Abinader y el PRM, claro, querrán control congresual para pasar reformas inacabadas.
Concluyó la etapa de negación de los partidos apaleados en las municipales en febrero último. Los líderes y dirigentes se ven reanimados con interpretaciones más inteligentes de aquellos numeritos y de las nuevas encuestas.
Y eso es importante. La dinámica institucional dominicana precisa de equilibrio de fuerzas, sobre todo en al ámbito congresual. Un Presidente con “su” congreso, puede debilitar y hasta fracturar la democracia.
Lo sufrimos hace poco cuando Danilo Medina reclamó y logró, con trabajo político y mañas que ahora sus parciales al justificar la derrota municipal dicen “nunca habían ocurrido en la democracia dominicana”, cámaras legislativas a sus órdenes, al extremo que impuso una reforma constitucional en horas para su beneficio personal y se encaminaba a una segunda, que impidió una nueva injerencia norteamericana.
Balaguer no tuvo miramientos para entender la Constitución como un pedazo de papel y, en consecuencia, al Congreso Nacional solo competía repetir un sonoro “corroboro” a sus mandatos.
El PRD, padre del gubernamental PRM, cuando concentró poder emprendió guerras fratricidas que todavía se sienten sus consecuencias. Hasta “dos senados” hubo en el gobierno de Salvador Jorge Blanco (1982-1986).
Abinader y el PRM, claro, querrán control congresual para pasar reformas inacabadas, realmente apenas balbuceadas, y confiarán en poder controlar posibles excesos.
Empero, la tozuda historia demuestra que no es fácil domeñar ese monstruo y las referencias es que hasta los más veteranos son desbordados al administrar poderes absolutos, que rehúsan abandonar o que una vez perdidos hacen lo inimaginable para recuperarlos.
El PRM se ha fortalecido en los dos recientes procesos electorales, pero aún le falta reafirmarse en el electorado, mientras que el liderazgo de Abinader es dominante, pero sigue en construcción en el ámbito nacional, en un escenario en que noveles aspirantes apremian postulaciones para el 28, sin que el mandatario haya vadeado el río de mayo próximo.
Las corrientes lucen a favor del presidente, según las encuestas y la percepción que reforzó febrero, pero cualquier inesperado calambre saca a un nadador del agua.
Las municipales dejaron la sensación de que hasta la aspiración de Omar Fernández a la senaduría de la capital estaría en peligro. Un rápido repaso de posibilidades de la oposición arrojaría que solo la inexpugnable curul de Félix Bautista por San Juan estaría garantizada y que se pelea en el Distrito Nacional, en la provincia Santo Domingo y en Hermanas Mirabal.
Los opositores no se compactaron a nivel nacional, con acuerdos en 25 provincias a nivel senatorial. En Santiago la tierra del alcalde y candidato presidencial Abel Martínez, inexplicablemente van separados.
(Se pensó que se reivindicaría el agravio a Demóstenes Martínez, a quien el danilismo negó el último año, de los cuatro pactados con nombres y apellidos para ocupar la Cámara de Diputados en negociaciones que apaciguaron la guerrita interna en el PLD, previo a la partida de Leonel Fernández).
De todos modos, los integrantes del bloque opositor mayor y de los sub-bloques se decidieron a ganar tiempo, revisando algunos errores que no admiten formalmente en público, pero que algunos dirigentes han divulgado como quejas en medios de opinión. Se han hecho ajustes en los equipos de campaña y en las vocerías.
Persisten, empero (“maña vieja no es costumbre”, suele decir un amigo) algunas quejas que vuelven el rumbo hacia al árbitro electoral y hasta ridículas amenazas de “defender el voto con la vida” y de “salvar a como sea la democracia, como nunca antes amenazada”.
Afortunadamente, la Junta Central Electoral sube en la confianza de los ciudadanos y se le coloca en los primeros lugares de actuación independiente, de acuerdo a recientes encuestas.