A nadie sorprende que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) haya ganado las elecciones municipales del pasado domingo con un amplísimo margen. Todos lo sabíamos, incluyendo a los dirigentes de los partidos de oposición. Nadie puede alegar ignorancia ni mostrar sorpresa ante la barrida espectacular.
Las encuestas, cuando son serias, cuando se hacen con rigor científico y una metodología correcta, ofrecen resultados confiables; tal fue el caso de la encuesta publicada por el Centro Económico del Cibao, que dirige Leonardo Aguilera, como la que publicó Miguel Medina en la primera edición del periódico mensual PANORAMA, realizadas ambas pocos días antes de los comicios.
Quiero decir, sin temor a equivocarme, que, si hay un triunfador en las elecciones municipales, es el presidente Luís Abinader, que se echó encima a todos los candidatos de su partido y del gobierno para que resultaran victoriosos. El presidente Abinader recorrió prácticamente todo el territorio nacional acompañando y promoviendo a sus compañeros de partido. Lo vimos en Santo Domingo acompañando a Carolina Mejía, que se afianza como una mujer de partido y de Estado; lo mismo hizo con Dio Astacio, en Santo Domingo Este, lo mismo que en Santiago, con Ulises Rodríguez Guzmán, entre muchos otros. Abinader se fajó, “de campana a campana” para que el PRM ganará 138 municipios de los 158 que tiene el país. ¡La barrida fue prácticamente total!
Con los resultados de las elecciones de medio término, el triunfo de las elecciones del próximo mes de mayo, también está asegurado. Lo que pasó el domingo pasado es un preludio de lo que sucederá el 19 de mayo: ¡Luís Abinader cuatro años más!
Ahora bien, las pasadas elecciones ameritan una reflexión, seria y profunda, de la mal llamada “clase política dominicana”, no sólo por el nivel de abstención, que fue la mayor de los últimos 20 años, con poco más de un 45%, sino por otras prácticas bochornosas y vergonzosas, como la compra de cédulas, el uso de los recursos del Estado que se mantiene a pesar de los esfuerzos del propio presidente Abinader, cosa que no hicieron sus antecesores.
Creo ha llegado el momento de unificar las elecciones. Una cada cuatro años, lo cual evitaría un gasto excesivo. Eso reduciría la abstención electoral significativamente. De igual manera deberíamos ir pensando en eliminar el voto preferencial de los regidores, volver a la “lista” y escogerlos atendiendo a un perfil profesional y ciudadano, sin pago, que no sea más que una reducida dieta por secciones de la Sala Capitular. Se de regidores que no saben leer ni escribir, que firman con una X. Los regidores tienen que ser maestros, profesores, dirigentes de Juntas de Vecinos, historiadores, sociólogos, psicólogos, etc., como en el pasado. La Constitución garantiza el derecho de elegir y ser elegible, que son dos cosas distintas, según el profesor Cándido Gerón.
La Junta Central Electoral merece un reconocimiento de la ciudadanía y los medios de comunicación, pues se mantuvo a la altura de las expectativas ciudadanas y partidarias. ¡Bien por la JCE!
Así como hubo un gran ganador, que fue el presidente Abinader, que consolida su liderazgo y garantiza su repostulación, también hubo un gran perdedor, que es el expresidente Leonel Fernández, no tanto Abel Martínez y Danilo Medina, pues el PLD se mantiene como una fuerza política considerable. La gente se pregunta, con razón, ¿dónde están los dos millones de votos que Leonel dijo tener asegurados en un bolsillo?
Leonel Fernández es un buen candidato, a pesar de su alta tasa de rechazo, pero sin partido, tras su paso por el gobierno durante 20 años; en tanto que Abel Martínez es un candidato presidencial, con partido, pero sin condiciones que le permitan pasar de un 10 o un 15%. Una potencial alianza entre ambos está cada vez más distante y difícil. Ambos partidos, PLD y la Fuerza del Pueblo, se juegan su futuro y su espacio político de cara al 2028, dando por descontado la reelección de Abinader. Leonel quiere absorber al PLD, algo que Danilo tendrá que evitar. El PLD tiene futuro más allá de las elecciones de mayo, Leonel, como caudillo que sólo piensa en sí mismo y en sus intereses, no tiene futuro.
Ahora bien, el PRM no puede dormirse en sus laureles. El triunfo no puede cegarlos ni envilecerlos. Como dijera su presidente, José Ignacio Paliza, hay que trabajar arduamente como si no estuvieran en primer lugar. Tanto la dirección del Partido, como los funcionarios, tienen que trabajar, no como si estuvieran en la cola. Como he dicho otras veces, utilizando una expresión del béisbol: El juego no termina hasta que no se acaba. Y las elecciones se ganan en las urnas. El PRM precisan de otra barrida que le dé mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado. Cuando eso ocurra estará completa la barrida histórica del partido y del gobierno del presidente Luís Abinader que podrá producir los cambios y transformaciones que demanda la sociedad dominicana.
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