Una figura ilustre del teatro nacional
Por James A. Rowland Cruz
A veces uno se siente avergonzado de ser dominicano. Uno se siente desconsolado al pensar que no importa lo que uno llegue a hacer en beneficio de nuestro pueblo, de nuestra gente, mientras está en condiciones físicas y mentales apropiadas, porque es muy posible que en las postrimerías de la vida, si usted no tiene una cuña, alguien que hable por usted, la sociedad le dará la espalda, lo olvidará, condenándolo a terminar los días de su existencia de manera indigna y dolorosa.
Eso está pasando con una figura ilustre del teatro nacional. Eso está pasando con un hombre que lo dio todo por el avance del arte de las tablas en nuestro país. Eso eátá pasando, señores, con un insigne dominicano de nombre Franklin Domínguez.
90 mil pesos mensuales de pensión, y tiene que invertir de ese monto, no él, porque ya no puede hacerlo personalmente, sino su nieta y el esposo de ésta, 76 mil en el aprovisionamiento del oxígeno que necesita para poder continuar vivo a sus 92 años de edad. Y revela ella que las enfermedades que aquejan a su abuelo, le obligan, junto a su compañero de vida, a destinar del salario de cada uno de ellos dos, una parte considerable en la atención de su ilustre abuelo, en menoscabo de la debida atención que también merece el hijo que han procreado, en un gesto de amor y de desprendimiento inigualables.
También ha revelado ella, que en el pasado, representantes de algunas instituciones públicas, al enterarse del precario estado de salud de don Franklin, se comunicaron con ella y le prometieron ayudar, se entiende que económicamente, para que ese célebre hombre del teatro nacional, cuyos méritos y reconocimientos tanto nacionales como fuera de nuestro país todos conocemos, pudiera llevar, ya en la tercera edad, una existencia verdaderamente digna y decorosa, como la merece- Pero las promesas se desvanecieron en el tiempo, olvidando los promitentes el pasaje bíblico que dice “Es mejor no prometer, que prometer y no cumplir”.
90 mil pesos de pensión para don Franklin Domínguez, no es, de ninguna manera, la respuesta que él debe recibir de la sociedad dominicana, después de haber dedicado toda su vida al engrandecimiento y avance del teatro nacional. El Gobierno dominicano, el presidente de la República, Lic. Luis Rodolfo Abinader Corona, debe impartir cuanto antes las instrucciones de lugar para que ese monto sea elevado de modo que corresponda con la grandeza de los aportes que ha hecho al mundo del teatro dominicano. y, por consiguiente, a nuestra nación, don Franklin Domínguez Hernández. Que así sea.