Hay tres fases elementales en la vida que generan pánico a la humanidad: la pobreza, la muerte y la vejez. Son eventos que preocupan constantemente, nos atormentan y a veces deprimen, hasta cometer suicidios.
Para salir de la pobreza y adquirir un estatus social de óptimo nivel, cometemos acciones ilegales sin importar qué dirán los demás ni los daños morales que pudieran salpicar el prestigio familiar.
Lo cierto es que nadie quiere ser pobre. Algunos se sienten orgullosos de ser pobres, pero honrados. Morir y envejecer, son dos aspectos indetenibles. Por naturaleza, somos mortales. Podríamos dejar el mundo de los vivos con un fallecimiento repentino (un derrame o un infarto cardíaco) a pesar de tener buena salud. También, por enfermedades catastróficas.
En cuanto a la vejez, entramos en pánico cuando pasamos de los 50 años, pues es el momento en que nuestro organismo comienza a dar las señales de senectud: en la piel se asoma la flacidez por la disminución de colágeno, brotan las primeras canas, mientras la fuerza y habilidad corporal, la virilidad sexual, van colapsando paulatinamente.
El miedo a envejecer es lógico y por eso los hombres usamos bótox y nos teñimos las canas. Las inyecciones de bótox se emplean para suavizar arrugas en la cara, tratar los espasmos de cuello, la sudoración, el ojo perezoso y otras afecciones. Esa presión recae, sobre todo, en las mujeres. Lo razonable es aceptar la ancianidad con dignidad. Retenerla, es una misión imposible.
El biólogo molecular indio Venki Ramakrishnan, Premio Nobel de Química, dice que “comer bien, dormir bien y hacer ejercicio es más efectivo que cualquier medicina antiedad que haya en el mercado”. Es la razón que induce a muchos humanos a caminar y ejercitarse cada día.
Precisa que “hoy vivimos más tiempo porque nuestra salud y la atención médica han mejorado. Con los conocimientos actuales, 120 años es lo máximo que razonablemente podríamos vivir, es poco probable que vivamos más allá de esa edad. El cáncer, la demencia, la inflamación, la osteoartritis, las afecciones cardiacas, están todas relacionadas con la edad, por lo que hay quienes afirman que la edad es la causa subyacente de esas enfermedades y, por ende, el envejecimiento es una enfermedad”.
Pienso que tal vez la mejor descripción de ese fenómeno la hizo el fenecido cantante argentino José Alberto García Gallo (Albero Cortez) con el tema “La vejez”. Veamos algunas estrofas de esa emotiva canción:
La vejez
Me llegará lentamente
y me hallará distraído,
probablemente dormido,
sobre un colchón de laureles.
Se instalará en el espejo
Inevitable y serena y
empezará su faena.
Por los primeros bosquejos, con unas hebras de plata,
Me pintará los cabellos. Y alguna línea en el cuello
que tapará la corbata.
Aumentará mi codicia,
mis mañas y mis antojos.
Y me dará un par de anteojos
para sufrir las noticias.
La vejez
Está a la vuelta de cualquier esquina;
allí, donde uno menos se imagina,
se nos presenta por primera vez.
La vejez
Es la más dura de las dictaduras,
la grave ceremonia de clausura
de lo que fue la juventud alguna vez;
con admirable destreza,
como el mejor artesano,
le irá quitando a mis manos
toda su antigua firmeza.
Y asesorando al galeno
me hará prohibir el cigarro
porque dirán que el catarro
viene ganando terreno,
me inventará un par de excusas
Para amenguar la impotencia.
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