Ese discurso que le dirigió al país, la noche del jueves 22, fue malo en el fondo y en la forma.
La experiencia indica que los líderes políticos dominicanos son muy susceptibles y cualquier crítica, inclusive constructiva, la toman de forma personal. Es que suelen estar acostumbrados a entornos que les celebran y aprueban todo, llegándose a creer, en consecuencia, las lisonjas y halagos de todos los tamaños. Es una herencia de la cultura trujillista.
Con el mayor respeto que me merece el doctor Leonel Fernández, pero ese discurso que le dirigió al país, la noche del jueves 22, fue malo en el fondo y en la forma. Parece que no tiene asesores en materia de imagen y marketing político o sencillamente no se deja asesorar. El expresidenteFernández habló, entre otros temas importantes, del alto costo de la vida y de la inseguridad ciudadana y eso es positivo, porque está señalando verdades que afectan a los dominicanos. Y todas las encuestadoras corroboran esa realidad.
Sin embargo, el antiguo jefe de Estado yerra cuando introduce el tema del uso y abuso de los recursos estatales, de parte del Gobierno del cambio, en las recién pasadas elecciones municipales. Nadie cuestiona esa realidad y el autor de este artículo en múltiples oportunidades ha condenado esa práctica, porque es indebida, inmoral y rompe con la igualdad que debía prevalecer, entre las entidades políticas participantes, en un proceso eleccionario. La queja del doctor Fernández hubiera sido válida si en sus gobiernos no se auspiciara la toma de un centavo, porque él lo impidió, para la compra de voluntades políticas.
Se recuerda perfectamente, empero, el desenvolvimiento de la campaña electoral de 2012, donde los propios diarios nacionales reseñaronexpresiones suyas, pronunciadas en New York, donde anuncia una inversión gubernamental multimillonaria en el candidato presidencial Danilo Medina. No debió de mover esa tecla en su discurso, la gente tiene memoria, aunque veo bien todo lo demás.
Naturalmente, fue un discurso que creó una gran expectativa en la población y los dominicanos esperábamos una alocución motivadora, que levante el ánimo de sus correligionarios de la Fuerza del Pueblo, organización que posiblemente resultó ser la más afectada con los resultados de ese certamen.
- Revertir la percepción electoral en estos momentos es altamente difícil, máxime con un discurso de ese tipo. El líder tenía que escoger (pienso yo) un salón grande, bien grande, y llenarlo de gente. Presentarse con un rostro relajado, seguro y lleno de optimismo. No tenso, triste y cansado.
Son muchos los detalles a tomar en cuenta en una campaña electoral. Cuando Richard Nixon y John F. Kennedy se presentaron a debatir, ante los televidentes de Estados Unidos, en 1960, el candidato republicano no estaba afeitado y lucía agotado, mientras el demócrata se exhibió relajado, seguro de sí y refrescante. Las encuestas otorgaban una ligera ventaja a Nixon y terminó ganando Kennedy de forma reñida. Posiblemente el ganador del debate, terminó siendo favorecido por los electores.
Definitivamente ya no se puede aspirar a puestos electivos relevantes sin la asesoría que demandan las circunstancias. Cuando Rafael Caldera decidió aspirar a la Presidencia de Venezuela, en la contienda del 5 de diciembre de 1993, ya contaba con 78 años y se le subestimaba por su edad. Pero al viejo lo pusieron a vestir en tenis sin media (tipo Hipólito), pantalón Jeans y camisa de cuadros. Hizo su campaña como todo un jevito y así pudo conectar con un electorado eminentemente joven, como en efecto es el nuestro en República Dominicana.
Todos aquellos que nacimos en la década de los 50, del siglo pasado, y se nos ocurre activar en política, tenemos que echar a un lado el saco y la corbata y aprender los vocablos usados por la juventud. Nada de filosofía. Sin embargo, uno hace estas observaciones y posiblemente el doctor Fernández se ofende. A los líderes dominicanos solo les gusta escuchar lisonjas, en un país donde sobran los lambones, que de paso siempre terminan haciendo daño.