En medio de este caos, la población intenta abastecerse de alimentos y agua ante el temor de una escasez.
SANTO DOMINGO.- La capital de Haití se enfrenta a una escalada de violencia y desorden, con bandas armadas atacando infraestructuras estatales y la comunidad internacional limitándose a proclamas sin acciones concretas.
Puerto Príncipe, la vibrante capital de Haití, amaneció este lunes 4 de marzo de 2024 sumida en una paralización casi total, tras una escalada de violencia perpetrada por bandas armadas que han dejado a la nación caribeña al borde del colapso. La situación en Haití continúa agravándose, mientras el mundo observa con preocupación, pero sin ofrecer soluciones efectivas para restaurar la paz y el orden en el país.
La agencia en línea AlterPresse ha reportado que numerosos comercios, bancos y escuelas en el área metropolitana de Puerto Príncipe han cerrado sus puertas debido a los recientes asaltos contra varias infraestructuras estatales, especialmente desde el jueves 29 de febrero. La administración pública también se ha visto afectada, aunque se mantienen algunas actividades comerciales informales y los mercados públicos siguen operativos.
En medio de este caos, la población intenta abastecerse de alimentos y agua ante el temor de una escasez. Sin embargo, muchos se refugian en sus hogares, temiendo un empeoramiento de la situación. La visibilidad de la policía es mínima, y en algunas calles, los civiles armados se han hecho presentes, incrementando el miedo entre las familias.
La violencia ha llevado a la instalación de barricadas y a denuncias de saqueos a empresas, instituciones públicas y residencias, especialmente en sectores como Delmas y Plaine. Se han reportado al menos cuatro cadáveres calcinados, evidenciando la brutalidad del conflicto que se vive en las calles de Puerto Príncipe.
La administración de Biden en Estados Unidos ha expresado su alarma ante el "rápido deterioro de la situación de seguridad" en Haití. El Departamento de Estado emitió una alerta de seguridad el domingo, instando a los ciudadanos estadounidenses a abandonar el país lo antes posible.
En respuesta a la crisis, las embajadas de Estados Unidos, Canadá y Francia en Haití cerraron sus puertas al público el lunes 4 de marzo. A pesar de un toque de queda decretado en todo el departamento Oeste, la violencia no muestra signos de disminuir.
La incapacidad de los líderes haitianos para abordar la crisis ha sido criticada tanto a nivel nacional como internacional. Ni las Naciones Unidas ni la Organización de Estados Americanos han logrado ofrecer una solución viable, limitándose a emitir proclamas que no se traducen en acciones concretas.
La escalada de tensión y violencia en Puerto Príncipe es un claro reflejo de la profunda crisis política, social y económica que enfrenta Haití. La comunidad internacional debe actuar con urgencia para apoyar a Haití en la restauración del orden y la paz, proporcionando no solo asistencia humanitaria, sino también apoyo para la reconstrucción de las instituciones democráticas y el Estado de derecho en el país.
La situación en Haití no es solo una crisis humanitaria; es también un llamado a la acción para la comunidad internacional, para que más allá de las palabras, se comprometa con soluciones duraderas que permitan al pueblo haitiano recuperar la estabilidad y la esperanza en un futuro mejor. La indiferencia global frente a la tragedia haitiana solo servirá para profundizar las heridas de una nación que, pese a su resiliencia, clama por solidaridad y apoyo en sus momentos más oscuros.