El problema no es la canaleta en el río Dajabón ni el comercio entre medianos y pequeños mercaderes.
Las élites empresariales y políticas haitianas utilizan grupos armados pagados para agudizar el inventado diferendo por aguas fronterizas y provocar una crisis entre Haití y República Dominicana que obligue a una intervención internacional.
Un enfrentamiento violento entre países vecinos quedaría de inmediato por encima del desorden interno de una sola nación, aunque la ONU haya documentado la gravedad del caos y establecido que atenta contra la seguridad de la región. Siempre destaco que allí asesinaron hace dos años a un presidente en ejercicio mientras dormía en su residencia.
Los esfuerzos internacionales, que unieron a Estados Unidos con China y Rusia en el Consejo de Seguridad para la resolución de auxilio y pacificación de Haití, se sustituirían por una “mediación” para un entendimiento entre los ocupantes de una misma isla.
El problema no es la canaleta en el río Dajabón ni el comercio entre medianos y pequeños mercaderes, sino lo relativo a visados y el control biométrico en los pasos fronterizos, protestado consistentemente por grupos haitianos y hasta por algunos comerciantes dominicanos que hacen negocios con aquellos.
La ONU ha insistido, luego de visitas de comisiones de expertos y en varios informes, que es alto el riesgo en el hemisferio debido al tráfico de armas, personas y de drogas, que entiende ha facilitado la debilidad de controles fronterizos.
Al aproximarse la fecha de la llegada de tropas militares de varios países que reforzarían a la policía haitiana en los temas de seguridad, aumentan las instigaciones a la violencia en varios puntos de la frontera.
Sorpresivamente, haitianos “descubren” que la línea divisoria es “errónea”, y que los militares dominicanos patrullan en territorio del oeste, procediendo a agredirlos y posteriormente a apropiarse de una bandera dominicana e intentar destruir la Pirámide 13, que precisa el punto limítrofe desde 1929.
El gobierno dominicano quiso verlo en principio como una “malinterpretación” de ciudadanos haitianos, y una conversación entre los cancilleres de los dos países logra el retiro de los violentos de la frontera. Empero, al día siguiente la cancillería haitiana culpó a la parte dominicana y alegó una supuesta irrupción de los militares criollos en su territorio.
¿Están en desacuerdo con la delimitación territorial pactada en l929 y ratificada en los años 1935 y 1936 quienes controlan Haití y lo que se valida como autoridad actualmente?
Haití solo se viste de gobierno para enfrentar a los dominicanos, luego, en otros escenarios culpa a bandas armadas del desorden y violencia generalizada que ha provocado miles de muertes, secuestros y violaciones después del magnicidio.
Hace varios meses, lo que queda de autoridad, ilegítima, claro está, solicitó ayuda al gobierno dominicano ante acciones violentas de grupos armados en la frontera sur. No hubo agradecimiento, como tampoco en la ONU cuando, finalmente, después de consistentes campañas de presidentes dominicanos (Abinader hasta el desafío) se admitió un apoyo multinacional para Haití.
El control territorial de los países que envíen tropas, supondría el final del dominicano de las bandas armadas al servicio de intereses empresariales y políticos.
No es cuestión de “orgullo” o “dignidad” de los haitianos al no llegar a los mercados binacionales (extrañamente se han sumado a ese relato políticos dominicanos), sino el control y violencia de aquellos grupos que no les importa el sufrimiento de los hambreados.
Es cuestión de intereses políticos y económicos que manipulan sentimientos y explotan viejos prejuicios históricos.
Aprovechemos para revisarlo todo, sin sentimentalismos y con un trato igualitario como con cualquier otro país. Solo respeto y beneficio mutuo.
Que lo asuman los que plantean hospitales pagados por dominicanos en territorio haitiano y también los constructores y empresarios agrícolas dominicanos.