Santo Domingo.- La música es mucho más que una melodía agradable o una forma de entretenimiento. Se ha convertido en una poderosa herramienta para construir sociedades más democráticas y justas. El lenguaje musical, con su capacidad única para unir a las personas, ha desempeñado un papel fundamental en la transformación social a lo largo de la historia.
La música es un lenguaje universal que todos los seres humanos comprenden. Va más allá de las palabras y las barreras lingüísticas, conectando a las personas a nivel emocional y espiritual. Pero en las últimas décadas, ha evolucionado de ser simplemente una forma de expresión artística y entretenimiento a ser reconocida como un bien cultural que contribuye al desarrollo de las sociedades.
Un ejemplo destacado de cómo la música puede impulsar el cambio social se encuentra en el movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos en las décadas de 1950 y 1960. En medio de la intensa segregación racial y la desigualdad, los afroamericanos y sus aliados utilizaron la música como una poderosa herramienta de inspiración y unificación. Canciones como "Vamos a superar" se convirtieron en himnos del movimiento, transmitiendo un mensaje de esperanza y unidad.
Joan Fuster, codirector de la Cátedra Pau Casals de Música y Defensa de la Paz, destaca que la música se convierte en una herramienta de transformación social cuando es promovida por políticas públicas, tejido asociativo y músicos como actores sociales. Pau Casals creía que la música podía expresar lo mejor de las personas y contribuir a la dignidad y la autoestima de todos, sin importar su origen o condición.
En todo el mundo, existen iniciativas inspiradoras que utilizan la música como instrumento de cohesión e inclusión social. La Fundación Batuta en Colombia es un ejemplo notable que ha transformado la vida de jóvenes en zonas vulnerables a través de la formación musical.
Sin embargo, existen retos pendientes en el uso de la música para la transformación social. Es crucial definir qué prácticas musicales son verdaderamente transformadoras y evitar la instrumentalización de la música para reproducir desigualdades. María Claudia Parias, presidenta de la Fundación Batuta, aboga por valorar el arte, especialmente la música, como una poderosa herramienta de transformación social y promover su enseñanza desde la escuela primaria.
La música tiene el potencial de unir a las personas, superar barreras y promover la justicia social. Para lograrlo, es necesario un esfuerzo conjunto de gobiernos, instituciones educativas y la sociedad en general para aprovechar plenamente el poder de la música en la transformación social.
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