La transculturización comenzó lentamente con la partida de cientos de miles de dominicanos hacia Estados Unidos.
Cuando el dirigente político Rafael -Fafa- Taveras dijo que era necesario “refundar la República Dominicana”, no pocos se rieron pensando que se trataba de una loca utopía surgida de la febril mentalidad de un comunista.
Se refería a la necesidad de producir cambios profundos, probablemente radicales, en la sociedad dominicana, que poco a poco se nos iba de las manos sin que nos percatáramos, permitiendo que los elementos propios de nuestra idiosincrasia se fueran perdiendo con el pasar del tiempo, sustituyendo los elementos propios de la cultura por otros de procedencia extranjera.
La transculturización comenzó lentamente con la partida de cientos de miles de dominicanos hacia Estados Unidos que pronto comenzaron a sustituir su idioma, su vestimenta, su corte de pelo, sus fiestas, su comida, y su cultura, en sentido general. (Aclaro, por si sirve de algo, que no existe, conceptualmente, una “diáspora dominicana”).
El colonialismo tiene varias expresiones fundamentales: dominación política, ideológica, militar y cultural, los cueles no siempre se aplican por la fuerza, también se hace sutilmente, como ha sido el caso dominicano, sobre todo después de la fracasada revuelta de abril del 65.
¿Qué ha pasado con el folclor dominicano? ¿Con el merengue? (que bien dice Héctor Acosta, el Torito, “que aún no hay fiesta sin merengue) ¿Dónde fue a parar nuestras fiestas tradicionales de todos los años, como el “día de San Andrés”, el “día de los inocentes”? “Los Santos Reyes” han sido sustituidos por “Papa Noel”, el sabroso Pollo y el rico cerdo por el desabrido Pavo y el “Halloween”.
La radio ha perdido su esencia. En la mayoría de las estaciones solo se escucha una vaina que llaman “Dembow”, “Reggeton” o “música de calle”, conducidas por verdaderos analfabetos con licencia para atropellar el idioma, al igual que los “artistas” de esos “géneros” “musicales”, que no conocen la dicción.
La radio se ha convertido en un estercolero donde prima la vulgaridad, la obscenidad y el mal gusto. Lo que está pasando es verdaderamente penoso. Falsos valores, ídolos con los pies de barro, “incluencer” sin educación llamando al irrespeto hacia los padres, los profesores y las autoridades, sin que nadie los llama a capitulo, sin que nadie los obligue a respetar protocolos, normas y leyes. Son los promotores de la incultura. Lo peor es que hay políticos que apoyan y patrocinan a esos individuos que nada bueno le aportan a la sociedad donde se desarrollan.
Los dirigentes políticos deberían revisarse, reflexionar al respecto. Hay que proteger a los jóvenes educándolos correctamente para el bien común a través del arte y la cultura, que sólo se logra con la educación. Existe una gran diferencia entre “individuos” y “ciudadanos”. El “individuo” piensa en sí mismo; el “ciudadano”, por el contrario, piensa y actúa en función de los demás y para los demás. Los ciudadanos son solidarios y amorosos, los individuos son individualistas. ¡Es la gran diferencia!
El Estado debe ser el garante de las “buenas costumbres”, del respeto por la privacidad y el buen nombre de todos los ciudadanos, elementos que se han perdido, dándole paso a la difamación y la injuria, sin consecuencia alguna.
La Comisión de Espectáculos Públicos y Radiofonía ha desaparecido. El reglamento que la creó no lo respeta ni lo acoge nadie. Todos se burlan del organismo estatal. Cuánta porquería, cuánta basura, cuanta obscenidad, cuantas palabrotas se escuchan todos los días en la radio nacional. ¡¡Uf!!
La cultura es el eje transversal de toda acción social y política. La cultura envuelve toda acción humana. Por lo tanto, tenemos que promover una cultura de amor, fraternidad y solidaridad humana. Un pueblo transculturizado, enajenado y embrutecido, no puede desarrollarse.
Educación y cultura son los elementos claves del desarrollo. A mayor nivel de educación y cultura, menos nivel de crimines y delitos. Los políticos dominicanos parecen no saberlo.
Democracia sin respeto por la Constitución y las leyes, tanto de los de arriba, como los de abajo, no es democracia.
Fafa Taveras tenía razón: La República Dominicana tiene que ser refundada, hoy más que ayer. Se nos desmorona. No hablo de una revolución armada porque en estos momentos no hay condiciones, pero algo debemos hacer para evitar que el país no se los siga yendo de las manos hasta no poder recuperarlo nunca.