Las guerras activadas y sostenidas por potencias mundiales son cada vez más frecuentes.
Si hay un tema que no debe faltar en los actuales debates electorales, es el que atañe a los incentivos para impulsar la producción de energías renovables, especialmente la energía solar, en el territorio de la República Dominicana.
Se debe ir pensando en crear nuevos incentivos que den un mayor impulso a la producción de energía solar ante una eventual alza del petróleo que se vislumbra a causa de los actuales conflictos que existen en varias zonas del mundo.
Cada vez son más acentuadas las hostilidades en el Medio Oriente. Israel no cesa sus bombardeos inhumanitarios según las Naciones Unidas, en el enclave palestino de la Franja de Gaza, mientras el grupo Hezbolá pro iraní ataca una base de control aéreo israelí, en un inevitable escalamiento de la guerra Israel-Gaza que amenaza con extenderse a todo el Medio Oriente.
Rusia, asimismo, intensificó sus ataques contra objetivos en Ucrania y la OTAN continúa el envío de ayuda y armamento para la defensa de los ucranianos.
Los chinos ratifican su reclamo de pertenencia de la isla de Taiwán, sigue “la guerra de los chips” entre Estados Unidos y China, en tanto que es ostensible el involucramiento del Reino Unido, Alemania, Holanda, Australia y Japón en este “mar de discrepancias” que se vive en esas zonas del mundo. Está sobre el tapete, además, la creación del bloque de países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que tiene entre sus misiones, además de potenciar el comercio y evadir las sanciones norteamericanas, frenar el dólar como moneda hegemónica global. Los chinos afianzan su Ruta de la Seda para enfrentar el bloqueo del mercado norteamericano, mientras a los Estados Unidos lo desquicia una crisis interna, político-financiera, aumento de la deuda y acentuada división de su liderazgo político. Esa coctelera antes descrita da guerra por todas partes.
¿Qué hacer ante la acuciante realidad?
Los partidos políticos han centrado las discusiones políticas en temas aéreos, dirigen sus cañones a despotricar a los contrarios y se quedan en la superficie mientras soslayan colocar en la agenda pública problemas nodales, como es el de la producción de energías renovables.
Para nadie es un secreto que el mundo está en vilo por la espantosa realidad que entraña el aumento de las hostilidades globales y la posibilidad de que se produzca una conflagración mundial. Una situación de esta magnitud disloca el “estatus quo global” y eso –a su vez- podría conllevar a la total parálisis o una drástica reducción del suministro de combustibles fósiles a países como el nuestro que no producen carburantes.
Las guerras activadas y sostenidas por potencias mundiales son cada vez más frecuentes. Podemos observar la guerra de Rusia y Ucrania, detrás de la cual está la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) entiéndase Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, España y demás países aliados. También está en pleno desarrollo la guerra entre Israel y los palestinos de la Franja de Gaza, en la cual Estados Unidos, Unión Europea, Reino Unidos, Alemania y aliados apoyan a los israelíes; en tanto Irán, Siria, Yemen, Beirut, países árabes y grupos anti israelíes como Hamás, Hezbolá y la Yihad Islámica Palestina enfrentan a Israel.
Hay otros focos de tensiones que en cualquier momento pueden terminar en guerras abiertas en otras latitudes. Está latente, y es cada vez más preocupante la guerra comercial, industrial, económica, tecnológica y financiera que subyace entre el gigante del Norte, Estados Unidos, y la emergente potencia mundial, la República Popular de China. Los posicionamientos de estos dos colosos son cada vez más radicales. Nos ha salvado que las partes se respetan mutuamente, en razón de que están conscientes de la letalidad de sus arsenales militares y porque saben que un enfrentamiento entre ellos causaría destrozos inimaginables a estas grandes naciones y a sus aliados. Además, tienen bien claro que ninguna de las partes saldría gananciosa de un enfrentamiento bélico entre ellos. Simplemente, acabarían con sus propias realizaciones nacionales y arruinarían a la humanidad.
Si hay una cosa que agudiza las contradicciones entre estas dos potencias es el problema de Taiwán y los ancestrales reclamos de los chinos, en el sentido de que esta isla es parte intrínseca de su territorio. “Solo hay una China y Taiwán es una provincia de ella”, enfatizan los líderes de China, esta posición ha encontrado su reverso en Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Corea del Sur y países europeos que quieren impulsar un estatus independiente a la antes conocida como Isla de Formosa.
Hemos visto como Estados Unidos (que ha aceptado la existencia de una sola China) realiza conjuntamente con sus aliados, maniobras militares en aguas del Mar de China lo que ha enfadado a estos asiáticos que, han respondido a su vez, con sus propios simulacros, lo que ha calentado el ambiente bélico en esa zona del Asia.
Se cuecen también potenciales guerras entre la propia China y Filipinas también por la propiedad de islas, en naciones del África y hasta en Latinoamérica, considerada “región de paz” tiene un potencial conflicto bélico entre Venezuela y la República de Guyana, ya que ambas naciones reclaman la propiedad del territorio de la Guayana Esequiba que es rico en recursos naturales. Existe el temor de que, ante un enfrentamiento entre estos dos estados de la región, intervengan potencias coloniales como Estados Unidos y el Reino Unido.
¿Qué debemos hacer?
Hacemos la descripción de este sombrío panorama belicoso para llamar la atención de los políticos del patio. Éstos, con supinas habilidades, dejan pasar el tiempo, mientras rehúyen, soslayan debatir y poner en sus agendas temas cruciales, como sería tener un “Plan B” para garantizar el suministro de energía al país, en caso de una conflagración mundial.
Como ya pudimos ver, una “gran guerra” no es descartable. Los principales analistas de la geopolítica global plantean cada vez con más frecuencia, esta posibilidad, lo que debe preocuparnos. Estos expertos exponen la existencia de señales de que según afirman, colocan al mundo al borde de una conflagración, con conflictos que están llevando a la humanidad a este fatídico, condenable y repudiable acontecimiento.
Una revolución solar en el mundo
El Grupo Banco Mundial acaba de publicar un amplio trabajo de investigación que titula “Una revolución solar está ocurriendo en todo el mundo”. En este trabajo este organismo plantea que hay que avanzar “hacia un futuro más limpio”. También, llama a “derribar los obstáculos para la energía solar” y establecer “políticas que impulsan el progreso en materia de energía solar”.
Considera que hay que “crear mercados de energía solar” y establecer “la próxima frontera para la energía solar”, a la vez que identifica a África como una región “clave para superar el déficit energético” mediante el aprovechamiento de la energía del sol.
“La abundancia de la energía solar barata fue una vez un sueño lejano”, subraya en su trabajo el Banco Mundial, y agrega: “Hoy en día, un revolución solar está ocurriendo en todo el mundo, y las personas, economías y el planeta se ven beneficiadas”.
Destaca que en la última década, “más de 1000 millones de habitantes obtuvieron acceso a la electricidad, muchos de ellos a través de la energía solar”. Refiere que por ejemplo, en Kenya, “más del 90% de la electricidad se genera a partir de la energía renovable, incluida la energía solar. El objetivo del país-africano-es llegar al 100% para 2030”.
Demanda de electricidad
En tanto, en nuestro país los sectores registran una creciente demanda de electricidad producto del crecimiento económico, la cual es suplida mayormente por energía derivada del petróleo. La situación se complicaría, no solamente por los altos costos sino también por las dificultades que se presentarán en el suministro de combustibles fósiles en caso de que estalle una conflagración de carácter mundial.
Al respecto, la empresa Business News Americas (Bnamericas) señala en un boletín publicado en el año 2022 que “la demanda de energía en República Dominicana debiera llegar en 2036 a 11.139 kilotoneladas equivalentes de petróleo (ktep), 58% más que en 2018”.
Explica que la perspectiva de la demanda energética está incluida en el Plan Energético Nacional (PEN) 2022-2036 de la Comisión Nacional de Energía (CNE). Según dicho plan, “en 2036, el transporte demandará el 40% del consumo energético, seguido de la industria (27%), el segmento residencial (18%) y el comercio, los servicios y el sector público (6%)”. Precisa, asimismo, que “la mayor parte de la energía corresponderá a electricidad, gas licuado de petróleo, gasolina y diésel”.
Igualmente, un informe del Banco Central destaca que el sector energía lidera “el flujo de Inversión Extranjera Directa (IED) con US$826.9 millones”, lo que implica que se trata del área de mayor crecimiento en los primeros nueve meses de 2023 superando incluso a la IED en turismo.
Como se puede apreciar, la demanda de energía va “in crescendo” de manera vertiginosa, un 58% más que en 2018, según la CNE, lo que nos mueve a preguntarnos: ¿qué pasará si debido a una crisis mundial el país deja de recibir la energía que necesita para el desenvolvimiento de su economía?
Simple y llanamente que nos desplomaríamos como nación y vendría el caos económico y las protestas sociales. Se paralizarían las industrias, los negocios, el transporte y todo lo que requiera energía para impulsarse.
Partiendo de esta premisa es que planteamos a nuestros líderes políticos, sumidos actualmente en las lides electorales, que contemplen en sus planes de gobierno para el período 2024-2028 alternativas que permitan enfrentar una eventual crisis energética que se produciría si continúan agudizándose los conflictos bélicos en el planeta tierra.
Al respecto, sugerimos que los candidatos presidenciales de las dos grandes fuerzas que se enfrentarán en las elecciones de este año 2024, coloquen en sus agendas:
-Un “Plan B” que contemple medidas puntuales para enfrentar una eventual crisis energética que generaría un conflicto mundial o regional.
-Que en dicho Plan se incluya un rápido desarrollo de la generación de energía renovable, especialmente la energía solar, mediante incentivos especiales a inversionistas que se interesen por este tipo de negocio.
-Que contemplen instalar una Planta de Energía Solar en El Salado de Neyba, provincia Bahoruco, para suplir electricidad en esta zona que se avizora como parte del desarrollo que se está impulsando en la región Sur del país.
-Que los candidatos a alcaldes de provincias, municipios y secciones contemplen en sus planes aprovechar el uso de la energía solar en sus respectivas comunidades. En tal sentido, la Liga Municipal Dominicana (LMD), el Congreso de la República y el gobierno de turno deben proponer una Ley Especial o una modificación de la Ley No. 5707 sobre Incentivo al Desarrollo de Fuentes Renovables de Energía y de sus Regímenes Especiales, a los fines de que se estimule a los municipios a utilizar la energía solar para suplir este servicio en sus colectividades.
*El autor es periodista.