El dualismo de predicados, de propiedades, y de sustancias, constituyen ramificaciones que dan paso a las explicaciones íntimas del dualismo.
Diversas teorías se han establecido a partir de las concepciones filosóficas para explicar la importancia del dualismo en el mundo y en la vida particular del ser humano.
Acercarse a la intimidad filosófica del tema es como empezar a tomar por separado los gajos que integran una naranja. Cada uno de estos se desprenden de una estructura que a su vez da paso a otras y así sucesivamente, para dar a conocer la sustancia que le caracteriza en el paladar de quien tiene la oportunidad de despulparla.
Esa es en esencia la explicación con la cual se va a encontrar el filósofo exhaustivo o aquel investigador experimentado motivado en dominar el valor moral e intelectual de una conceptualización sobre diversas teorías científicas que perfectamente pueden aplicarse a la funcionalidad de la existencia humana en su interrelación cotidiana.
Abordar desde el punto de vista psicológico, filosófico o teológico el valor de la dualidad, nos remite a conocer otros estudios que procuran el razonamiento y el discernimiento humano con su propia naturaleza y con su entorno.
Esos criterios, fenomenológicamente abordados aportan nuevos conceptos para interpretar el mundo a partir de las reflexiones particulares de los seres humanos.
El dualismo de predicados, de propiedades, y de sustancias, constituyen ramificaciones que dan paso a las explicaciones íntimas del dualismo y su significado dentro del comportamiento humano.
Apropiado resulta que valoremos el carácter humano de la filosofía, en tanto que conjunto de reflexiones sobre la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas naturales, especialmente sobre el hombre y el universo. Asistido de las herramientas filosóficas el ser humano se convierte en un ser pensante, crítico, reflexivo, y se inserta en el mundo y sus problemáticas sociales, culturales y económicas, reinterpretándolas y planteando soluciones funcionales y estratégicas.
Independientemente de que el Estatus Quo Universal en estos tiempos de desesperación económica y cuestiones éticas de las sociedades, persiste en colocar en un pedestal histórico, referencial y frío las conceptualizaciones filosóficas de la vida, resulta todo lo contrario. La filosofía está más presente que nunca en un mundo en crisis, cuyos efectos están muy acentuados en un por ciento considerable de la humanidad. Sin el razonamiento lógico de los filósofos en estos momentos, los seres humanos en inmensa mayoría, nos conduciríamos hacia el caos total.
Precisamente, en ese ambiente nefasto, oscuro y cíclico retoman la filosofía y los filósofos, la idea de buscar las vías, el proceso y el advenimiento para plantear el análisis mesurado de hechos que pueden alterar el comportamiento de las sociedades.
Su alta incidencia metodológica y crítica para impulsar las transformaciones que de manera regular requiere el ser humano en su contexto particular y su relación con el resto del mundo, resultan fundamentales en esta etapa planetaria que requiere hacer fluir de manera horizontal dos entornos vivenciales al finalizar y al empezar un siglo.
En ese ambiente de permanente condición cíclica, asimilar el dualismo como una estrategia pertinente para interpretar la etapa que vive el mundo en estos tiempos es esencial, máxime cuando esos efectos corresponden al carácter de pensamiento y a los intereses de dos grupos distintos de seres humanos. La filosofía es una fuente constante de saberes que puede y debe conocer ese puente antagónico que los grupos hegemónicos de toda sociedad y la humanidad en sentido general, han concebido previamente para que la concepción interdisciplinaria de la vida no se manifieste coherentemente entre los últimos habitantes de un siglo que finaliza y otro que inicia, como se manifiesta ahora entre los seres humanos del siglo XX y los primeros del siglo XXI.
Corresponde a los eruditos de las ciencias, de las artes, de las letras, y sobre todo, de la filosofía, provocar los choques de actitudes entre esos dos grupos de seres humanos, entendido como un enfrentamiento fenomenológico para definir los procedimientos que en mayor medida puedan ayudar a que uno y otro contexto poblacional supere las diferencias particulares que les caracterizan. Diferencias que en la mayoría de los casos son antropológicas, sociológicas e históricas, impuestas a cada sociedad por los grupos de poder, de forma que el caos no se extienda entre ellos por períodos sucesivos, o en el mejor de los casos, durante otro siglo más.
Es posible que la generación aún con vida e incidencia del siglo XX en el mundo, desee instruir a los primeros habitantes del presente siglo, y estos no deseen recibir esas orientaciones de vital importancia. También se puede presentar el hecho que la generación que ahora asume las responsabilidades de dirigir el siglo XXI desee la mayor información posible de manos de los últimos habitantes del siglo anterior, y estos no deseen ponerlas a su alcance. Es posible que ambos contextos generacionales lleguen a un entendimiento colectivo, y fluyan con dinamismo los intercambios entre ambas generaciones. Este último caso sería el mejor escenario para la humanidad, pero dentro de ésta, para aquellos primeros habitantes del siglo que avanza en su tercera década, porque en ellos recae en estos momentos el nuevo diseño del orden mundial.
Urge impulsar desde la filosofía y otras ciencias vinculantes la reinterpretación del universo, tomando como premisa básica de estudio el conjunto de experiencias vividas por la generación del siglo XX, haciendo énfasis especial en los años correspondientes a la segunda mitad del mismo.
Desde 1950 hasta el año 2000 la realidad del universo cambió diametralmente, pues los seres humanos se hicieron cada vez más críticos ante hechos sociales, políticos, históricos y económicos que habían marcado su existencia. También lo eran en su vida cuando sobre esos mismos puntos de vista fueron tratados científicamente desde las perspectivas de la filosofía, para reinterpretarlos convenientemente e integrarlos al desarrollo de la humanidad.
El mundo está asistiendo a un contexto extraordinario de conocimientos como en ningún otro momento de la existencia humana. Dada esa realidad resulta factible concebir la posibilidad de que la Generación Dual correspondiente a los primeros habitantes del siglo XXI, se asocie y funcione como un todo con la del siglo anterior.
Debatir y analizar de manera horizontal las conjeturas que puedan surgir entre ambos grupos humanos en los próximos veinte y siete años de la primera mitad del siglo en desarrollo, es una atinada decisión que sólo favorece la estabilidad existencial de las dos generaciones del cursante siglo.
Ese período de tiempo, aprovechado convenientemente para transferir información relevante entre uno y otro grupo social, podría variar la agenda de vida que desde hace más de cinco siglos han impuesto los grandes grupos de poder a la humanidad.
Corresponde a la filosofía y los filósofos asumir responsablemente su papel en tanto que ciencia de todo el universo, o mejor dicho ciencia inherente a todo contexto social, tomando en cuenta que su objeto material de estudio es toda la realidad, sea esta material e inmaterial. Como es comúnmente aceptado en las comunidades científicas, la filosofía no exime de análisis ningún renglón de la realidad, como sí establecen las demás ciencias. Su rango de influencia e incidencia es universal dentro del conocimiento. Nada escapa a su análisis e interpretación. En consecuencia, propiciar la empatía funcional de las dos generaciones contrastadas de la Generación Dual, es y debe ser una misión esencial dentro de la visión extraordinaria que siempre ha caracterizado la filosofía ante los hombres de pensamiento fecundo.
Ante la búsqueda de conceptos fundamentales sobre el término “Dualidad” en libros y distintas plataformas multimedia, encontré una de las definiciones que a mi parecer es la que más se adapta a la realidad de las acciones a desarrollar por los dos grupos humanos que se asocian al final del siglo XX y principios del siglo XXI. Veamos:
La Dualidad de la Vida se manifiesta en la realidad como dos estados opuestos que no están en contradicción, sino que se complementan y dependen el uno del otro. Lo uno no quiere imponerse sobre lo otro, sino que coexiste en equilibrio con él.
Termina la cita.
Como podemos advertir, en esa definición extraída de la plataforma digital Wikipedia, en el sentido más práctico del significado etimológico del término “Dualidad de la Vida” encontramos una explicación y aplicación funcional al criterio que hemos venido externando para calificar convenientemente la creación de la Generación Dual de fin del siglo XX y principio del siglo en desarrollo. Con toda propiedad, ambas generaciones dependen una de la otra, y necesariamente, lo importante es que ninguna de las dos procure imponer sus criterios, dando paso a un análisis y entendimiento horizontal de los hechos para enfrentar con posibilidad de éxito, los grupos hegemónicos del universo.