Las compras de bienes y servicios y el uso vehículos, equipos y recursos públicos son preocupaciones que flotaron y algunas participaciones se acercaban a la amonestación.
“Que nadie se pase de la raya”, dijo, masticando cada palabra, mientras con rostro adusto realizaba un trazado horizontal en el aire con su mano derecha. El presidente Luis Abinader resumía un Consejo de Gobierno el lunes último sobre controles estatales en un ambiente electoral, etapa de desguañangue económico de los gobiernos.
Los funcionarios de las áreas de fiscalización y regulación hicieron intervenciones respecto a las normas de transparencia, con advertencias puntuales en el manejo de la nómina pública, los procesos de compras y contrataciones y la “integridad en la gestión de los recursos” públicos.
El ministro de la Presidencia, Joel Santos sintetizó el encuentro con explicaciones generales, empero las principales preocupaciones se centraron en la necesidad de que en la campaña electoral “el Gobierno debe mantener sus cuentas separadas de lo que es la política partidaria”.
Se supo que más allá de las intervenciones de Hacienda, Presupuesto y de “la colaboración de la Cámara de Cuentas” hubo observaciones de funcionarios con autoridad ejecutiva que parecían desvelar comportamientos inadecuados y asomos de “indelicadezas”.
Las compras de bienes y servicios y el uso vehículos, equipos y recursos públicos son preocupaciones que flotaron y algunas participaciones se acercaban a la amonestación.
Además, hay diferencias en lo relativo a la obligación de abandonar los cargos ejecutivos para participar en la dirección de la campaña electoral. Algunos pretenden que Abinader les permita dejar seguidores que les “cuiden el cargo” y a quienes pueda dirigir a distancia, mientras otros plantean aprovechar la ocasión para relanzar el gobierno con rostros nuevos. (Hipólito aspiraría a aprovechar algunos huecos para fortalecer su grupo).
Cuentan que el mandatario ha profundizado sus prédicas a los colaboradores sobre los riesgos en la administración de fondos públicos y que al repasar el manejo de los recursos estatales y el nivel de ejecución de obras públicas al aproximarse el final del año, quiso dejar un mensaje contundente en el Consejo de Gobierno ampliado.
De ahí las numerosas intervenciones en la reunión en el Palacio Nacional de los vigilantes oficiales y su advertencia como conclusión de que no aceptaría se traspasen los linderos legales.
Abinader tiene la presión de aliados que llegaron con sed presupuestaria y de la cultura clientelar criolla que no “fia” al gobierno.
Los perremeistas se quejan soterradamente de las dificultades de recaudar fondos para campaña en medio de los discursos de transparencia y de la estricta vigilancia de la Dirección de Contrataciones Públicas, que dificulta, dicen, compensar a los que colaboran en el financiamiento de las candidaturas.
“Díganle a Milagros (Ortiz Bosch, directora de Ética e Integridad Gubernamental) y a (Carlos) Pimentel que vayan a buscar los cuartos”, vociferan los más enojados.
Los dos son funcionarios nombrados por decreto por el presidente Abinader, que asumió la honestidad como bandera frente a sus adversarios políticos.
Probablemente hubo muchas muecas en el Consejo de Gobierno, de aquellos que esperaban abundantes recursos económicos para el triunfo de la reelección y recibieron un balde de agua fría.
El desorden del funcionariado peledeista en las elecciones del 2020, hoy muchos encartados en expediente de corrupción o bajo investigación penal bulle en la mente del principal responsable de la administración, en tiempos en que los dardos se dirigen fundamentalmente a los presidentes salientes.
Y la reelección es una posibilidad, pero no es cosa segura, pese a las dificultades de las alianzas opositoras.
Además, hay inconformes en el PRM, por los resultados de los procesos de escogencia de candidatos, que presumen que solo trabajarán por Abinader y que harán perder a sus compañeros. Eso lo complica todo.
Hijos del PRD…