Este es un país demasiado pequeño (48 mil kilómetros cuadrados y once millones de personas) para un Estado tan grande y costoso.
Dicen los defensores del derroche y la dilapidación de los recursos públicos, que la democracia es muy cara. ¡Probablemente! Pero no tiene por qué ser tan costosa como en la República Dominicana. La débil “democracia” que mal disfrutan los dominicanos debe estar entre las más caras del mundo. ¡Y la menos efectiva!
Solo tenemos que observar los dos elementos primarios de una democracia garantista de los derechos ciudadanos fundamentales, como la Salud Pública donde el Estado invierte menos del tres por ciento del Producto Interno Bruto, y en Educación, donde apenas llegamos al cuatro por ciento, una conquista de la lucha popular.
Este es un país demasiado pequeño (48 mil kilómetros cuadrados y once millones de personas) para un Estado tan grande y costoso, que solo la politiquería y el clientelismo pueden justificar.
Lo que digo sé que no le gusta a mucha gente, pero lo digo porque lo siento y lo creo firmemente. El Estado dominicano es muy grande. Puede reducirse un 50 o un 25% por lo menos. El Banco Central, para solo citar un caso, es más grande que el de Chile y el de muchos otros países. El Banco Central le cuesta una fortuna al pueblo dominicano.
- Hay muchas instituciones repletas de empleados, haciendo lo mismo. La duplicidad de funciones es muy grande pese a los esfuerzos del presidente Luís Abinader en reducirla.
Todavía la corrupción administrativa, aunque se ha reducido enormemente durante el gobierno de Abinader, sigue teniendo un peso muy grande, por razones estructurales y culturales. La corrupción no ha podido ser erradicada en ningún país del mundo; ni en China, donde los corruptos son fusilados, ni en Singapur, donde los correctos son condenados a morir ahorcados. No lo digo para justificarla, porque mal de muchos, consuelo de tontos. Hay que continuar la lucha contra la corrupción. Pero ya no somos, como en el pasado reciente, uno de los países más corruptos del mundo.
Este país, pequeño, “triste, torvo y agredido”, donde la vida muchas veces no vale nada, no debe tener dos cámaras, una de senadores y la otra de diputados. El sistema legislativo debe ser unicameral. No deberíamos tener tantas provincias, 31 más el distrito, igualmente no hacemos nada con 190 diputados. El Poder Legislativo es demasiado grande, ineficiente y costoso.
No tengo intenciones de ofender a nadie, pero ¿Para qué sirven los diputados del “PARLACEN”? ¿Cuáles son los beneficios? Que alguien me diga ¿qué hace un diputado centroamericano en la República Dominicana, además de viajar todos los meses a justificar su salario al país sede de órgano legislativo? ¿Cuáles son sus aportes? ¿Alguien me puede contestar?
Me pregunto, sin que nadie se sienta atropellado, ¿para qué sirve un diputado de “ultramar”? ¿Qué invento es ese? ¿A quién se le ocurrió la brillante idea? ¿Al líder José Francisco Peña Gómez? ¡Error! ¿Cuáles son las funciones de un diputados de “ultramar”? ¿En que favorecen a los residentes en Estados Unidos, Europa o América Latina, que no sea aumentar enormemente los costos de la cámara de diputados, que de por sí son muy elevados?
De igual modo me pregunto, ¿quién inventó el “diputado nacional”? ¿Qué diferencia hay entre un “diputado nacional” y otro ordinario de una circunscripción cualquiera?
El territorio nacional ha sido descuartizado en regiones, municipios y distritos municipales de manera descabellada, aumentando la burocracia y el clientelismo político.
Otra cosa: he sido opuesto al financiamiento de los partidos políticos por el uso que suelen darle al dinero del pueblo. Muchos dirigentes se roban el dinero, lo gastan en pendejadas que nada tienen que ver con el fortalecimiento de las organizaciones que dirigen, ni en la educación de sus miembros. Pocos son los partidos que rinden cuentas terminado el proceso electoral. El político que quiera hacer política que ponga el dinero de su bolsillos, no del dinero del pueblo. ¿Por qué hay que distribuir miles de millones de pesos en política? Total, los candidatos reciben dinero del empresariado, de los narcotraficantes, de los “riferos” y “banqueros”, del crimen organizado, del dinero sucio del bajo mundo y otros delincuentes.
El “cambio” hay que profundizarlo con un sentido crítico. Aun es mucho lo que falta por hacer para que la democracia dominicana sea verdadera, inclusiva, no exclusiva. El Estado tiene que ser reformulado de arriba abajo. El “cambio” tiene que llegar a las puertas del Estado, en sus tres poderes, a saber, Legislativo, Judicial y Ejecutivo. El próximo período de Luís Abinader y del PRM, es una magnífica oportunidad para profundizar los cambios. ¡Adelante y valor!
Para hacer lo que hay que hacer es necesario voluntad política, determinación, coraje, inteligencia y valentía. Pero más que todo, conciencia ciudadana. El pueblo dominicano tiene que empoderarse de los cambios radicales que demanda el país para continuar avanzando hacia el desarrollo. Creo que el presidente Abinader tiene la voluntad y el deseo, pero solo no puede hacerlo. Precisa de la participación de todos.
¿Quién le pondrá el cascabel al gato?