Destaca que la minería de Bitcoin depende en gran medida del carbón el 45% de su mezcla de suministro energético, seguido por el gas natural (21%).
Un exhaustivo estudio de la ONU arroja luz sobre el impacto medioambiental oculto de Bitcoin y otras criptomonedas, evidenciando su dependencia significativa de los combustibles fósiles. La evaluación, publicada en 'Earth’s Future', advierte sobre consecuencias preocupantes para el agua, la tierra y una huella de carbono sustancial.
El auge extraordinario de los precios de las criptomonedas en la última década ha generado enormes inversiones en este sector, convirtiéndolas en una entidad avanzada del sistema financiero global gracias a la tecnología blockchain y otros avances. Sin embargo, el estudio subraya un lado oscuro oculto tras este emocionante mercado.
Bitcoin, como la criptomoneda más conocida, fue el foco de los científicos de la ONU, quienes evaluaron las actividades de 76 naciones mineras de Bitcoin durante 2020-2021. Los resultados, calificados como "impactantes", revelan no solo una considerable huella de carbono sino también importantes impactos en agua y tierra, recoge Europa Press.
El estudio a cargo del profesor Kaveh Madani, Director del Instituto de la Universidad de las Naciones Unidas para el Agua, el Medio Ambiente y la Salud (UNU-INWEH), destaca que las innovaciones tecnológicas, como Bitcoin, conllevan consecuencias no deseadas.
Madani aboga, sin embargo, por que estas conclusiones no desalienten el uso de monedas digitales, sino que impulsen inversiones en regulaciones y avances tecnológicos que mejoren la eficiencia financiera sin dañar el medio ambiente.
Durante 2020-2021, la red global de minería de Bitcoin consumió 173.42 Teravatios hora de electricidad, situándola como el 27º consumidor de energía en el mundo. La huella de carbono resultante equivalió a quemar 84,000 millones de libras de carbón o operar 190 centrales eléctricas de gas natural.
Las actividades de 76 naciones mineras de Bitcoin durante 2020-2021 revelan no solo una considerable huella de carbono sino también importantes impactos en agua y tierra.
Se explica que para compensar ese consumo, se requeriría plantar 3,900 millones de árboles, cubriendo una superficie comparable a la de los Países Bajos, Suiza, Dinamarca o el 7% de la selva amazónica.
El impacto hídrico de Bitcoin durante este período fue similar a la cantidad de agua necesaria para llenar más de 660,000 piscinas olímpicas, suficiente para cubrir las necesidades actuales de agua doméstica de más de 300 millones de personas en el África subsahariana rural. La huella terrestre de la minería global de Bitcoin fue 1.4 veces la superficie de Los Ángeles.
El informe destaca que la minería de Bitcoin depende en gran medida de fuentes de energía fósiles, siendo el carbón el 45% de su mezcla de suministro energético, seguido por el gas natural (21%).
Se indica que, aunque la energía hidroeléctrica, una fuente renovable, satisface el 16% de la demanda de electricidad de Bitcoin, las energías renovables como la solar y la eólica contribuyen solo con el 2% y el 5%, respectivamente.
China lidera como la principal nación minera de Bitcoin, seguida por EE. UU., Kazajistán, Rusia y otros.
El informe sugiere intervenciones gubernamentales para controlar y mitigar el impacto medioambiental de las criptomonedas, así como la exploración de monedas digitales más sostenibles.
Los científicos también enfatizan los impactos transfronterizos y transgeneracionales de la minería de criptodivisas, subrayando las implicaciones de desigualdad e injusticia en un sector aún no regulado.