Sin duda alguna la nostalgia es uno de los sentimientos íntimos de cada ser humano que mayor espacio ocupa durante el desarrollo de su existencia.
Los integrantes de la Generación Dual se nutren, se alimentan sentimentalmente, de la nostalgia los primeros y de la esperanza y el futuro, los segundos.
Sin duda alguna la nostalgia es uno de los sentimientos íntimos de cada ser humano que mayor espacio ocupa durante el desarrollo de su existencia. Jóvenes adultos y adultos mayores, sobre todo, hacen uso constante de ella obteniendo un enorme valor lúdico que aporta a su subconsciente favorables momentos de crecimiento personal, familiar y laboral.
De igual manera, los seres humanos de menor edad aunque sean adultos, confían gran parte de su existencia a la esperanza y al futuro. Sus planes y proyectos de vida están fundamentados en ambos puntos de vista. Dentro de esos criterios existenciales conviven contextos que se han acumulado producto de conocimientos profesionales, o a partir de experiencias cotidianas de vida. Retrotraerlos a un momento especial de nuestras necesidades juega un papel esencial en las decisiones actuales y futuras, que marcan de forma exponencial lo que podríamos llegar a ser.
La nostalgia es un sentimiento de extraordinaria vivencia lúdica, pues esa amplia concentración de criterios, formas y contenidos están vinculados a años de existencia humana, en cuyo trayecto es posible que se hayan presentado momentos trágicos o recreativos que en cierta medida incidan en nuestras vidas. Independientemente de ello, los seres humanos procuran al hacer uso de la nostalgia, extraer las acciones más felices de toda su trayectoria de vida.
- De adolescente viví diversos eventos que marcaron mi existencia hasta estos días. Esa misma realidad vivieron otros jóvenes en sus respectivos espacios de vida. Muchos de esos eventos fueron socializados con familiares, amigos de escuela, deportivos, políticos, comunitarios, creativos y universitarios. Recordarlos ahora en esta etapa profunda de adultez es un gran acierto sentimental. Eso pasa conmigo y con otros congéneres de la segunda mitad del siglo XX, y pasará con los primeros integrantes del siglo XXI al llegar a la primera mitad del mismo.
Resulta sumamente valioso que cada generación pueda recordar, escribir y transferir a los integrantes de la generación inmediatamente siguiente, hechos y situaciones que pueden ser vitales en sus respectivos espacios de vida. Hemos advertido que regularmente sucede de esa forma, ya sea por requerimiento dirigido, por estimulación literaria o por el simple y cotidiano intercambio de inquietudes sociales.
El ser humano en cualquier etapa de su vida puede hacer acopio de ese extraordinario baúl de reminiscencias que ha acumulado en su subconsciente para contar una parte esencial a sus amigos y familiares, o puede escribir o conservar de manera grabada tantas historias y hechos que afloren a su mente. Ese impulso por contar lo que se ha vivido debe ser aprovechado por quien lo siente, pues no resulta sistemático en todos los seres humanos. Lo valioso es que esos testimonios de vida contribuyen enormemente a la formación y posterior consolidación de seres humanos a ambos lados del proceso generacional al finalizar un siglo y al iniciar el siguiente. Ese es un hecho tangible y favorable que puede incidir en los más nóveles habitantes del universo. Esa metodología circunstancial se manifiesta muy a menudo en esta etapa de vida global.
Desde mi particular punto de vista ambas generaciones se nutren exponencialmente de ese aporte que la nostalgia motiva en el subconsciente de cada ser humano. Esto es debido a que la gran cantidad de personas de una u otra generación, difícilmente dediquen tiempo de sus días sobre la tierra para garantizar el registro de sus vidas y mucho menos para darlo a conocer con cierta condición de entendimiento a un segmento importante de la sociedad donde han desarrollado su espacio de vida. Lo ideal es que la transferencia de experiencias sea un ritual constante de la existencia humana, y cuyas confesiones queden formalmente registradas (videos, libros, audios) para la posterioridad.
De todas formas, en ese necesario entendimiento biunívoco entre los grupos sociales de fin y principio de cada siglo, el segmento humano más beneficiado siempre será el primer grupo del nuevo siglo que cumple sus primeros treinta (30) años de existencia. Ese conglomerado recibe las primeras, extensas y contundentes experiencias de la generación que regularmente lo ha vivido, o lo ha leído todo durante el siglo anterior. Así se entiende en este caso en que el segmento humano que corresponde a los segundos cincuenta años del siglo XX ha sido sumamente noble y bondadoso, pues ha mostrado disposición y continúa dispuesto a transferir a la Generación Dual del siglo XXI, grandes bancos históricos, estadísticos, creativos, sociales, políticas y económicos sobre su paso por la tierra. Esa acción demuestra el alto sentido de responsabilidad que caracteriza a un significativo segmento de ese grupo social ante el mundo.
La esperanza y el futuro en que se inspira y motiva el conjunto humano que en la Generación Dual corresponde a los primeros treinta (30) años del nuevo siglo, cobra valor y sentido lógico a partir de la incidencia de la nostalgia del siglo anterior en ellos.
Al grupo adulto en experiencias que procede de la segunda mitad del siglo en decadencia, les resulta de alta motivación contar con la osadía y el dinamismo de los primeros seres humanos del nuevo siglo. Esa forma de ser, muchas veces intra y extrovertida en algunas de sus acciones de vida, impulsa a la segunda generación del siglo XX a externarles cómo ha sido el mundo que se despide ante sus ojos.
Esperanza y futuro fueron los sentimientos que durante los primeros treinta años utilizó la segunda generación del siglo pasado para fijarse metas extensas o cortas, de modo que ese sentimiento tan especial les facilitó impulsar su existencia dentro del círculo familiar y dentro de la sociedad en sentido general.
Al encontrarse ambos grupos generacionales al final de un siglo y al principio de otro, la nostalgia, la esperanza y el futuro se convierten en un material de enorme potencial formativo. Los tres criterios contemplan ideas y principios fundamentados en experiencias de vida. En consecuencia, validar su metodología procedimental asegura en un por ciento considerable que alcancemos algunos objetivos claves en la vida de las dos generaciones del siglo XXI.
Lograr una empática fusión de entendimientos bajo esos criterios fundamentales, va a requerir que los integrantes de la Generación Dual sean lo suficientemente inteligentes como para adoptar comportamientos de vida en vertientes conocidas y otras por conocer, pero que a la luz de sus intereses persiguen alcanzar un espacio de existencia digno para los dos grupos generacionales del siglo en desarrollo.