La transmisión del dengue sigue un ciclo, con grandes brotes cada 3-4 años.
MADRID, 22 de diciembre (EUROPA PRESS) – La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado sobre un significativo aumento en la incidencia global del dengue en las últimas dos décadas, presentando un desafío sustancial para la salud pública.
Entre los años 2000 y 2019, la OMS documentó un aumento de diez veces en los casos notificados en todo el mundo, pasando de 500,000 a 5.2 millones. El año 2019 marcó un pico sin precedentes, con casos informados en 129 países.
Aunque se registró una disminución leve en los casos entre 2020 y 2022 debido a la pandemia de Covid-19 y una menor notificación, en 2023 se ha observado un resurgimiento global de casos de dengue. Esto se caracteriza por un aumento significativo en el número de casos, su alcance y la aparición simultánea de múltiples brotes, incluso en regiones previamente no afectadas.
La transmisión del dengue sigue un ciclo, con grandes brotes cada 3-4 años.
Durante la pandemia de Covid-19, se produjo una transmisión moderada en algunas regiones y baja en otras, lo que resultó en personas sin inmunidad a ciertos serotipos del virus del dengue. Sin embargo, la información sobre los serotipos circulantes es limitada.
Desde principios de 2023, la transmisión continua junto con un inesperado aumento de casos ha llevado a un máximo histórico de más de cinco millones de casos y más de 5,000 muertes relacionadas en más de 80 países/territorios y cinco regiones de la OMS: África, América, Sudeste Asiático, Pacífico Occidental y Mediterráneo Oriental. Aproximadamente el 80 por ciento de estos casos, es decir, 4.1 millones, se han registrado en la Región de las Américas.
El dengue es el arbovirus más ampliamente distribuido y causa la mayor cantidad de casos de enfermedades arbovirales en la Región de las Américas, con epidemias cíclicas cada 3 a 5 años. Además, se han informado grupos de casos autóctonos de dengue en la Región Europea de la OMS. Sin embargo, es probable que estas cifras subestimen la carga real, ya que la mayoría de las infecciones primarias son asintomáticas y la notificación del dengue no es obligatoria en muchos países.
Varios factores, como la distribución cambiante de los vectores (principalmente Aedes aegypti y Aedes albopictus) en países previamente no afectados por el dengue, los efectos del fenómeno de El Niño en 2023 y el cambio climático con temperaturas elevadas y altas precipitaciones, han contribuido al aumento del riesgo.
Además, sistemas de salud frágiles en medio de la pandemia de Covid-19, inestabilidades políticas y financieras en países con crisis humanitarias complejas y altos movimientos de población, se asocian con este creciente riesgo de propagación del dengue.
Estos factores también plantean desafíos en la respuesta a la epidemia y aumentan el riesgo de propagación a otros países. La debilidad en los sistemas de vigilancia en muchos países afectados ha causado retrasos en la notificación y la respuesta, así como la falta de identificación de los síntomas, lo que ha contribuido a un aumento en los casos graves de dengue.
La OMS ha evaluado el riesgo a nivel mundial como alto, considerando el incremento en la transmisión y el resurgimiento de casos y muertes.