El PRM aparece en la actualidad como el beneficiario inmediato de la debacle de los tres partidos antes mayoritarios.
La actividad política ha sido y es, una actividad colectiva, aunque a los partidos políticos se los define como agrupaciones privadas con finalidad colectiva los lideres de los partidos, en el caso dominicano, se conciben como propietarios u accionistas de estos, sin embargo, de más en más, se percibe que la población está reaccionando ante esa conducta de los lideres y dirigentes políticos. El primero en sufrir ese golpeo popular fue el PRD agrupación que de ser el “Buey que más hala y del jacho prendió”, ha pasado a ser una entelequia política. Luego le llegó el turno al PLD, sus dirigentes se auto definieron como accionistas de una compañía por acciones y así actuaron desde el poder hasta que el pueblo se cansó de su accionar contrario al interés general.
Al parecer, los vientos que se llevaron al PLD ya han empezado a amenazar a la FUPU. Esto así porque el desempeño electoral de este partido en las recién finalizadas elecciones municipales del 18 de febrero no fue el esperado y, aunque las elecciones de mayo no guardan relación con las de febrero, muchos observadores temen se puedan repetir los acontecimientos de febrero en mayo. Esto así porque existen fuertes indicios de que, en la FUPU, no se está siendo consecuente con el principio que titula los presentes comentarios. En el sentido de que los partidos son agrupaciones privadas que han de manejar el interés general de la nación, esto es: deben ir de lo colectivo a lo individual para retornar a lo colectivo. Cuando el votante no percibe esto, se aleja de estas agrupaciones. Lo peor es que los lideres políticos no parecen percibirlo así, quizás por la tradición caudillista que caracteriza la historia política nacional.
Sin embargo, vistos los hechos, parece ser que, las conductas de nuestros lideres políticos habrá de cambiar o, de lo contrario, serán barridos por el proceso político transformador en curso. Es decir, la tendencia es hacia la institucionalización de los partidos políticos conforme al rol que les asigna la constitución de la república. No tienen opción, o lo entienden o serán sacados del escenario político sin importar el alcance que otrora haya alcanzado su liderazgo, los ejemplos sobran. Es que, por un buen tiempo, era fácil para un caudillo arrasar con los espacios propios alcanzados en buena lid por lideres medios y de base. Ahora existe una rebelión que no admite términos medios sin que se pueda hablar de transfuguismo. Como se sabe, el transfuguismo para ser tal debe operarse con posterioridad a un proceso electoral, cuando es previo, es simplemente una operación del mercado político, el cual, primitivamente, era un monopolio del liderazgo, de la dirección del partido, del caudillo.
En cambio, hoy en día lideres medios y de base, negocian directamente su suerte en un mercado caracterizado por la subasta al mejor postor y ultimo subastador, el cual, como se sabe, es aquel que ostenta el poder político porque controla el presupuesto nacional, por tanto, es el único en capacidad de complacer todos y cada uno de los petitorios que hacen los agentes libres del mercado electoral dominicano. Ya desde la democracia griega, se conocían diversas artimañas en los procesos electorales democráticos que condujeron a pensadores de la talla de Aristóteles a desconfiar de la autenticidad del procedimiento democrático. Por eso, la democracia de los antiguos no gozó nunca de buen crédito. Es con la democracia moderna que describe Alexis de Tocqueville que la democracia se convierte en un modelo de gobierno viable y aceptado por la mayoría principalmente en América y luego en Europa occidental.
Obviamente, en el caso dominicano, inciden en el fenómeno, la falta de autoridad de lideres que se convirtieron en mercaderes, en traficantes de los valores colectivos que vendieron primero a su militancia y luego al país. Esto ahora les resta calidad moral o de principios para oponerse al éxodo.
El PRM aparece en la actualidad como el beneficiario inmediato de la debacle de los tres partidos antes mayoritarios, sin embargo, su victoria es puramente circunstancial, porque, como se sabe, ese partido lleva en su interior una constelación de partidos que no ha eclosionado porque está en el poder y porque hasta ahora se ha conseguido hacer un consenso en su liderazgo. Sin embargo, el peligro asecha porque las ejecutorias políticas no son del agrado de todos y la clase trabajadora, como la clase media ahora están ocupada en castigar a la oposición, pero, desde el momento en que la población se deshaga de la oposición, pedirá cuenta al gobierno actual por su falta de palabra respecto de las necesidades del pueblo y de las promesas incumplidas.
Dado que la institucionalidad no es una prenda que adorne al presente gobierno, una vez pasado el proceso electoral, el gobierno habrá de vérselas frente al pueblo. De ahí que, en el juego democrático, la demagogia sea una herramienta indispensable para mantener al pueblo entretenido. Esto implica que, el gobierno requerirá dar al pueblo pan y circo o enfrentarlo, probablemente, en las calles. O, lo que es lo mismo que las causales que han barrido a la oposición mañana servirán para igualmente barrer con el PM.
De ahí que, algunos observadores sean de la opinión de que, si el partido en el gobierno arrasa en las elecciones de mayo, el vacío político que dejará la oposición ocasionará un mal sistémico de incalculables consecuencias porque el régimen democrático no opera diáfanamente sin oposición. Esto lo entendieron los revolucionarios franceses de 1789 y desde entonces se ha convertido en una regla, en una ley de oro de la democracia que establece que donde no hay congreso en capacidad de oponerse a los excesos del gobierno, no hay constitución, en la época actual, congreso significa, además, partidos de oposición fuertes.
Como resolver entonces este dilema, el gobierno sabrá si deja que el germen de la corrupción de naturaleza electoral lo corroa por completo. Esto es peligroso porque la victoria de hoy así obtenida puede conducir mañana a una falta de legitimidad que, a poste, derrumbará al gobierno. DLH-25-3-2024