Una buena parte de la Humanidad de hoy vive de espaldas a la palabra de Dios.
Por el Dr. James A. Rowland Cruz
Un pasaje bíblico enseña: “La cabeza del hogar es el hombre; y la mujer debe ser una ayuda idónea para su marido, y debe estar sujeta a él en todo. A cambio, el hombre debe darle a ella el trato que él le da a la más fina copa de cristal.”
¿Abundan en el mundo de hoy las parejas de esposos o convivientes que son ejemplos porque cumplen con ese mandato divino?
Definitivamente no. Una buena parte de la Humanidad de hoy, vive de espaldas a la palabra de Dios, y está sufriendo las consecuencias de esa postura, de la que solo emanan desavenencias graves, discusiones estériles, celos incontrolables, conflictos que muchas veces terminan en agresiones verbales y/o físicas, distanciamientos aun viviendo ambos bajo el mismo techo, dolor, tristeza, depresión, situaciones traumáticas como el divorcio, una de las más graves, por cierto, con todas las consecuencias que de esa ruptura se desprenden, incluso en perjuicio de los hijos, criaturas absolutamente inocentes de las causas, la situación en sí y las consecuencias trastornadoras que genera ese gravísimo conflicto, que como trauma origina una herida psíquica entre los que lo padecen, que no cicatriza jamás, y, lo que es peor aún, en feminicidios, y en aquellos casos cuando es la mujer la que mata al hombre.
¿Seguirá la crisis? ¿Por cuánto tiempo más? Nadie lo sabe. Pero hay una salida, la única que queda, pero que lleva a la pareja en discordia a la reconciliación, a la armonía, a la tolerancia mutua, al amor y…a la paz: Usted, estimado(a) lector o lectora, sabe bien cual es.