas en circunstancias que aconsejan la unificación de criterios.
El consenso es algo difícil de alcanzar entre la comunidad política nacional porque siempre se juega a rebatir y contradecir los planteamientos provenientes del litoral gubernamental.
En medio de una crisis tan seria imperante entre República Dominicana y Haití nunca hay unidad entre los actores políticos en torno a una agenda común, de objetivos país.
No obstante, se ha levantado un sentimiento de adhesión en los ámbitos internacionales en torno a la posición de República Dominicana, y hasta la Organización de Estados Americanos (OEA), se ha ofrecido como mediadora.
Cada representante de las fuerzas políticas nacionales fija una posición relacionada al nuevo impasse entre los dominicanos y haitianos, esta vez, por la construcción de un improvisado canal en la parte haitiana para desviar el cauce del río Dajabón, lo que dejaría serias dificultades ambientales a República Dominicana.
En consecuencia, cada líder político o representante congresual busca “brillar” con sus planteamientos sobre Haití. La excepción ha sido la Fuerza Nacional Progresista y su liderato, que ha sido coherente en una agenda firme y sostenida acerca de los haitianos y sus relaciones con los dominicanos.
El sistema político partidista en el modelo democrático nacional tiene un alto costo económico y se diluye en medio de críticas sistemáticas contra quienes dirigen el Estado.
La unificación de criterios y sobre todo los pasos en la conformación de una agenda unificada en torno a temas cruciales para la República Dominicana se hacen imposibles.
Cada actor político busca brillar tratando de sacar ventajas en circunstancias que aconsejan la unificación de criterios, coherencia y patriotismo en torno a la defensa del interés nacional, como, por ejemplo, la actual crisis diplomática entre el país y la vecina Haití por la construcción inconsultamente de un canal para desviar las aguas del rio Dajabón en violación a un acuerdo suscrito en 1929.
En el Congreso Nacional los representantes de la bancada opositora lanzan rayos y centellas contra las acciones gubernamentales encaminadas a enfrentar esta nueva crisis entre ambas naciones.
La oposición tiene legítimo derecho a exponer sus ideas y hasta contradecir los planteamientos provenientes del litoral oficialista, pero nada ganan ni logran oponiéndose sistemáticamente a sus medidas particularmente en cuanto a la seguridad interna de nuestro territorio.
Actores Políticos
El presidente Luis Abinader exhortó al liderazgo político nacional a un encuentro para fijar una posición colectiva ante la crisis entre ambas naciones que comparten la Isla de la Hispaniola.
Hasta el momento, esto no se ha podido alcanzar y solo vemos en los medios de comunicación planteamientos individuales de cada representante de las organizaciones políticas exponiendo con relación al diferendo dominico-haitiano.
¿Por qué no unirse ante cuestiones tan determinantes y cruciales para la estabilidad del país como esta nueva crisis en las relaciones con Haití?
¿Qué ganamos con simplemente criticar las disposiciones oficialistas encaminadas a afrontar el impasse que ha tomado dimensión internacional?
El presidente Luis Abinader ha reiterado un llamado a la unidad con relación y compromiso del liderazgo opositor sobre la actitud haitiana de levantar un canal para desviar las aguas del río Dajabón, que nace en territorio dominicano.
Al mismo tiempo, formuló una propuesta de sentarse a dialogar con los diversos actores políticos para articular y encaminar medidas conjuntas sobre esta problemática tan delicada, que tiene de escenario el cierre total de las fronteras que separan ambos países.
Sistemáticamente representantes de los partidos de oposición acusan al gobierno de politizar el tema haitiano para obtener ventajas partidarias.
Hasta el candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) Abel Martínez, propuso que el presidente Abinader se “desligue” del tema haitiano proponiendo elegir una comisión mediadora para conducir las conversaciones.
¿Acaso ignora Abel que el presidente de la República es el jefe de nuestra política exterior conforme el artículo 26 de la Constitución y, por tanto, su decisión en cualquier negociación bilateral es determinante?
De su lado, Leonel Fernández, aspirante presidencial de la Fuerza del Pueblo, entiende que no es necesario tratar en mesa de partidos la crisis generada por las aguas del río Masacre.
Esto evidentemente, refleja una contradicción del ex presidente de la República, quien aplaude que el país acuda a la OEA como mediadora del conflicto.
Entonces, ¿lo que no se quiere es sentarse frente a frente con el presidente Abinader para dialogar y adoptar criterios comunes sobre la crisis con Haití?
En ese escenario, la oposición política nacional cree erráticamente que ello beneficiaría políticamente al gobernante Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Es una apreciación mezquina, absurda y sin sentido del liderato político dominicano lo que también refleja la poca visión e interés sobre los auténticos intereses nacionales y la defensa de nuestra soberanía.
Artículo de Manuel Díaz Aponte