La ignorancia sigue trayendo tragedias fatales involuntarias en las familias del mundo, y en particular, en la República Dominicana.
Por HUMBERTO CONTRERAS VIDAL
A propósito del Caso Torre Piantini donde falleció la señora Adele Ruiz de León y su bebé de dos meses, se quiere pedir paz eterna a sus almas y fortaleza a su esposo y familiares cercanos. Y, a pesar del dolor que ha causado este trágico suceso en todos los corazones sensibles, se quiere aprovechar el momento para decir lo siguiente.
La conciencia es conocimiento humano. El conocimiento humano cambia el comportamiento. La ausencia de conocimiento es ignorancia. Y la ignorancia sigue trayendo tragedias fatales involuntarias en las familias del mundo, y en particular, en la República Dominicana.
Es tiempo de entender que las ciencias básicas siempre deben estar presentes en los programas educativos formales y obligatorios de un país. El conocimiento que proporcionan las ciencias básicas es el antídoto para detener las muertes causadas por la ignorancia.
Sólo la química, física y biología permiten ver, comprender e interpretar el mundo cotidiano que es invisible y que nos ataca.
El conocimiento que proporcionan las ciencias básicas es el antídoto para detener las muertes causadas por la ignorancia.
Sólo la química nos permite conocer en detalles las propiedades de los materiales. Propiedades químicas que serán beneficiosas o dañinas conforme a la aplicación que de ellas haga uso el ser humano.
Es hora de que se reduzcan las muertes causadas por la ignorancia. ¿Cómo es posible que en esta época una madre y su bebé pierdan la vida por la manipulación incorrecta de una sustancia química? Una sustancia que es, ha sido y será importante en el control de plagas. Un compuesto químico que constituye un arma relevante con la que cuenta la industria que brinda servicios de fumigación. Y que no es correcto que sea prohibida su venta, sino que sea regulada como ocurre con otro tipo de sustancias.
Sólo la química, física y biología permiten ver, comprender e interpretar el mundo cotidiano que es invisible y que nos ataca.
Como profesionales de la química seguiremos insistiendo en la necesidad de que se vote una ley que cree el Colegio Químico Dominicano. Una institución gremial que con la protección legal pueda servir de asesora institucional en materia química a organizaciones gubernamentales públicas y, también, a las del sector privado.
Hay industrias y empresas de servicios que no deberían estar operando sin la asistencia técnica o profesional de un licenciado en química.
Los conocimientos de química nos hacen conscientes de los peligros que acompañan una sustancia, y esta conciencia hace que actuemos con prudencia. ¡Paremos ya las muertes por ignorancia! Es hora de aumentar las horas de docencia en ciencias básicas en la República Dominicana.
El autor es doctor en ciencias químicas, residente en Santiago de los Caballeros. [email protected]