La comunidad religiosa pide oraciones y acciones concretas ante el aumento de la violencia en Puerto Príncipe
Santo Domingo, 25 febrero 2024. – En un alarmante suceso que evidencia la escalada de inseguridad en Haití, seis miembros de la congregación de los Hermanos del Sagrado Corazón han sido secuestrados la mañana del pasado viernes por individuos armados. El incidente ocurrió en el Colegio Juan XXIII, ubicado en el barrio del Bicentenaire de Puerto Príncipe, la capital del país, exacerbando el temor entre los ciudadanos ante el incremento de actos delictivos.
El portal de noticias Haiti Libre ha informado que los secuestradores exigen un rescate para liberar a los religiosos, lo que ha sumido a la congregación y a la comunidad en general en una profunda preocupación.
Este no es un hecho aislado, ya que el mismo viernes, un sacerdote fue secuestrado en la Capilla de Nuestra Señora de Fátima, en el mismo barrio, y seis monjas de la congregación de las Hermanas de Santa Ana fueron secuestradas el 19 de febrero tras el asalto a un minibús en el centro de Puerto Príncipe.
Estos sucesos subrayan la grave situación de seguridad que enfrenta Haití, donde los secuestros para pedir rescate se han convertido en una práctica común, afectando profundamente a la sociedad.
Contexto Político y Social en Haití
Haití vive uno de sus periodos más críticos en términos de seguridad y estabilidad política. Tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, el país ha caído en un vacío de poder que ha sido aprovechado por bandas armadas para expandir su control sobre el territorio, lo que ha resultado en un incremento significativo de la violencia, los secuestros y los asesinatos.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la situación en Haití, llamando a una acción coordinada para restaurar el orden y la seguridad. Sin embargo, la respuesta ha sido limitada, y los ciudadanos haitianos continúan enfrentándose a un futuro incierto.
La falta de una estrategia efectiva para combatir a las bandas y restaurar la autoridad del Estado deja a la población vulnerable a una escalada aún mayor de violencia y desestabilización.