Solo el Partido Revolucionario Moderno utilizó parcialmente las primarias cerradas para escogencia de su candidato presidencial y en dos puntos municipales.
Suele decirse que “la democracia se fortalece con más democracia”, pero los partidos políticos dominicanos parecen ignorar el enunciado al momento de sus procesos orgánicos y de escogencia de candidatos a puestos de elección popular.
La ley permite diversos mecanismos, siendo las primarias el más democrático por su masiva participación, pero el menos usado por las cúpulas partidarias.
El método dependerá de la correlación de fuerzas internas, la dinámica de las alianzas, cercanía o desgracia de un aspirante con el grupo dominante, capacidad económica de los contendores en determinados territorios, la necesidad de castigo para el que ostente un cargo y no haya “ayudado a los compañeros del partido, entre otros.
Y luego el chorro de impugnaciones ante las comisiones organizadores internas y en el Tribunal Superior Electoral, además de las denuncias altisonantes sobre irregularidades y las renuncias partidarias, algunas con cambios de chaquetas y hasta de color de boleta, inmediatamente.
Ningún partido se atrevió a realizar primarias abiertas en esta ocasión y todos privilegiaron las cuestionables encuestas, que para algunos son “educadas reservas” de candidaturas.
Solo el Partido Revolucionario Moderno utilizó parcialmente las primarias cerradas para escogencia de su candidato presidencial y en dos puntos municipales, en los cuales la organización quería salir de dos recién llegados objetados por dirigentes locales.
Los partidos abusaron de las reservas de candidaturas para abrir espacios a las alianzas, pero también para facilitar la cooptación de disgustados o ambiciosos en busca de alpiste.
La oposición, Partido de la Liberación Dominicana y Fuerza del Pueblo, precisaban de huecos que les permitieran imprescindibles acuerdos para estar en capacidad de enfrentar al partido oficial y a la maquinaria de un presidente en busca de la reelección, con alta aceptación y puntero en las encuestas.
En esos esfuerzos cayeron aspiraciones legítimas y se atropellaron candidatos con historia y espacios ganados. Unos se quejaron, otros llegaron a la objeción legal, algunos se marcharon y hubo compensados con posiciones jerárquicas partidarias.
Los malestares persistían al cierre ayer de las proclamaciones de candidatos, la Fuerza del Pueblo admitía que ventilaba 77 impugnaciones, mientras otro diputado salía del PLD. El PRM cosechó la renuncia de su alcalde en Los Alcarrizos, más de 185 mil votantes, que mudó de casa partidaria.
Otro capítulo de disgustos se abrirá el 10 de noviembre cuando se ponga nombre a algunas reservas en lugares competitivos y focos de la atención política, como el Distrito Nacional.
Faride Raful, vicepresidenta del Senado aspira a mantenerse en la curul, pero hay fuertes rumores de que la posición se habría reservado para el líder de Alianza País, Guillermo Moreno. La organización suscribió el pacto sobre la crisis de Haití, al que asistieron todos los aliados del gobierno y brillaron por su ausencia (legítimo esta vez el uso del clisé) los dos grandes partidos de oposición y sus vinculados.
Los ajustes partidarios continuarán dejando heridos, mientras se mantienen activas ambulancias partidarias, escenario en que siempre tendrá ventaja la oficial. Algunos aspirantes han ido y venido y ya carecen de espacio para saltar.
Como en procesos pasados, los partidos pequeños, más de 20, se recuestan del partido oficial, que en ocasiones paga muy caro la colocación de un nuevo recuadro en la boleta electoral. Es la único que pueden ofrecer.
Todos los que acompañaron al PLD por 16 años corridos en el poder, lo abandonaron. Leonel Fernández conservó varios, con la ayuda de José Frank Peña Guaba. Sin una fuerte alianza FP-PLD, la reelección aventaja.
Esperemos que pasen las elecciones para hablar por enésima vez de reformas electorales que fortalezcan la democracia en los partidos políticos.